100 Años de la Reforma Universitaria: Biazzi y Abinzano analizaron aspectos históricos y jurídicos que consolidaron el sistema público universitario y los desafíos actuales

Los dos prestigiosos investigadores de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), Ricardo Biazzi y Roberto Abinzano, fueron los disertantes invitados a un panel sobre “100 Años de la Reforma Universitaria: Desafíos actuales” que fue coordinado por Néstor Álvarez, de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, en un evento organizado en el marco de las actividades de las Jornadas Científico Tecnológicas, por el 45°Aniversario de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM).

Ambos profesionales con una extensa trayectoria, aportaron distintas visiones en sus respectivas conferencias, exponiendo un análisis desde el contexto histórico, social, cultural, político y jurídico, coincidiendo finalmente en la férrea defensa de la conquista lograda en aquella revolución juvenil que se gestó en 1918 en la Universidad Nacional de Córdoba sobre un nuevo sistema universitario basada en el principio de gratuidad y equidad que siguen siendo en la actualidad y a futuro el legado a proteger y defender en el país por la sociedad actual y las futuras generaciones.

La Reforma Universitaria es considerada en el mundo como un acontecimiento de gran importancia en la historia de Argentina y América. Desde aquel 15 de junio de 1918, fueron varios los principios reformistas conquistados, predominando la gratuidad y equidad para el acceso a la educación universitaria argentina.

En la actualidad, el sistema universitario está presente en todas las provincias argentinas, con alrededor de 2 millones de estudiantes, para un país de 44 millones de habitantes, significa que el 4.5 % de su población asiste a la universidad y el 80 % de esos, a una universidad pública.

Durante el panel realizado en la UNaM, el Dr. Abinzano brindó un análisis sobre la historia y el contexto social, cultural y político en el cual se dio aquella revolución de los jóvenes universitarios reformistas, reconocida como de un cambio trascendental para todas las universidades de América Latina, y fue la mirada sobre la cual el reconocido antropólogo sostuvo hay que profundizar en la actualidad. “Más allá de la Reforma en sí misma que tuvo un impacto histórico en las universidades, hay una lectura política de este proceso que se dio con una visión muy interesante de los jóvenes de aquella época -ya que no era un tema del que se hablara mucho- y que fue esta visión latinoamericana y anti-imperialista que ellos marcaron y que con el tiempo finalmente se fue consolidando. No fue solamente la conquista propia de la Reforma Universitaria. Algo que hay que tener muy en cuenta es que esta organización juvenil perdura en el tiempo y tuvo una enorme fuerza en la transformación de la Universidad. Y en esto, tuvo mucho que ver la política general de la Argentina en la época de 1918 y un poco antes de esta revolución juvenil que los sostuvo como reformistas. Después esta política se perdió en el país por otras causas, pero que también son profundas de analizar”, contextualizó el docente y antropólogo, después de repasar los hitos más importantes de la historia de luchas políticas y sociales del país.

Por su parte, el Dr. Biazzi focalizó su conferencia en los desafíos actuales y futuros desde la defensa jurídica y constitucional que sostiene el sistema de la educación universitaria argentina, tras los vaivenes que se enfrentaron y los logros alcanzados a 100 Años de la Reforma Universitaria.

Tras su conferencia, ambos profesionales dialogaron con Misiones Online, y marcaron las principales conquistas a defender por los jóvenes y nuevos “reformistas”, las materias pendientes a saldar.

El Dr. Biazzi llamó a los jóvenes a luchar “por sostener la gratuidad y autonomía en la educación universitaria. Son reivindicaciones alcanzadas y deben tener la tranquilidad de que son derechos consagrados en la Constitución Nacional y que los pueden ejercer”, fue el mensaje del docente.

Sobre los desafíos del sistema universitario, respondió en su conferencia sobre varios interrogantes que contextualizó con un análisis jurídico y político del escenario actual y futuro, tras los cambios trascendentales que sucedieron en el proceso de estos 100 años, después de la Reforma Universitaria.

Desafíos actuales

¿Qué es ser reformista hoy o cuáles son los desafíos a enfrentar?

Desde el marco legal del sistema universitario, hay que seguir manteniendo el régimen jurídico que regula la vida de las universidades, mantener el marco regulatorio público y estatal sobre las universidades argentinas en los terminamos conquistados.

Una pregunta que todos se hacen es desde cuándo se está cuestionando la legislación de la Educación Superior que se aplica desde las últimas décadas. En los años 90, señalando todo lo que significa como política de Educación Superior, se dejó instalado los principios rectores que atentan contra el desarrollo del sistema universitario, y que fueron concebidas desde políticas neoliberales que pensaron en otra Argentina, incluso con acuerdos de políticas económicas acordadas con el Banco Mundial, etcétera.

¿Y desde cuándo y cuántos fueron los que sostuvieron la necesidad de ese cambio en la legislación?

El rechazo de la comunidad académica es casi generalizado. Casi. Hay sectores de la comunidad universitaria que dicen que a esta altura de los tiempos la Reforma Universitaria de la Ley de Educación Superior es equivalente a una Reforma Universitaria tan trascedente como la que ocurrió en 1918, porque es en definitiva, en aquella época, cuando se logró consolidar un escenario de relación entre la Universidad y el Estado que hoy no tiene conflicto.

Independiente del lugar de defensa que uno se ubique, lo que queda claro es que hoy el sistema universitario necesita una re-legitimación tanto política como social e institucional de las normas jurídicas que regulan el sistema universitario argentino.

Por eso me preocupa escuchar algunas declaraciones que van en el sentido de este acuerdo generalizado, pero que no opera en la dirección que corresponde en base a ese discurso.

¿Por qué ocurre esto? ¿No hay algún grado de hipocresía o de oportunismo?

A veces, hay algunas expresiones rimbombantes que se hacen sin medir el impacto que puede tener sobre los hechos las mismas.

Incluso en este mismo escenario (Jornadas Científicos Tecnológicas de la UNaM), hubo quien sostuvo con cierto asombro que hayan pasado tantos años y no se haya avanzando en un cambio en la legislación a los efectos deseados en el sistema universitario. Hace poco,  en el diario La Capital, una conocida académica sostuvo como el motivo de que no se haya logrado aún modificar Ley de Educación Superior fue que “ni siquiera fue posible tratarla por las presiones de las grandes corporaciones, más que nada por los grandes bancos”. Ante esto, el periodista le repregunta asombrado: “¿No fue entonces por falta de acuerdo político? No”, responde en la nota.

Frente a estas expresiones públicas es donde me pregunto si no hay una falta de ejercicio de sinceramiento en admitir si en realidad lo que no hubo en estas décadas fue una falta de decisión política del mundo de la representación del país y las fuerzas sociales de la Argentina, para lograr que este cambio se produjera.

Sería más saludable la sinceridad, aunque a veces más que sinceridad es “sincericidio” como fue el caso de las declaraciones realizadas por el ex ministro de Economía Axel Kicillof, en agosto de 2016, cuando de visita en la Universidad de General Sarmiento responde al periodista Daniel Lencina sobre los motivos por los cuales durante el gobierno del kirchenirsmo no se derogó la Ley de Educación Superior. En resumen dijo:“Mira, la verdad que ahora que estoy en el Congreso, es espantoso lo que te voy a decir, pero no me voy a privar de hacerlo. Muchas veces con una ley se puede hacer una cosa y la contraria, es la verdad de la milanesa. Por más Ley buena que tengas, si el poder ejecutivo quiere desvirtuarla, lo hace. No quiere decir que no haya margen de acción, pero no me fijaría en todo esto que no se hizo, sino en lo que quedó”, fue su reflexión.

 

¿Cuáles serían entonces los desafíos que se debieran enfrentar?

Considero que  hay que evitar que entre todos se consienta que con un retroque cosmético se salva la cuestión de la Ley de Educación Superior del año 1995. Si estamos de acuerdo en que es una ley objetivamente mala, en cuanto a que propició una degradación relacionada a la carrera de  grado universitaria, generalización del posgrado en términos de una mercantilización del sistema, directamente, lo mejor es ser francos y solicitar la derogación de esta norma. Y que los representantes políticos de hoy tomen una definición y den un corte a esto.

Esto que parece una mera referencia al término legislativo, a mi entender en mucho más grave, cuando uno pasa al segundo desafío que es defender la gratuidad del sistema universitario. Nos encontramos frente a un pilar del orden conservador, que no se si solo está en el exterior de la universidad o también en el interior de nuestra propia casa de estudio.

