Condenada a perpetua: cómo hizo Carmen Pereyra Da Costa para engañar más de un año a las autoridades judiciales

Carmen Pereya Da Costa (44) estuvo más de un año prófuga de la Justicia. Durante todo ese tiempo, entre 2014 y octubre de 2015 fue un fantasma para las autoridades judiciales. Sin embargo, la ruta del dinero, de su dinero, permitió que la ubicaran, pero no fue sencillo. La mujer, que el jueves fue condenada a prisión perpetua por haber planificado el asesinato de su marido Ángel Altísimo en El Soberbio, cayó en Luján, provincia de Buenos Aires, luego de un trabajo investigativo que demandó meses.
Da Costa fue excarcelada entre gallos y medianoche en 2014 por un juez subrogante de San Vicente. En teoría, la dejaron en libertad porque no había riesgo de escape. Pero ella fijó domicilio en la zona, para luego residir un tiempo muy corto en Oberá y finalmente huir de la provincia. Para hacer creer a la Justicia que seguía en Misiones, armó un plan, que por un tiempo le funcionó.
Con ayuda de un “candidato” (tal como lo definieron fuentes del caso), sacaba el dinero de su pensión en distintos cajeros de la Zona Centro. Sin embargo, ella gastaba la plata en el territorio bonaerense.
Cuando volvieron a pedir su arresto, las autoridades se percataron de que Pereyra Da Costa se había escapado. Encomendaron a la Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas del Poder Judicial que la buscara. Los detectives llegaron a ella siguiendo la ruta del dinero.
Los días 8 de cada mes, se le depositaba la pensión a la mujer. Como durante dos meses seguidos la extracción se hizo en Oberá, hacia allí focalizaron la mira los investigadores. Por pedido de la Justicia, el 8 de octubre de 2015, no se le depositó el dinero en la cuenta. Pero la persona que solía ir a cobrar fue de todos modos. Quedó registrada en las cámaras de seguridad. Era un hombre.
Al día siguiente, estaba el dinero en la cuenta. El misterioso caballero fue a sacar los billetes y entonces lo detuvieron. Tuvo que explicarle a la SAIC por qué operaba con la tarjeta de la prófuga. Se quebró y dijo que era una especia de novio de la buscada y que le enviaba la pensión por encomienda.
Para dar con la prófuga, los investigadores hicieron que el hombre despachara la plata. Hubo un seguimiento del paquete y días después, los billetes llegaron a la terminal de Luján. Pero la escurridiza Pereyra Da Costa no se arriesgaba para nada. Mandaba a otra persona por el envío. Ese octubre ocurrió del mismo modo. Lo que no contaba ella era que su enviado estaba siguiendo. De ahí que a dos cuadras de la terminal, cuando la mujer se encontró con su ayudante, le cayeron los detectives. Presa, fue devuelta a Misiones. En Luján, se supo después, también tenía un “candidato”.

Casi tres años después, le llegó la hora del juicio y la condena: perpetua por partícipe necesario en del delito de homicidio calificado. Con otro “candidato”, Lovis Ferreyra (35), habían llevado adelante el plan para asesinar a Altísimo. Ya no pudo escapar.
Pereyra Da Costa se declaró inocente, luego de negar la confesión que había hecho ante la Justicia de Instrucción en su momento. Ahora instruyó a su abogado para que apele la sentencia del Tribunal Penal de Oberá.

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