Análisis semanal: Los caminos del ajuste

La corrida cambiaria puso patas para arriba lo que el Gobierno nacional tenía planeado en materia económica para garantizarse un escenario tranquilo al menos hasta 2019 y ahora debe hacer un profundo replanteo para evitar una crisis de proporciones. El equipo de Macri eligió el camino del Fondo Monetario Internacional que, como siempre, exigirá un pronunciado recorte del gasto público a cambio de la asistencia solicitada.

En vísperas del tijeretazo, todos se preocupan por defender lo propio. El campo hizo valer su poder de lobby para evitar que se interrumpiera la baja en las retenciones y los “sectores populares” también mostraron los dientes en una manifestación multitudinaria que copó la 9 de Julio con el repudio al acuerdo con el Fondo y la política económica nacional como consignas. En la fecha patria, Macri volvió a mostrar su desdén por “ganar la calle” y se limitó a compartir un almuerzo íntimo con miembros de su Gabinete y algunos vecinos.

Horas antes el presidente cumplió con la tradición de concurrir al Tedeum en la Catedral de Buenos Aires, donde escuchó al arzobispo Mario Poli decir que “la indiferencia y el egoísmo de los ricos frente a la miseria de los pobres no pasan inadvertidos frente a los ojos de Dios”, en una frase que sonó a advertencia tomando en cuenta los vientos que soplan.

La preocupación por el ajuste que se anticipa pero respecto al cual nadie da certezas, está en el fondo de todas las discusiones políticas por estas horas. Aunque los términos del acuerdo con el FMI todavía se están discutiendo, analistas dan por descontado que el Gobierno nacional deberá reducir en alrededor de 200 mil millones de pesos su déficit total. En ese contexto, la tarea más dura que tiene ahora el flamante Coordinador del Gabinete Económico, Nicolás Dujovne, es definir por dónde recortar. Para avanzar en ese ingrato territorio, el nuevo superministro convocó el martes a todos los ministros y les pidió que hicieran una lista de prioridades y que evaluaran qué gastos se podían eliminar.

No será tarea sencilla para el Gobierno pedir un nuevo esfuerzo a la clase trabajadora, cuyos salarios vienen perdiendo contra la inflación desde inicios de 2016, o a los jubilados que ya fueron perjudicados con el cambio en el método de cálculo de sus aumentos. Empeora el panorama el hecho de que al mismo tiempo que se impone la necesidad de aplicar el amargo remedio del ajuste, la “patria financiera” y los capitales especulativos extranjeros estén haciendo ganancias exorbitantes gracias a las políticas impulsadas por este Gobierno nacional.

Para preparar el terreno, Dujovne y su equipo diseñan un ajuste del gasto político que esperan sea interpretado como una declaración de austeridad. El objetivo es anunciar lo antes posible una batería de “medidas ejemplificadoras” que demuestren que el Gobierno está dispuesto a ser el primero en asumir el ajuste. Reducción de flotas de vehículos oficiales, menos pasajes aéreos, topes salariales especialmente en organismos descentralizados como AFIP y BCRA, reducción de subsidios a empresas estatales, son algunos de los puntos con los que la Nación pretende dar el ejemplo.

Aunque la política de achique de gastos políticos de la administración de Macri no es del todo consistente –el Boletín Oficial del 7 de mayo tiene 60 páginas de nombramientos en áreas nacionales- desde el Gobierno esperan que las medidas que se vayan a anunciar tengan un efecto positivo en la opinión pública.

El problema es que todo lo que se pueda ahorrar a través de ese “paquete ejemplificador” tendrá una incidencia ínfima, casi nula, frente al tamaño del recorte que va a exigir el FMI, lo que indica que el ajuste real pasará por otro lado.

¿Quién cede?

Se espera que el corte más grueso de la tijera de Dujovne pase por la obra pública, dado que en ese ítem del Presupuesto se puede hacer un ahorro considerable en poco tiempo. En ese sentido, desde el Gobierno nacional se limitaron a asegurar que las obras que ya están contratadas se ejecutarán, pero no dejaron certezas respecto a qué vendrá después.

De recortarse el presupuesto en obra pública, se resentiría el crecimiento económico, que está impulsado en buena medida por la construcción y la creación de fuentes de trabajo.

Una primera medida que ya se conoció la semana pasada fue la cancelación “por restricciones presupuestarias” del proyecto Atucha III, una central nuclear que estaba previsto construir con fondos provenientes de China.

Además de analizar alternativas de reducción del gasto, el Gobierno también estudia cómo incrementar la recaudación, todo sea para reducir el déficit. En un contexto de muy bajo crecimiento o directamente recesivo como el que se espera para los próximos meses, las reducciones impositivas previstas por el Gobierno nacional podrían traducirse en una caída de la recaudación en términos reales, lo que obligaría a ajustar con más fuerza los gastos.

