Desde la consultora Claves advierten que con la devaluación se recuperará competitividad, pero el alivio será momentáneo

Agustín Almada, economista de la consultora Claves señaló que Argentina tiene un nivel de inflación que oscila entre el 25 y 40 por ciento anual, lo que obliga a que el tipo de cambio se mueva para que los exportadores no pierdan competitividad. “Pero el alivio es momentáneo, porque la suba del dólar alimenta la inflación, el país vuelve a quedar caro en dólares y tenemos que volver a devaluar cada dos años”, señaló. Consideró que el FMI exigirá al Gobierno que el Gobierno nacional reduzca el déficit y advirtió que eso podría sentirse en salarios y jubilaciones.

El especialista en macroeconómica indicó que la crisis económica que atraviesa el país desde inicios de este año “no difiere mucho” de que lo ya ocurrió en los años pares anteriores: 2016, 2014 y 2012, en los cuales hubo una pronunciada devaluación del peso, inflación más alta de lo habitual y pérdida del poder adquisitivo de los salarios.

“Se repite la historia con la devaluación porque tenemos una inflación que corre en una banda del 25 a 40 anual desde 2007 mientras el resto de los países están entre 5 y 0 por ciento, esto nos lleva a que si el tipo de cambio no se mueve el peso queda irremediablemente caro y lo sufren los exportadores”, explicó.

Advirtió empero, que el tipo de cambio “es una válvula de escape, que permite que la economía argentina recupere cierta competitividad, pero el alivio es momentáneo porque la suba del dólar alimenta la inflación y el tipo de cambio vuelve a quedar retrasado. Quedamos metidos en un círculo vicioso que nos obliga a devaluar cada dos años”, indicó.

Señaló además que las devaluaciones tienen consecuencias negativas tanto en el plano social como en las inversiones. “Cuando hay una devaluación ocurre un pasaje a precios, lo que hace que la inflación le gane a los salarios que gana la gente, eso disminuye el poder adquisitivo de la población, cae el consumo y la inversión porque las empresas ven que tenemos menos mercado”, dijo.

Observó que el problema de la economía argentina es que tiene un déficit crónico de dólares. “Cuando aumenta el consumo, aumenta el empleo, se empieza a mover la economía, muchos de los productos tienen insumos en dólares, por lo tanto la economía argentina demanda más dólares para funcionar, muchos más de los que generamos de manera genuina exportando,  entonces ese crecimiento de la economía profundiza el déficit de cuenta corriente y cuando hay una devaluación se alivia de manera temporal ese déficit”, expresó.

Según Almada, una de las diferencias de este gobierno respecto al de Cristina, es que eligió el camino del endeudamiento para sostener el déficit y esta estrategia generó una deuda externa que empezó a erogar intereses y que eso hizo crecer el déficit financiero. Apuntó que el crecimiento de la deuda hizo que los mercados dudaran de la sostenibilidad del plan de gradualismo.

“El plan original del Gobierno era una reducción paulatina del déficit, pero lo que ocurre es que baja el déficit primario, pero aumenta el financiero por los pagos de la deuda y el déficit total no muestra una tendencia a reducirse, de hecho el déficit de cuenta corriente aumentó de 12 mil millones a 30 mil millones”, dijo.

Según el economista, esta dificultad para reducir el déficit a pesar de los ajustes aplicados al gasto primario hizo que los inversores percibieran que Los inversores percibieron que el problema argentino no era financiero sino de solvencia, es decir que se riesgo de volver al default.

Ese contexto fue, según Almada, el que obligó al Gobierno nacional a volver a golpear las puertas del Fondo Monetario Internacional (FMI) en búsqueda de un acuerdo que garantice financiamiento, aunque ello implicará aceptar condicionamientos.

“EL FMI hizo una evaluación en diciembre del año pasado, este documento en su página 33 advertía un evento de alta probabilidad que los mercados se volviesen más volátiles y Argentina perdiera ese financiamiento, de los capitales extranjeros. Las exigencias del FMI apuntarán a que argentina tenga solvencia fiscal, una herramienta es una devaluación que mitigase el problema de cuenta corriente”, pronosticó.

“Seguramente se va a reducir la inversión en obra pública. Pero el FMI pide además una reducción en gastos de salarios del sector público, jubilaciones y asignación por hijo, ahí está el 75 por ciento del gasto público”, aclaró.

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