Para el director del diario El País de España las “fake news hacen más necesario que nunca el periodismo de calidad”

Antonio Caño, director del diario El País de España abrió la jornada de periodismo organizada por Folha de Sao Paulo, en Brasil. «Si dejamos que las mentiras se impongan, abriremos un camino seguro para el autoritarismo», arremetió.

 

Las operaciones de intoxicación informativa a través de las redes sociales, las conocidas como fake news, son una amenaza “no solo para la prensa libre, sino para la democracia misma”. Frente a esa epidemia que se ha extendido por todo el mundo, el director de EL PAÍS, Antonio Caño, reivindica “como más necesario y demandado que nunca” el periodismo “de calidad, honesto, riguroso y respetuoso con las reglas profesionales”. Según Caño, aunque la proliferación de bulos en Internet ha llevado “el caos al mundo de las noticias” al mismo tiempo ha “revalorizado el papel de la prensa” como un referente fiable para informarse y “fiscalizar los abusos del poder”.

 

 

Caño abrió este miércoles la segunda jornada de los Encuentros de Periodismo de Folha de S. Paulo, organizados en esta ciudad por el mayor diario brasileño, con una conferencia sobre el fenómeno de las fake news. El director de EL PAÍS recordó que ese nuevo tipo de manipulación informativa “elaborada expresamente para confundir a la ciudadanía” ya ha jugado, en distinta medida, un papel importante en las últimas elecciones de EE UU y Francia, en el referéndum sobre el Brexit en el Reino Unido e incluso en el conflicto catalán en España. Caño alertó que, al ritmo actual, se calcula que en un plazo de dos años el 50% de las noticias que circulen por las redes sociales serán falsas. Y subrayó la envergadura de este problema citando unas palabras del historiador estadounidense Timothy Snyder: “Cuando nada es verdad, todo es espectáculo. La posverdad es el fascismo”. Al hilo de esa reflexión, Caño, que recordó que una prensa libre e independiente es indispensable para la supervivencia de la democracia, remachó: «Si dejamos que fuerzas oscuras impongan sus mentiras a los ciudadanos indefensos, abriremos un camino seguro al autoritarismo».

 

En su conferencia, Caño explicó que las falsedades informativas logran muchas veces abrirse paso porque una parte del público “quiere creer en ellas, las consume aunque sospeche de ellas, ya que lo que desea es ver confirmada su ideología y sus prejuicios”. Pero, al mismo tiempo, otra parte de los ciudadanos ha sentido “una sensación de desprotección” y eso “les ha empujado a buscar de nuevo el periodismo de calidad”, señaló. El director del diario cree que el mejor antídoto contra esta nueva plaga de manipulación informativa está en los medios y no en crear organismos reguladores vinculados a los gobiernos con poder para decidir lo que es le verdad. «En ese caso corremos el riesgo de que para combatir un mal creemos otro peor, la censura», advirtió.

 

El director de EL PAÍS no ocultó los graves problemas que viven los principales periódicos del mundo, debido fundamentalmente a las continuas transformaciones digitales, que les han debilitado económicamente y han “proletarizado el periodismo”. “Hoy somos más débiles y tenemos menos poder para vigilar al poder”, explicó Caño, quien tampoco rehuyó la autocrítica al admitir “la prepotencia y la indiferencia” hacia los intereses de sus lectores en que, a su juicio, cayeron en el pasado algunos medios tradicionales.

 

Pero Caño ofreció además un mensaje optimista al destacar las ambivalencias del momento presente en el mundo de la comunicación. Junto a los problemas descritos, apuntó, el periodismo “en cierta forma vive también una edad de oro”. “EL PAÍS, Folha, los grandes medios nunca hemos tenido tantos lectores”, destacó. “Hay que confiar en que el periodismo de calidad va a sobrevivir, yo creo en ello. Frente al periodismo de mala calidad está el periodismo de buena calidad. Por eso nuestra responsabilidad es enorme”. Nada indica que el público, ni siquiera los más jóvenes que ya no leen periódicos impresos, haya dejado de interesarse por las noticias, y mientras esa demanda exista “seguirá existiendo el periodismo, si no lo destruimos antes por pereza o por falta de ideas”. Lo básico, según el responsable del diario, es que los periodistas «combatan el sectarismo que favorece lectores dispuestos a creer todas las noticias» y en su lugar busquen un público crítico, dispuesto a discutir incluso las propias informaciones y editoriales de los medios que consumen.

 

La circulación de informaciones falsas debe servir a los gigantes tecnológicos, en especial Facebook y Google, para convencerse de la necesidad de trabajar más estrechamente con los medios, según el diagnóstico de Caño. Para el director de EL PAÍS, esas grandes plataformas, sobre todo después de las elecciones en EE UU, “empiezan a ser conscientes del daño que están sufriendo” y, por tanto, de que deben “cambiar su relación con los medios”.

 

Caño también anunció que, a partir de marzo, EL PAÍS tendrá un manual para regular el uso que sus periodistas deben hacer de las redes sociales. La idea, explicó, es que al tratarse de una “actividad pública” los redactores del periódico deben actuar en ellas “siguiendo las mismas reglas profesionales” que en otros ámbitos.

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