Para evitar ese cuadro, sería necesario mantener la estructura actual de impuestos y aumentar otros, lo que implicaría tocar los intereses de un sector muy cercano a Cambiemos: el campo.

Durante la semana el Gobierno dejó correr el rumor de que podría interrumpir la reducción de retenciones a la soja y volver a aplicar ese gravamen a las exportaciones de trigo y maíz. “Todas las opciones están sobre la mesa”, dijo en la mañana del jueves el mencionado superministro cuando fue consultado respecto al particular, lo que desató una rápida reacción en el campo, uno de los sectores con mayor poder de lobby en los despachos oficiales.

Dirigentes de asociaciones rurales del centro del país llegaron a hablar de traición, emitieron comunicados plagados de advertencias de todo tipo, pidieron una reunión con Macri y recurrieron a “su” ministro Luis Miguel Etchevehere -ex presidente de la Sociedad Rural- quien habría amenazado con renunciar si el Gobierno tocaba los intereses del campo. “Lo nuestro no se toca”, fue el claro mensaje que dejó ese sector.

Tales gestiones desinflaron el globo de ensayo que había lanzado el Gobierno, que debió cerrar el día aclarando que “por ahora” no está previsto interrumpir en cronograma de baja de las retenciones, aunque desde los pasillos de Hacienda advierten que el tema no está cerrado todavía.

Panorama incierto

Desde que comenzó la corrida del dólar, las expectativas respecto a la economía argentina no dejaron de caer y eso es reconocido hasta por los propios funcionarios. “Lo que vemos es que la economía probablemente se desacelere en los próximos trimestres”, reconoció en esa línea el secretario de Transformación Productiva del Ministerio de Producción de la Nación, Lucio Castro, en la presentación del “Monitor de la Economía Real”, una especie de semáforo que publica todos los meses la cartera que conduce Francisco Cabrera.

De esta forma, el Gobierno admite que la corrida cambiaria tendrá un impacto en la economía real, aunque los funcionarios nacionales no quieren ponerle un número a la pérdida de velocidad en la expansión de la actividad.  “Todas las estimaciones se están recalibrando en función de cuánto va a ser la cosecha (de soja), cuánto va a ser la cosecha de trigo y cuáles van a ser las condiciones internacionales, para la Argentina es fundamentalmente cuál será la tasa de crecimiento de Brasil”, detalló Castro.

La declaración de Castro se da un día después de que el Indec informara la cifra de crecimiento económico de marzo, en la que ya empezaron a verse los impactos de la sequía y de una menor cantidad de licitaciones de obras públicas en el tercer mes del año. A nivel interanual, el crecimiento había sido de 1,4 por ciento, muy por debajo del 5 por ciento registrado en febrero.

Tal vez el dato más preocupante que se conoció la semana pasada fue un nuevo y pronunciado incremento en el rojo de balanza comercial que en abril cerró con déficit de 938 millones de dólares, ocho veces más (737%) que el registrado en abril del año pasado.

Con este resultado, el primer cuatrimestre cerró con un rojo comercial de 3.420 millones de dólares, contra un resultado negativo de 1.290 millones en igual período de 2017.

La suba del déficit se explica porque las importaciones aumentan a un ritmo muy superior a las exportaciones: mientras las primeras fueron 22 por ciento superiores a las de 2017, las segundas crecieron solo 6 por ciento.

El Intercambio Comercial Argentino (ICA) acumula 16 meses consecutivos de caída y la perspectiva es que la situación deficitaria continúe durante todo el año. En el contexto actual esa perspectiva es particularmente alarmante dado que la mayor restricción que tiene la economía Argentina es la falta de dólares para pagar los intereses de la deuda, cubrir las distintas fuentes de demanda (importaciones, turismo, gastos con tarjeta en el exterior) y conjurar así turbulencias cambiarias como la que se inició a principios de este mes.

Ola verde

Ante el contexto de creciente déficit comercial, es esperable que otro de los requisitos que planteé  el FMI –además del recorte del gasto- es una mayor devaluación del peso que haga más competitivo a sector exportador y frene la sangría de reservas destinadas a sostener la cotización de la divisa.

Si bien el dólar se comporta con mayor tranquilidad desde el anuncio del acuerdo con el FMI, sigue subiendo. El jueves el dólar minorista sumó 20 centavos y cerró la semana a 25,10 pesos en las pantallas del Banco Nación (BNA). El promedio que realiza el Banco Central (BCRA) entre bancos trepó 17 centavos hasta los 25,16 pesos. Así acumuló un alza de 11 centavos en la semana.

Sucedió pese a que el Banco Central volvió a colocar una oferta de venta de hasta 5.000 millones de dólares a 25 pesos en el inicio de las transacciones y previo al feriado nacional del viernes.

