Conservación: La protección de los monos carayá rojo son importantes para el ecosistema de la selva misionera y para la salud pública

En el contexto actual del fuerte brote de fiebre amarilla que está azotando estados de Brasil, la investigadora Ilaria Agostini compartió con ArgentinaForestal.com los detalles de su proyecto de conservación por esta especie de primate y una excelente noticia para la conservación de la selva misionera: “El resultado del monitoreo realizado en el Parque Provincial Piñalito fue exitoso, los monos que habitan el área siguen vivos”, expresó esperanzada.

Y explicó la dimensión de la “excelente” noticia. “Su presencia nos indica que el virus de esta enfermedad todavía no está circulando en Misiones. Y es justamente el papel de centinelas epidemiológicos que están cumpliendo estos monos en el área -y del cual se habla frecuentemente con respecto a las dinámicas de la fiebre amarilla-, ellos son importantes no solo para el ecosistema sino también para la salud pública”, sostuvo Agostini.

La población remanente de carayá rojo en la selva paranaense en Misiones es muy escasa en la actualidad. No existen estimaciones confiables del número de individuos, pero los investigadores del Proyecto Carayá Rojo que lidera Agostini desde el año 2005, estiman que no debe haber más de 50 individuos. Es decir, es una población extremadamente pequeña, y se encuentra en peligro crítico de extinción.

Su distribución cubre la parte centro-oriental de la provincia, correspondiente a los departamentos de San Pedro y Guaraní.

Especie en peligro crítico

Agostini es doctora en en Ciencias Ecológicas y es reconocida por su trabajo en el Proyecto Carayá Rojo. En la actualidad esta iniciativa reúne a un grupo núcleo de profesionales de la ciencia constituido por unos pocos biólogos y con la colaboración de epidemiólogos del país que se insertan sobre todo en los aspectos de conservación más relacionados a la vulnerabilidad de esta especie ante brotes de fiebre amarilla.

Como una breve reseña, en la entrevista la especialista explicó que “la presencia de esta especie fue recientemente confirmada para los parques provinciales Piñalito y Cruce Caballero. También hasta hace un año se conocía su presencia en el PP Moconá, pero con el correr del tiempo no se lograron más registros recientes. Finalmente, aparecen algunos relatos de avistajes en otras áreas de la Reserva de Biosfera Yabotí”, relata Agostini respecto al escenario actual de esta especie en la provincia.

El Proyecto lo lleva adelante con un grupo de investigadores del Conicet, ya que las iniciativas y acciones de conservación, se trabajan en conjunto con la Dra. Ingrid Holzmann y Mario Di Bitetti. “Con ellos venimos trabajando con los monos carayá rojo desde el 2005. Inicialmente con estudios sobre la ecología y el comportamiento de estos primates. Luego del brote de fiebre amarilla del 2008 que diezmó la población, nos dedicamos más a la conservación de esta especie que se encuentra en peligro crítico de extinción en la Argentina”, remarcó.

Para el trabajo de investigación recibieron financiamiento de muchas instituciones a lo largo de la historia del proyecto, entre ellas, desde CONICET, Fundación Bunge y Born, Rufford Foundation, Cleveland Metroparks Zoo, Primate Conservation Inc., American Society of Primatology, International Primatological Society, Mohammed bin Zayed Species Conservation Fund, y Conservation International (Primate Action Fund).

Desde hace un tiempo, lograron también el apoyo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación con financiamiento para los monitoreos que se llevan adelante en estos meses de verano 2017-2018.

Agostini recibió además un premio del Fondo de la Conservación Ambiental (FOCA) del Banco Galicia y la Fundación Williams, para llevar a cabo un estudio de métodos de relajamiento para carayá rojo durante este año.

Monitoreo exitoso

Recientemente, desde el Proyecto dieron a dieron a conocer los resultados del monitoreo realizado entre noviembre y enero donde registraron los carayá rojos que habitan en el PP Piñalito.

Durante este período realizaron vigilancia de las poblaciones de monos carayá en el límite con Brasil para poder detectar de manera temprana potenciales brotes de fiebre amarilla.

“El clima no ayudó mucho desde el principio, frente al intenso calor y mucha lluvia, un clima típico de Misiones en esta época del año. Esteban Pizzio y Fernando Foletto, ambos técnicos de campo del Instituto de Biología Subtropical (CeIBA), recorrieron muchos kilómetros tratando de escuchar aullidos y por suerte al cabo del primer día de búsqueda pudieron encontrar al grupo de 5 individuos que ya habíamos identificados en las campañas anteriores”, relató Agostini.

