Mirá qué sucede con las neuronas al ingerir chocolate y por qué produce un efecto adictivo

Investigadores japoneses identificaron un grupo de moléculas que serían las responsables de la tentación que se genera por estos alimentos. Especialistas explicaron el rol del cerebro y de las emociones a la hora de comer.

El cacao natural empezó a ser cultivado entre los años 250 y 1.900 por los Mayas. Comer chocolate es uno de los placeres de los que casi todo el mundo disfruta. Los hay para todos los gustos y las versiones abundan: con leche, amargo, blanco, con cereales, frutos secos, dulce de leche, crema, en forma de bombones o tabletas y la lista continúa. Sin embargo, no todos poseen las mismas propiedades a nivel nutricional ni los mismos beneficios para el organismo.

Ingerir diariamente entre 7 y 20 gramos de chocolate amargo al día es bueno para proteger al corazón
Según un estudio realizado por la Escuela de Salud de Harvard un consumo moderado está asociado a una menor predisposición de sufrir fibrilación auricular. Elizabeth Mostofsky, del Departamento de Epidemiología de esa universidad, explicó que la investigación se suma a la acumulación de pruebas sobre los beneficios para la salud de la ingesta moderada de chocolate. «Pone de relieve la importancia de los factores de comportamiento para reducir potencialmente el riesgo de arritmias», explicó en el paper difundido en Heart, una publicación del British Medical Journal (BMJ).

No obstante, este alimento muchas veces está asociado a las ganas irrefrenables de consumirlo. ¿Gusto, ansiedad o estrés? Un equipo de investigadores japoneses identificó la existencia de un grupo de neuronas que serían las responsables de generar tentación por este dulce.

Científicos del Instituto Nacional de Ciencias Fisiológica, situado en la prefectura de Aichi, estudiaron a un grupo de ratones y detectaron que un grupo de neuronas relacionadas con el estrés se activaban ante la presencia de comidas como el chocolate y los dulces.

Los roedores que comieron tres veces más raciones azucaradas se mostraron mucho más estresados que los que lo hicieron en condiciones normales, a diferencia de aquellos que lo consumían normalmente. Este estudio, que será publicado en la edición digital de la revista estadounidense Cell Reports, es el primero en demostrar el papel del cerebro en las preferencias por los glúcidos o las grasas, aseguró Yasuhiko Minokoshi.

«Muchas personas que comen demasiados dulces cuando están estresados suelen pensar que es su culpa porque no son capaces de controlar sus impulsos, pero en realidad podría tratarse de un asunto de neuronas», dijo Minokoshi a AFP.

La relación entre las emociones y la comida

La nutricionista Agustina Murcho explicó a Infobae la importancia de detectar cuáles son los alimentos que generan mayor placer y a su vez el estado emocional en el que uno se encuentra. «Se recomienda consumir alimentos con un alto porcentaje de grasas y azúcar. Hay que consumirlos cuando se está de buen ánimo, ya que cuando estamos nerviosos o estresados la comida comienza a cumplir la función de tapar emociones», detalló la especialista.

«Uno puede recurrir al helado, las galletitas o las facturas porque estás mal y entonces se desquita con la comida. Hay que identificar cuando se está mal emocionalmente y moderar esos alimentos para no generar un descontrol», agregó.

Según la especialista en nutrición Mónica Katz, desde pequeños nos acostumbramos a calmarnos con comida, en lugar de buscar otros recursos. «En lugar de intentar hallar la solución apropiada para cada tipo de estrés o emoción que nos invade, si nos sentimos solos, lo mejor sería llamar a un amigo. Si estamos enojados, lo apropiado sería resolver el conflicto que derivó en esa sensación», afirmó.

La psicoanalista Beatriz Goldberg aseguró que la parte neurológica es importante y juega un papel fundamental, ya que hay una mayor predisposición a comer cosas dulces, sobre todo cuando hay una angustia. «Cuando uno es chico se da como premio para que uno se porte mejor. Inconscientemente, uno asocia las comidas con hidratos de carbono a la niñez», dijo a este medio.

Por eso, hay que saber que las emociones alteran directa o indirectamente el estado inmunológico de una persona. Si éste no es bueno se va deprimiendo poco a poco, no pudiendo procesar correctamente las emociones y sentimientos. «No obstante todo depende de la forma la mirada y el enfoque con el que se vea todo y cómo se procesa mentalmente», concluyó la especialista.

Con este hallazgo realizado por los científicos japoneses, se abre entonces una nueva esperanza para avanzar en investigaciones más precisas que ayudarán en especial a las personas que sufren de sobrepeso.

Fuente: Infobae

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