Boda Real: Meghan Markle y el Príncipe Harry ya son esposos

Meghan Markle entró a la capilla Saint George del castillo de Windsor e inició la última y más emotiva etapa de su integración a la familia real británica. Las trompetas de la nación tocaron los mismos acordes que acompañaron a sus novias durante generaciones. Pocos minutos después, cuando se casó con el príncipe Harry , esa secular tradición se esfumó dejando paso a una fascinante modernidad: la de una monarquía varias veces centenaria capaz de transformarse al punto de acoger en su seno a una joven mujer, divorciada, estadounidense, actriz, feminista y mestiza.

 

Cada detalle de la ceremonia -a la que 1.400 millones de personas asisten a través de sus pantallas de televisión- fue planificado por la joven pareja bajo el signo de una inteligente mezcla de tradición británica y modernidad, a imagen y semejanza de Meghan y Harry.

 

Esos mismos vientos de modernidad soplaron cuando Meghan Markle entró en la capilla. En ausencia de su padre -impedido aparentemente por cuestiones de salud-, la novia entró sola, seguida por sus pajes, una encantadora corte de niñas y niños. Recién a medio camino del altar se reunió con su futuro suegro, el príncipe Carlos de Gales , quien ayer aceptó «con placer» hacer el último tramo del recorrido a su lado. Símbolo fuerte y ruptura de la tradición: por primera vez, una novia real fue «acompañada» y no «entregada» al futuro esposo.

 

 

La Nación

 

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