“Se juntaron muestras fecales por estudios parasitológicos y se pudieron seguir hasta la hora que el grupo se fue a dormir. Los días siguientes se siguió con la búsqueda de otro grupo, pero solo se escucharon aullidos, posiblemente de otro grupo en una zona más alejada. Además, se ha observado una pareja de la otra especie, el Alouatta caraya (carayá negro), dentro del Parque”, describió Agostini.

También, afirmó que “se estableció un contacto con el dueño de una chacra que linda con el Parque y que dice haber escuchado a los monos aullar varias veces del otro lado de la ruta 14, un excelente dato”, sostiene la investigadora.

“Es muy alentador saber que puede haber otros grupos de monos afuera del parque, pero al mismo tiempo preocupa porque la ruta 14 ya es asfaltada y si los monos trataran de cruzarla por tierra podría ser una causa más de muerte de los pocos individuos que quedan”, advierte Agostini.

Finalmente, Esteban y Fernando también lograron recorrer los senderos del Parque Provincial Cruce Caballero, donde en octubre del año pasado se registraron nuevamente aullidos y se observó a un macho de carayá rojo.” Lamentablemente en esta ocasión no se pudo obtener ningún nuevo registro en ese parque”, expresó la investigadora que compartió registros fotográficos que fueron obtenidos por los técnicos durante el relevamiento en Piñalito.

La fiebre amarilla, una amenaza en la región

En Brasil, en los estados de Minas Gerais, San Pablo y Espíritu Santo, la situación de epidemia de fiebre amarilla “es grave”, confirma Agostini. “La epidemia sigue activa desde principios de 2017 y ha provocado la muerte de muchas personas y de muchísimos monos. Las personas que se enfermaron no habían sido vacunadas porque en esos ambientes más costeros no habían sido considerados de riesgo por la enfermedad hasta ahora. Pero los últimos eventos de brotes nos indican que el virus de la fiebre amarilla está llegando a instalarse en áreas donde antes no había llegado o no se creaban las condiciones propicias para que se desate un brote de la enfermedad”, explicó la científica.

Con respecto a la situación en la provincia, sostuvo que “en Misiones,  y en áreas muy cercanas a Brasil, todavía no hay indicios de la llegada del virus, pero tenemos que estar atentos, porque como se pudo comprobar en el 2008, el virus puede bajar muy rápidamente. La única manera de poder darnos cuenta de si llega o no es monitoreando a los monos. Mientras que ellos permanezcan, nos podemos quedar tranquilos que el virus no está presente en la zona. Es por esto la importancia de estos monos, no solo para el ecosistema, si no para la salud pública. Una razón más para protegerlos”, remarcó la especialista.

Custodios de la salud humana

Al ser consultada sobre las principales señales que la población debe estar alerta frente a este escenario de epidemia que rodea a Misiones, entre Paraguay y Brasil, evitando los errores que por desinformación se comenten en los países vecinos donde matan a los monos pensando que son los transmisores de la fiebre amarilla cuando en realidad es propiciado por los mosquitos vectores de la enfermedad, Agostini dijo que “a lo que todos tenemos que estar alerta es ante cualquier evento de mortandad de monos aulladores en la provincia. Cuando haya mosquitos infectados con el virus, los monos son los primeros que empiezan a morir en forma masiva. Esa es la alerta que esta especie nos provee, desgraciadamente, con su muerte”, dijo Agostini.

Aclaró que “este fenómeno que se está registrando en Brasil, donde la gente sale a matar a los monos en la chacra o donde lo encuentre, pensando que es la fuente de contagio, es terrible. No solamente por los monos, que ya están siendo duramente afectados por la epidemia (se habla de más de 5000 monos muertos en Brasil), si no por la gente misma. Al matar a los monos están eliminando los centinelas de la fiebre amarilla”, afirmó.

Si llega el virus en un área donde los monos no están más, solo nos daremos cuenta porque se empiezan a enfermar y morir las personas que no hayan recibido la vacuna todavía. “Por eso, quien mata a los monos, no solamente hace un acto deplorable, si no que está comprometiendo su propia salud y la de la gente alrededor. Entre todos tenemos que cuidar su conservación”, convocó la directora del proyecto.

 

Por Patricia Escobar 

 

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