En el evangelio de este domingo, Jesús nos anima a estar cerca de él, a ser parte de su familia. Para ello es necesaria una condición: hacer la voluntad de Dios. «El que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mc 3,35). La voluntad de Dios no es otra cosa que la santificación del hombre. El Papa Francisco, hace poco nos dejó una exhortación apostólica titulada «Gaudete et exsultate» sobre el llamado a la santidad. Allí nos dice que «para un cristiano no es posible pensar en la propia misión en la tierra sin concebirla como un camino de santidad, porque esta es la voluntad de Dios: nuestra santificación (1 Ts 4,3). Cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio.