Río de Janeiro es ya casi una zona de guerra: ayer hubo 9 enfrentamientos a tiros en toda la ciudad

Sucedieron entre la policía y los narcos. La gente relata en las redes testimonios de combates feroces. Las FF.AA. han intervenido pero su resultado es aún polémico.

El día comenzó con una mega operación de la policía y hubo muchos tiros. Yo había salido en dirección al trabajo y mi madre, de 69 años, estaba animada para asistir a su primera clase de guitarra con un grupo de la tercera edad. Tuvo que protegerse de las balas y no pudo salir”. En su testimonio, Helena Ferreira da Silva que vive en el Complejo de la Maré en la zona norte de Río de Janeiro, relató sus momentos de angustias del último jueves. “Vivimos 12 horas de terror. Recibimos fotos de niños tirados en el piso en las escuelas y en las casas para protegerse. Y sabemos que hay gente baleada y muerta”.

“No sé si tengo esperanza de días mejores, pero mi corazón pide paz” concluyó en su relato conciso, sin adjetivos ni golpes bajos, publicado por la revista Época. La de Helena, de 35 años, es una de las tantas historias que sacuden, día a día, a las comunidades faveladas de la capital carioca.

Este sábado los vecinos de otro morro, Dona Marta, bien próximo de los mejores barrios de la zona sur de la ciudad, despertaron aterrorizados por el silbido de las balas. Venían de enfrentamientos entre policías del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) y “soldados” del narcotráfico.

Los registros en Facebook y WhatsApp golpean: “Nunca vi un tiroteo como éste. Estoy sorprendido por la intensidad de la confrontación. Y no está parando”.

Una mujer escribió: “Vivo a media cuadra del subte y escucho desde aquí las ráfagas de ametralladoras”.

En la aplicación “Donde hay tiroteo” que la mayoría de los habitantes de Río lleva por las dudas en celular, postearon un video del furioso tiroteo. Pero hay más: de acuerdo al informe del día, en este sábado ocurrieron nueve enfrentamientos con armas, un “arrastrón” –chicos que bajan de favelas próximas a los túneles para robar a los automovilista– y un hecho de violencia en las calles que obligó a los autos a volver de contramano.

Otra aplicación similar llamada “Fuego Cruzado” mostraba cinco episodios que habían sucedido hasta las 17 horas. Entre ellos figuraban disparos intensos oídos en el Complejo del Alemán y en el morro de Vidigal, dos grandes favelas.

Esta semana debe ser presentado el “plan estratégico” de intervención en Río de Janeiro. El general Walter Souza Braga Netto es el responsable por su diseño. En simultáneo debe asumir sus funciones como secretario de Seguridad del estado fluminense otro general en actividad: Richard Fernández Nunes.

Para el general retirado Augusto Heleno, que comandó la misión de paz de las Naciones Unidas en Haití, no hay dudas sobre los peligros que representa la intervención de las Fuerzas Armadas en una crisis de violencia que debería contornearse con las fuerzas policiales. “El riesgo de efectos colaterales es evidente y debe ser tratado con extrema atención” subrayó el alto oficial.

Sostuvo que una de las complicación que ofrece Río “es la topografía, con una organización urbana muy compleja”. Juzgó sin embargo que hay instrumentos que deben permitir “acompañar de cerca el comportamiento de quienes participen en la intervención”. Sobre la eficiencia que podría acarrear el empleo de efectivos militares, en una tarea de seguridad interna, Heleno indicó que la intervención decretada por el gobierno de Michel Temer el lunes último, y convalidada por el Congreso durante la semana, “no tendrá tiempo ni medios para resolver esa crisis en forma permanente. Sí puede llevarla a un nivel aceptable. Los resultados duraderos requieren años de gestión competente y honesta. Hay dos puntos que me parecen cruciales: los ejemplos deben venir de arriba, y además deben existir inversiones en educación, salud y saneamiento básico”.

El comandante del Ejército, general Eduardo Villas Boas, no pareció del todo convencido sobre la participación de esa fuerza como responsable de la intervención federal en la seguridad del estado fluminense. En varios twitts demostró preocupación e incomodidad. El ya había manifestado su oposición al empleo de los militares en la vigilancia interna; sobre todo por ser las Fuerza Armadas una de las pocas instituciones de la sociedad brasileña que todavía disfrutan de la confianza popular.

En un debate que protagonizó en junio del año pasado en el Senado, Villas Boas recordó que en 2014, la fuerza había servido de apoyo para la instalación de una Unidad de Policía Pacificadora en el Complejo de la Maré., habitado por 130.000 vecinos. “Periódicamente iba para allá y acompañaba a nuestros soldados en la patrulla de las calles. Y un día me di cuenta: nuestra gente armada y al lado pasan chicos, señoras y ancianos. Entonces pensé que estábamos apuntando armas contra la propia población brasileña. Y me dije: somos una sociedad enferma”.

Un año después que las tropas abandonaron la Maré, el general percibió que “todo volvió a lo que era antes”.

 

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