El caso que horroriza a España. Gabriel Cruz Ramírez desapareció el 27 de febrero cuando se dirigía a la casa de su abuela. El nene de ocho años permaneció desaparecido hasta el domingo pasado, cuando la Policía encontró su cuerpo en el auto que manejaba su madrastra, la dominicana de 43 años Ana Julia Quezada.
Durante los doce días de búsqueda, la asesina se mostró en todo momento junto a su pareja y padre del nene, Ángel Cruz. Lloraba frente a las cámaras, pedía por la aparición de Gabriel y se mostraba compungida. Pero algunas actitudes extrañas llamaron la atención de los investigadores y, sin saberlo, se convirtió en la principal sospechosa.
La relación entre Ana Julia y Gabriel era mala. La dominicana había comenzado a salir hace un año y medio con el padre del nene, luego de que Ángel se separara de su primera mujer, Gabriela Cruz. En una oportunidad, cuando la mujer viajó a su país natal, el nene le pidió a su padre que no permitiera que regresara.
Pese al mal vínculo que mantenía con su hijo y hasta su madre, Ángel continuó con la relación e invitó a Ana Julia a vivir en su casa, ubicada en la localidad Puebla de Vícar. Pocos sabían que había tenido dos hijas: Judith, de 25 años, y Ridelca, quien murió en 1995 al “caerse” de un séptimo piso. El prontuario fue una de las primeras alertas de los investigadores.
Sus desmedidas reacciones y contradicciones en sus declaraciones judiciales (de mucho valor dado que fue junto a la abuela del nene la última que vio con vida a Gabriel) también llamaron la atención de Gabriela. “Pasaba de llorar en público a la frialdad absoluta en privado”, explican desde el entorno familiar.
La búsqueda se convirtió en un tema de interés en España y Ana Julia copaba cada vez más espacio en los medios. Mientras tanto, Gabriela ya había sido advertida por los investigadores: la mujer era la principal sospechosa por la desaparición de su hijo, pero ella tenía que tratarla como si no lo fuera para no afectar la investigación.
“Temía que fuera así, pero no podía decir nada porque era parte de la investigación. Tenía la esperanza de ablandarla y de que se viniera abajo. De que en algún momento lo soltara. Por eso, apelábamos a su consciencia en nuestras comparecencias”, reconoció la madre de Gabriel, luego de que las autoridades encontraran el cuerpo sin vida de su hijo.