Maltrato en Corrientes: denuncian que un chico discapacitado está encerrado y sin comida

La imagen es desgarradora. En una habitación con rejas, en un rancho en Mariano Loza, cerca de Mercedes, Corrientes, un chico vive encerrado, en peores condiciones que un animal, con indicios de estar desnutrido. Aparenta ser adolescente, pero quienes conocen su caso aseguran que tiene por lo menos 27 años. La imagen de J. comiendo ávidamente un plato de comida que le acercan dos vecinas, sus brazos escuálidos y su mirada ausente ponen de manifiesto que se trata de una víctima de la ignorancia, la crueldad humanas, además de la desidia del estado.

Soledad Mazoratti es un ama de casa de Laferrere que viajó a visitar a su familia a Corrientes, como lo hace habitualmente. En ronda de mate, sus parientes le contaron que en el pueblo hay una situación dramática que todos conocen. Un muchacho discapacitado- no se sabe si es sordomudo, si tiene algún retraso mental o es esquizofrénico- que su única tutora mantiene aislado en condiciones subhumanas.

Soledad fue con una hermana a asistirlo, como hacen a escondidas algunos vecinos que le acercan comida y agua. Una mujer las guió hasta la ventana enrejada que es la única conexión de J. con el mundo. «Esperen acá, que puede estar muerto», dijo la señora, al verlo tirado sobre un colchón, aparentemente inconsciente. Cuando Soledad encendió la linterna de su celular para ver mejor el interior del cuarto, J. se levantó y desesperado, se acercó a la botella de jugo que le llevaban. Bebe y come con desesperación, y las visitantes tienen miedo de que se ahogue con un bocado.

La municipalidad ha limpiado los yuyos altos en los alrededores de la edificación precaria donde obligan a vivir a J. pero no se conoce que nadie de la administración haya hecho algo para sacarlo de esa situación.

Hace un año, un vecino hizo una denuncia en la comisaría, pero solamente le tomaron una exposición civil. Los vecinos de este pueblo de dos mil habitantes aseguran que cuando una trabajadora social viaja al pueblo, la tutora baña a J, lo saca de la habitación y lo expone a la inspección, pero que después, todo vuelve a ser como antes.

Se supone que la justicia tiene conocimiento de la situación, pero es incomprensible que J. no haya sido rescatado. Hace más de un año, medios locales informaron que existe un acta judicial: “El menor se encontraba en una habitación bajo llave, asomado tras una reja, avizorando una total falta de higiene, de salubridad”. Y agrega que su tutora, que vive en otro lugar, no puede llevarlo a convivir con ella y su familia porque ignora qué patología tiene. Intervinieron en el procedimiento el fiscal Adrián Casarrubia y el comisario Emiliano Godoy, pero J. continúa en la misma situación.

Los vecinos conocen la historia pasada del chico: hijo de una mujer con problemas psiquiátricos, fue adoptado por Margarita Medina, una vieja habitante del pueblo, conocida por todos,que le dio una vida más digna, aunque no un tratamiento ni acceso a rehabilitación. Los problemas comenzaron al morir Margarita, porque quedó al cuidado de su nieta, ahora beneficiaria de la pensión que cobraría por J. y la presunta responsable de que se encuentre en esta deplorable situación.

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