Crisis en Brasil: Lula da Silva se resistió a la detención y negocia entregarse tras una misa por su mujer

El juez Sérgio Moro ordenó su captura por corrupción pero el expresidente permanece en el segundo piso del sindicato de Metalúrgicos.

Pasadas las 17 de ayer, se cumplió el plazo otorgado por el juez Sérgio Moro para detener a Lula da Silva. Sin embargo, el expresidente desafió a la Justicia y permaneció, durante toda la tarde y noche del viernes, en el segundo piso del edificio que pertenece al sindicato de Metalúrgicos.

Con el correr de las horas, la detención se complicó: el edificio fue rodeado por militantes y el ingreso de la Policía Federal podía llegar a generar una situación de extrema violencia. La estrategia del líder del Partido de los Trabajadores (PT) fue clara: obligar a las autoridades a capturarlo rodeado de su gente, lo que la Justicia nunca aceptaría. De esta forma logró su objetivo y postergó su entrega en la prisión de Curitiba.

«Tengo derecho a recurrir nuevamente a la Justicia. Me voy a quedar junto a mi pueblo, junto a los trabajadores, la gente que lucha en Brasil, no estoy incumpliendo la orden judicial», dijo el expresidente a través de una vocera, pasadas las 17. «Lula sabe que es inocente», agregó la mujer.

Para la Justicia, el hecho de que Lula se haya «atrincherado» en el sindicato no lo convierte en un prófugo. En rigor, Lula nunca se fue, siempre estuvo en el mismo lugar. Lo que ocurrió es que las condiciones para su detención no estaban dadas.

El día y horario de la entrega es aún un misterio. Algunos sostienen que lo hará hoy, luego de celebrar una misa en homenaje a su recientemente fallecida esposa, Marisa Letícia Rocco, quien murió tras sufrir un accidente cerebrovascular. Otro escenario posible tendría lugar el lunes, una vez que la tensión baje y la militancia abandone de a poco las inmediaciones del edificio Metalúrgico.

Durante la noche se registraron algunos incidentes frente a la sede del sindicato, sin embargo, el enfrentamiento entre dos facciones que se encontraban allí no paso a mayores.

Da Silva fue condenado por un lujoso departamento que recibió como soborno de la constructora OAS, a cambio de garantizarle a la empresa contratos con la estatal Petrobras. Estas coimas rondan los US$ 1,2 millones.

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