La política de frenar al dólar a costa intervenciones del Central le costó al país una caída de reservas más de 10.300 millones de dólares en poco más de un mes, plazo en el que las reservas pasaron de 62.456 a 52.099 millones de dólares, a pesar del crédito por 2.000 millones de dólares contraído con el Banco de Pagos Internacionales de Basilea y la venta de bonos Bote por unos 3.000 millones de dólares.

Analistas de la city estiman que un dólar a 30 pesos hacia fin de año serviría para reducir la brecha comercial en el sector externo y le quitaría presión al Central.

Otra de las políticas del Banco Central que está discusión incluso puertas adentro del Gobierno de Cambiemos es el manejo de las tasas de interés. El presidente de la entidad monetaria, Federico Sturzenegger, reiteró a inicios de la semana que el parámetro de 40 por ciento se mantendrá por mucho tiempo, pero desde el ministerio de Producción reconocieron que eso tiene serias implicancias en los costos de financiamiento para el sector privado. “Para algunas empresas puede ser problemático y estamos viendo alternativas con el banco BICE y otras entidades financieras públicas para poder palear esa situación”, afirmó el mencionado Castro.

Por su parte, el ministro de Finanzas, Luis Caputo, advirtió que tasas tan altas “no son sostenibles en el largo plazo”.

En baja

El deterioro de la economía se traduce en una caída en la imagen Mauricio Macri y de su gobierno que se ve reflejada en encuestas de consultoras privadas. Esta semana se publicó una nueva versión del índice de Confianza del Consumidor que elabora la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella. El informe marca que el índice de confianza en el Gobierno descendió 6 por ciento en mayo respecto de abril y se ubicó en el nivel más bajo desde que Mauricio Macri asumió la presidencia.

Según el informe, el índice registra una caída acumulada de 35 por ciento desde noviembre de 2017 y la de mayo “ocurrió en el contexto de la reciente crisis cambiaria que depreció la moneda nacional en un 20% respecto al dólar”.

“La caída del ICG se replica en casi todos sus subíndices, encabezados por un descenso de 15 por ciento en Evaluación general del gobierno”, señala el estudio.

El actual nivel de confianza en el gobierno supera en apenas 0,14 puntos al valor observado en el último mes de la gestión de Cristina Kirchner.

“Nadie nos manda”

La alta volatilidad de la economía Argentina y la preocupación por el ajuste que está cocinando el Gobierno nacional, también configuran la política a escalas regional y provincial. Mientras Macri busca los caminos para agenciarse respaldo y colaboración a los gobernadores para dividir la pesada carga política del recorte, las provincias piensan como enfrentar el complicado panorama.

En ese contexto, el gobierno misionero se mantiene firme en su compromiso de aportar gobernabilidad a la gestión del presidente, siempre y cuando ello no implique ir en contra de los intereses de los misioneros, pero con la misma firmeza también exige a la Nación el cumplimiento de los acuerdos.

El hecho de que el Gobierno nacional no tenga mayoría propia en ninguna de las dos cámaras legislativas y gobierne en pocas jurisdicciones, le otorga a provincias políticamente independientes como Misiones, una posición de negociación relativamente ventajosa frente al siempre más poderoso gobierno central.

Apoyado en esa fortaleza y en una identidad propia definida como misionerismo, el gobierno de la renovación redobla su apuesta por el federalismo. Esa defensa por el federalismo como valor necesario para la construcción de un país más justo acercó a Hugo Passalacqua a otros gobernadores como el cordobés Juan Schiaretti o el salteño Manuel Urtubey.

Esa coincidencia de objetivos llevó al mandatario de la provincia del NOA a participar del acto oficial del 25 de Mayo en Leandro N Alem, en una visita de alto contenido político. “Nadie de afuera nos manda, esa es la semilla que nos dejó la Junta de Mayo”, la frase pronunciada durante su discurso por el gobernador Passalacqua -con un poco habitual tono combativo- resonó con fuerza en vistas del actual contexto político.

Desde el gobierno provincial definieron a la visita de Urutubey como el encuentro entre el salteñismo de Güemes y el misionerismo de Andresito que representan a millones de argentinos del interior profundo que exigen un país más justo que contemple las diferentes realidades de cada territorio.

El salteño reconoció que tiene pretensiones de participar en la construcción de un espacio político con posibilidades de disputarle la presidencia a Cambiemos, sin embargo desde el Gobierno misionero advirtieron que las reuniones con otros mandatarios provinciales no apuntan a consolidar proyectos de cara a 2019, sino a establecer agendas políticas que permitan defender los intereses de Misiones en un contexto económico poco alentador.

“Mirar primero a Misiones y después al resto”, es la consigna.

La Legislatura volvió a generar novedades relevantes en el plano de la política provincial. El legislativo sigue produciendo leyes con sentido social, como la ley para instrumentar medidas de protección a personas que padecen epilepsia; la  promoción y regulación de los Centros de Desarrollo Infantil y adhesión al régimen nacional de promoción de la industria del software, por ejemplo.

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