Exabrupto, insulto, improperio o un hecho de violencia de género

El insulto proferido por el señor Jorge Triaca (h) a una señora que trabajaba con él pone una vez más en el tapete el tratamiento que damos a ciertos hechos que en otros contextos calificaríamos de aberrantes y violentos.

Referirse en forma despectiva al órgano sexual de la progenitora de la destinataria del insulto del desaforado personaje es un doble insulto al género ya que ese tipo de improperio tiene el destino inequívoco de ofensa a “la madre que te parió” y, con disculpas y argumentar una situación de estrés no se resuelve.

El audio que trascendió y fue ampliamente difundido por la mayoría de los medios es por demás explícito y no queda ninguna duda del odio y la furia que trasmitía el personaje en cuestión, furia u odio que ninguna situación de estrés, como argumentó, justifica.

El señor Jorge Triaca (h) desempeña el cargo de ministro de Trabajo de la Nación y en el desempeño de tal función corremos el riesgo de que nuevamente sea ganado por una situación estresante y reaccione como reaccionó con su colaboradora, secretaria, casera, o como queramos llamarla y se produzca un hecho de violencia como el que trascendió días pasados o tal vez más grave.

Considero, desde mi óptica, al insulto que es algo más grave que un exabrupto como lo calificó Triaca, unhecho de violencia de género por lo que ya se dijo al principio y así nos advierten los especialistas que comienzan las situaciones que luego terminan en lo que hoy llamamos femicidio y así como se extiende una orden de exclusión ante casos de violencia de género en parejas, donde al “macho alfa” hace “valer su hombría” a través de la violencia verbal y psicológica, también debería solicitarse una orden de exclusión a quien maneja el ministerio que debe velar por el buen trato que se debe dar a los trabajadores, antes que ocurra algo más grave que la agresión verbal descalificatoria, agravada por el género, trabajo no registrado y otras irregularidades cometidas por un funcionario de una de las áreas más sensibles, sobre todo en este momento en que el trabajador está en el ojo de la tormenta.

No hay que descartar que el ministro Triaca haya incurrido también (un juez laboral por favor)en incumplimiento de los deberes de funcionario público que es precisamente, en su caso, el cuidado de los derechos del trabajador, aunque sea la señora que cuidaba su casa quinta.

No hemos visto, escuchado o leído alguna expresión de repudio por parte del colectivo #NiUnaMenos ante un hecho en que una mujer fue agredida por un hombre que, además, ostenta posición dominante, no solo como empleador de la agredida sino además como ministro de la Nación, así como fue atronador el silencio de #NiUnaMenos ante la agresión que sufrió una mujer,Mayra Mendoza, el 14 de diciembre de 2017 en la Plaza del Congreso, donde fue agredida por cinco hombres, a la vista de todo el país.

Las fotos y videos son por demás elocuentes, una cobarde mujer armada con una peligrosa credencial de plástico “enfrentada” por cinco valientes policías federales, perfectamente pertrechadoscon sus equipos antidisturbios, que le tiran gas pimienta directamente a los ojos a menos de diez centímetros. Si esto no es violencia de género, que me expliquen que es, porque después de esta agresión que sufrió, reitero, “una mujer sola e indefensa a manos de cinco hombres perfectamente armados”, el hecho de que se trataba de una diputada de la Nación y de qué partido es (FpV) resulta totalmente anecdótico e irrelevante.

Seguramente hay otros hechos similares que en este momento se me escapan, pero lo que si sería interesante es que toda agresión de uno o más hombres hacia una mujer, por el motivo que fuera, sea tratada de la misma forma, como violencia de género así podemos lograr algún día que el #NiUnaMenos sea haga realidad.

Emilio Juri

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