Preocupan los casos de bullying en escuelas misioneras y la patologización de niños y adolescentes

Para conocer más sobre estas problemáticas, Misiones Online entrevistó a la licenciada en psicología Patricia Smit quien advirtió sobre la importancia de «despatologizar la niñez y la adolescencia», en el sentido escuchar el sufrimiento y no encasillar en un diagnóstico, ya que esto puede repercutir negativamente sobre la conducta de quienes probablemente padezcan otro tipo de problemas, como ser, el bullying dentro del ámbito escolar u otro tipo de violencia dentro del círculo familiar.

El bullying es una forma de acoso físico o psicológico que siempre existió pero nunca se le dio mayor consideración. Es una de las principales causas del bajo rendimiento escolar, la falta de atención, el aislamiento, las dificultades adaptativas, el abandono escolar y la reproducción de diferentes formas de violencia.

Patricia Smit se graduó en la Cuenca del Plata con el título de licenciada en psicología. Tiene un posgrado en salud social y comunitaria, y se encuentra culminando un posgrado en psicoanálisis con niños y adolescentes en Buenos Aires. Actualmente se desempeña como psicoanalista. Trabaja en un consultorio privado ubicado sobre la calle San Martín casi Rivadavia de Posadas, también en el Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS) N° 6 y en el Instituto Stella Maris.

Lleva cinco años trabajando intensivamente con la problemática del acoso escolar, también conocida como Bullying, y desde hace dos años integra el Forum Infancias Misiones, un equipo comprometido en tratar la despatologizacion de las Infancias y adolescencias, bajo el lema «por Infancias y adolescencias libres de etiquetas».

¿Qué es el bullying?

«El bullying siempre existió, lo que sucede últimamente es que cada vez es más agravado, se da con más intensidad, con más violencia, con más fuerza, con más constancia, incluso los chicos suelen llegar a la violencia física y es algo que sucede más que antes. Ahora se le dio un nombre a ese acoso escolar, conocido como Bullying y se traduce en cualquier forma de maltrato o degradación ya sea entre compañeros o a algún compañero en particular e incluso por parte de un docente a un alumno. Por lo general no lo hacen a conciencia, pero son algunos tratos que generan que el compañero se sienta o por fuera del grupo escolar o por fuera del aula o en un lugar diferente de donde se lo mira».

¿Cuáles son los tipos de bullying más frecuentes dentro de lo que estuviste trabajando con jóvenes de Posadas y del interior de la provincia?

«He recibido a muchos jóvenes que fueron diagnosticados con trastorno de déficit de atención e hiperactividad, y a medida que íbamos conversando me daba cuenta de que no se trataba de eso, sino que eran niños y adolescentes que sufrían bullying. Después existen diferentes casos: quienes sufrieron malos tratos, insultos, agresión verbal o física, agresión psicológica, discriminación, falta de inclusión. Yo pude notar las diferencias por los efectos que produce en los niños y adolescentes. Cada caso va a variar según la personalidad de cada niño y la historia de vida por la cual haya transitado. La violencia familiar siempre deja marcas, por estas razones hay chicos que quizás llegan sucios a la escuela, con piojos, sin bañar y los compañeros como no entienden la situación simplemente reaccionan a través de la burla o la discriminación. Un niño que crece en un contexto de violencia nunca será igual al que crezca en otras condiciones. La violencia deja marcas permanentes con las que hay que trabajar porque sino continúa dejando secuelas por el resto de la vida. También llegué a trabajar con chicos que padecían alopecia; de tanto estrés y de tantos nervios sufren un pérdida exagerada del cabello, y niños que de tanto maltrato que recibían en la escuela generaban fobia a ese contexto y no querían asistir más».

¿Cuándo los padres o docentes se dan cuenta de que un joven que padece bullying debe acudir a un tratamiento?

