La emoción de Cristian Pavón tras la ovación: «Casi me largo a llorar cuando escuché los aplausos»

Si Boca quedó a un punto de ser campeón de la Superliga es gracias, en gran parte, al aporte de Cristian Pavón . Apagado Tevez y lesionados Gago y Benedetto, las responsabilidades se trasladaron automáticamente a un wing que está viviendo el mejor momento de su carrera. Cuando mayor es la dificultad, más pide la pelota, más busca gambetear y desequilibrar. Y la mayoría de las veces lo logra. Por eso, ayer no sorprendió que Pavón aporte otras dos asistencias para los goles de Ábila en la Bombonera y terminó recibiendo una gran ovación de la gente. ¿Nace un ídolo?.

 

Desde hace tiempo que Pavón es el hombre más importante para guiar al xeneize al camino del triunfo. Es el principal eslabón de la cadena a través del cual se construyó un bicampeonato que está a una unidad de por fin concretarse. Si el puntero eterno no sufrió todavía más en su trayecto a la posible coronación fue porque el 7 bravo mantuvo una regularidad y lo salvó a través de goles, asistencias y, por qué no, sacrificio defensivo.

 

 

Tal como en el triunfo de anoche, en el que una maniobra de Kichán bastó para abrir un marcador cerrado. Recibió un correcto pelotazo de Pablo Pérez, encaró velozmente por la derecha y sacó un centro rasante para que Ramón Ábila solo tuviera que empujarla. La gente de Boca ya se había llenado de euforia con su despliegue y actitud para no dar ninguna pelota por perdida y quitar tantas otras, pero con su pase de gol la parcialidad terminó de explotar. Y dejó en evidencia que la historia del club debe sumar un ídolo más: si bien en la actuación ante Newell’s de hace dos semanas hubo un reconocimiento hacia él, esta vez la ovación fue unánime y potente.

 

El extremo cordobés llegó a las 14 asistencias en el campeonato, supera a Matías Vargas (11), de Vélez, que lo sigue en la tabla de los pases-gol de la Superliga. Antes de la lesión de Benedetto, se hacía mucho énfasis en esa química que aquella dupla tenía. Sin embargo, el momento de Pavón es tan bueno que no tiene preferencias y le hace convertir goles al N°9 que tenga en el área: en el caso de ayer, a Wanchope.

 

«Casi me largo a llorar cuando escuché los aplausos», reconoció Kichán, que recibió un fuerte abrazo del capitán Pablo Pérez cuando fue reemplazado en el final. Otra vez fue la llave. Y no se merece menos que eso: se trata de una joya imprescindible que Boca necesitará para poder gritar campeón en La Plata (el miércoles ante Gimnasia) y clasificar en la Libertadores. Todavía le falta, pero va en camino a ser ídolo.

 

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