Creo que el desafío de democratizar el sistema universitario es el de alcanzar si o si el sistema de los posgrado en la Argentina, que por una decisión del propio sistema universitario es arancelado en la actualidad. Estamos chocando contra una norma de mayor jerarquía que a la Ley de Educación Superior, y que es la Constitución Nacional que establece el principio de gratuidad para toda la educación pública estatal.

En definitiva, con estas actitudes estamos contrariando en las actividades de posgrado, educación a distancia, ciclos de complementación y otros que se promueven en forma arancelada en la propia universidad.

No es un suicidio de parte mía la propiciar este debate, ni es tirarnos a una pileta vacía. Soy consciente de lo que se necesita en el sistema universitario como transición, pero creo que falta tomarse decisiones en este sentido y hay que responder a una estructura de docencia y articulación de actividades que se tienen en el sistema, hasta tanto estos cambios se implementen.

Esto es parte del desafío democratizador de las universidades, de alcanzar esta plenitud en el principio de gratuidad.

Lo que ocurre es que el punto en que estos desafíos estarán atados también a resolver el problema presupuestario. Es una cuestión que pocos van a admitir y conjugar simultáneamente con ambos principios, porque se van a sacar el tema de la calidad, cantidad vs calidad, y nadie hará mención a que los países suelen tener gratuidad en sus sistemas de educación superior integralmente, como se da en Dinamarca, Suecia, Finlandia, que tienen gratuidad universal en el sistema universitario. Pero tienen impuestos de hasta el 30% sobre la renta de los grandes capitales y grandes intereses de esos países. Nosotros seguimos con los impuestos indirectos al consumo, al usuario, porcentaje que maltratan a la base social de la argentina, y no cobran un centavo a la renta financiera.

Hay que reivindicar este principio. La Constitución Nacional es clara y precisa, en su texto: “Cuando se lea la expresión Educación Publica Estatal, quiere decir educación oficial, la que se presta desde el estado en todos sus niveles y modalidades. Todo tipo de enseñanza que se financie con fondos públicos y a la cual le caben le aplicación de garantía de ambos principios: gratuidad y equidad”.

De esta manera, desde el texto de la Constitución Nacional hasta la interpretación que le dieron los constituyentes que sancionaron, no hay marguen para equívoco de que el principio de gratuidad y equidad es inexorablemente un principio que debe asumir el sistema universitario y la sociedad en general, y sus representantes políticos en particular.

Finalmente, para estudiantes de grados y posgrados que quieran asumir estas luchas, se  deben tener presentes que son derechos constitucionales que están redactados en un texto formal. “Pero, como decía José Martí , solo se tienen los derechos cuando se los ejerce”.

Esto algo que no debiera ser con criterio elitista para unos pocos, sino un peldaño en la formación de científicos y académicos, habilitados para esta democratización universitaria que hoy está impedida.

 

Reseña de los investigadores  

Ricardo Biazzi es Profesor Emérito de la UNaM. Egresado como abogado de la Universidad Católica de Córdoba, Magister en Administración Universitaria, y Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad del Salvador.

Fue Rector de la UNaM durante el periodo 1990-1994, y ocupó distintos cargos públicos a nivel nacional y  provincial. Entre ellos, fue Ministro de Educación de Misiones. Fue electo Diputado Provincial en el periodo 2005-2009, y fue miembro de la Comisión Constituyente para la Reforma de la Constitución Nacional en Santa Fe en 1994.

En su carrera académica también ocupó la presidencia del CIN (Consejo Interuniversitario Nacional) y fue miembro de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU 1996-2000).

 

Roberto Carlos Abinzano es Doctor en Geografía e Historia, con especialidad en Antropología y Etnología de América Latina por la Universidad de Sevilla.

Licenciado en Ciencias Antropológicas de la UBA, Investigador Categoría 1 para el Programa de Incentivo. Ex Profesor miembro del Comité Académico del Programa de Antropología Social de la UNaM, ex profesor titular regular, y actual Profesor Emérito del Departamento de Antropología Social de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (FHyCS-UNaM).

Fue decano de la FHyCS, periodo 1986-1990. Ex director del Centro de Estudios para la Integración Latinoamericana (CEPI) de la Secretaria de Investigación de la FHyCS.

En la actualidad es director del Programa Investigaciones Interdisciplinarias sobre regiones de Frontera, Estado, Sistema Socioculturales y Territorios, y del Proyecto de Relaciones Trasnacionales en la Región de la Triple Frontera de Argentina, Brasil y Paraguay.

 

 

Por Patricia Escobar 

 

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