«Es difícil porque son situaciones que siempre se presentaron en las escuelas y en otros contextos. Hay escuelas que inmediatamente identifican los casos y hacen algo al respecto. Son escuelas que tienen otra mirada sobre el tema y probablemente un gabinete interdisciplinario a través del cual pueden ver y orientar al chico cuando esto está sucediendo. También pueden ver si el desempeño escolar disminuyó o le pasó algo, si discutió con algún compañero, estas son diferentes formas de identificar y el chico termina contando que está pasado por alguna situación de abuso y esto es lo que podría estar obstaculizando el aprendizaje, entonces allí se interviene. No sé si es necesario que acudan a un psicólogo. Depende de cómo afecte a ese chico. Yo considero que lo más importante es la despatologización de la infancia y la adolescencia, donde lo que se intenta es escuchar el sufrimiento. Es una nueva mirada sobre el avance de la medicalización porque a veces cualquier forma de abuso, cualquier sufrimiento lo catalogan al chico como que es autista, cuando posiblemente esté encerrado por no poder hablar por otra situación que haya detrás entonces automáticamente diagnostican y medican a los niños. Muchos están sufriendo, no se los escucha y se cataloga ese sufrimiento cuando en realidad lo que hacen es producir otra forma de violencia al no escuchar a ese niño y comprender lo que está pasando y no tenemos en cuenta su sufrimiento y lo nombramos desde un lugar: el tiene autismo, tiene asperger, tiene déficit de atención, y esto genera sus impactos porque él también comienza a nombrarse desde ese lugar y conlleva a que los demás compañeros lo traten de una manera diferente, incluso los docentes».

¿En qué consisten los tratamientos que llevás a cabo?

«Primero que el chico pueda poner en palabras y que pueda elaborar el trauma de lo que estuvo pasando. Lo que suele ocurrir con estos episodios (siempre pensando desde los más extremos hasta los más leves) es que el niño o el adolescente no tiene palabras frente a eso. A veces pasa que, soportan durante mucho tiempo y llega un momento que revienta y reacciona con violencia, intenta defenderse de alguna forma. Por eso, primeramente se trata de que lo ponga en palabras, que lo ponga en juego o que lo ponga en algún dibujo, porque el dibujo y el juego es para un niño el equivalente de lo que es la palabra en un adulto, es la forma privilegiada de expresarse. Por eso, si un niño más chiquito por ahí no te habla tanto o no cuenta porque muchas veces no pueden poner en palabras, por vergüenza, porque tienen prohibido, porque tienen temor a las represalias o porque en la casa le dijeron que ya iba a pasar; en primer lugar hay que escucharlo y sacarlo de la enfermedad, porque si yo lo mido a el como un niño enfermo, no lo estoy ayudando, tengo que ver qué otras posibilidades tiene él para desenvolverse, para desarrollarse y para empezar a elaborar eso y a verlo desde otro lugar; no como el niño problema, como el niño abusado, como el niño al que siempre le hace bullying en todos lados porque siempre se relacionó desde ese lugar. Por eso, hay que trabajar desde allí para sacarlo de ese problema».

¿Cuáles son las secuelas que presentan tanto quienes padecieron bullying como quienes lo ejercieron?

«Sucede que si yo tomo el lugar de la víctima, yo también lo estoy mirando desde el lugar de la enfermedad. Lo que hay que entender, estando en una escuela, es ver qué pasó, escuchar qué pasó. Sucede que los chicos que son crueles con sus compañeros también son «siempre los mismos» para sus maestros, cuando en realidad a esos chicos también les está pasando algo y por eso reaccionan de esa forma, por qué aprendieron a relacionarse de esa forma. Hay que tener en cuenta que cada niño ingresa a la escuela con una historia y con una forma de relacionarse que aprende dentro de la familia, entonces en la escuela aparece como emergente y es el segundo lugar donde el niño pasa más tiempo. Hay que prestar atención a esas cosas. Reaccionar con violencia es una forma de elaborar el trauma o elaborar el sufrimiento. Pudo haber pasado que ese niño anteriormente haya pasado por una situación de maltrato , una situación de discriminación en otras escuelas o en la casa y después replica la misma forma de relacionarse pero desde un lugar activo, de quien pega, de quien molesta, de quien insulta cuando lo que intenta hacer ese niño es tratar de elaborar esa situación traumática que vivió, porque tiene esa forma de relacionarse por algo, lo aprendió en algún lugar o lo padeció en algún momento e intenta hacer algo con eso».

Para evitar los casos de bullying es necesario que tanto padres como docentes escuchen a los jóvenes cuando detectan cambios en el autoestima y en las actitudes, tanto dentro del vínculo familiar como en el ámbito escolar; conocer a los compañeros de clase, preguntar sobre cómo es la relación con ellos, generar un vínculo de confianza para tener una mayor apertura de diálogo y hacerle saber que cuenta con su apoyo.

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas