Globos de Oro 2018: una vez más la fuerza del poder femenino de Hollywood arrasó con los premios

Las mujeres fueron las grandes protagonistas en la edición número 75 de la ceremonia de premios organizada por la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood.

 

La gran pregunta de la noche de los Globos de Oro era ver si la fiesta conocida por su glamour, por ser la más divertida de toda la temporada de premios podía equilibrar su espíritu con los aires de protesta y cambio que generaron las revelaciones de abusos en Hollywood.

 

Si la vocación de estos galardones es juntar a la mayor cantidad de estrellas por metro cuadrado que se pueda y celebrarlos por ser quienes son, la cuestión era cómo hacerlo cuando una buena porción de los festejados quieren hablar de otra cosa, cederle el primer plano a una causa que les importa más que cualquiera de las que hayan representado antes con un prendedor en la solapa. Cómo encontrar el justo medio entre la mención de películas y ciclos televisivos y el movimiento social que está cambiando la industria que los produce.

 

Al final de la noche la respuesta a esa incógnita dejó nuevos interrogantes para los premios que vendrán. Es que la manifestación del actual estado de situación que partió de Hollywood pero se expande a otras industrias fue más intermitente que continuo y tan desbalanceado como hasta ahora eran los salarios de los hombres y mujeres de la pantalla. Si las mujeres asumieron su lugar en este momento histórico lo cierto es que la mayoría de los hombres presentes adoptaron los modos de siempre. Y la Asociación de Periodistas Extranjeros de Hollywood, responsable de votar los premios, hizo lo de siempre: repartió los más equitativamente posible las estatuillas como para que nadie se fuera a casa sin una. Salvo Steven Spielberg, pero esa es una historia para otro día.

 

En principio la alfombra roja fue distinta a todas las que vinieron antes. «Hoy no preguntamos qué tenés puesto si no porqué estás vistiendo de negro», explicaron en E! mientras Ryan Seacrest y Giuliana Rancic hacían piruetas para alabar a los nominados sin parecer insensibles al movimiento Time’s Up que había propuesto que todos fueran vestidos de negro en solidaridad con los casos de abuso en Hollywood y en todas las industrias en general.

 

Y lo cierto es que con momentos más apropiados que otros -en su mayoría las mujeres hablaron de la causa mientras que los hombres lo hicieron sobre sus carreras-, el cambio se hizo notar en la alfombra. Especialmente cuando Meryl Streep marcó la pauta y demostró que las viejas fórmulas no tenían lugar en la celebración de este año. Acompañada por Ai-jen Poo, activista que trabaja por los derechos de los trabajadores domésticos la actriz nominada por su trabajo en la película The Post: los oscuros secretos del Pentágono abrió el fuego de inmediato: “Estamos felices de estar acá en este momento tan particular. Creo que la gente ahora está enterada del desequilibrio de poder y que eso lleva al abuso. Sucedió en nuestra industria, en los trabajos domésticos, en las fuerzas armadas, en el congreso, en todos lados. Y queremos arreglar eso. Nos sentimos envalentonadas en este momento tan particular que implica una suerte de gruesa línea negra que separa el antes del ahora”.

 

 

Ese antes y después marcó los primeros minutos de la ceremonia y el monólogo del conductor de este año: el comediante especializado en humor político Seth Meyers . A los cuatro minutos del comienzo de la fiesta Meyers se ocupó de nombrar al gran ausente: Harvey Weinstein. «Hoy no está pero volverá en veinte años para ser la primera persona en ser abucheada durante el segmento In Memoriam», disparó Meyers para incomodidad de la audiencia que de todos modos le festejó el saludo del principio. «Buenas noches damas y los caballeros que quedan».

 

Después del monólogo que también tuvo espacio para las bromas sobre el presidente Trump, llegó el primer premio. Nicole Kidman ganó como mejor actriz de miniserie por su papel en Big Little Lies en la que interpretaba a una mujer víctima de la violencia de género. «El poder femenino», se maravilló Kidman a la que algo más tarde seguiría su compañera de elenco Laura Dern y luego todo el elenco cuando el programa ganó como mejor miniserie.

 

Si había una ficción hecha a la medida de esta fiesta era la serie de HBO además, claro de la feminista The Handmaid’s Tale, que ganó mejor serie dramática y mejor actriz protagónica, Elisabeth Moss que tuvo la suerte y el privilegio de agradecer su premio a través de las palabras de Margaret Atwood, autora de la novela en la que se basa la serie.

 

 

Luego ceremonia seguiría en los carriles habituales con los merecidos premios a James Franco como mejor actor por The Disaster Artist: obra maestra, la mejor comedia televisiva The Marvelous Mrs Maisel,a Aziz Ansari por su papel en Master of None y Ewan McGregor por su interpretación múltiple en Fargo.

 

Claro que cuando llegó el momento de otorgar el galardón honorario Cecil B DeMille a Oprah Winfrey el gran salón de baile del hotel Beverly Hilton se cargo de la energía de una marcha de protesta, una reivindicación de género y raza que quedará en la historia de los premios de Hollywood. Aunque el siguiente premio, el de mejor director, viniera cargado de una pesada mochila. Como expresó muy elocuentemente Natalie Portman , encargada de presentar la categoria junto a Ron Howard, se trataba de cinco nominados masculinos. El ganador resultó el talentoso Guillermo del Toro por su película La forma del agua que va camino a convertirse la favorita para los Oscar.

 

La balanza se inclinó un poco cuando Lady Bird, el film de Greta Gerwig fue galardonada con el premio a la mejor actriz, Saoirse Ronan, primero y luego fue reconocida como mejor comedia aunque su directora no haya estado siquiera nominada. Y aun más cuando aparecieron en el escenario dos iconos del poder femenino cinematográfico, Geena Davis y Susan Sarandon, también conocidas como las intrépidas y trágicas Thelma & Louise. Ellas presentaron el premio al mejor actor dramático que fue para Gary Oldman por su interpretación de Wiston Churchill en Las horas más oscuras. Del lado de las actrices la gran ganadora de la noche fue Frances McDormand por su papel en Tres anuncios para un crimen.

 

«Fue fantástico estar en este salón esta noche y ser parte del movimiento tectónico en la estructura de poder de nuestra industria», festejó la actriz que pronto volvería a subir al escenario cuando su película ganó como mejor drama, una categoría presentada por Barbra Streisand , la única mujer en la historia de los Globo de Oro en ganar como mejor directora hace 35 años y, si hay que creer en lo que sucedió anoche en la ceremonia, ya llegó el tiempo de que eso cambie.

La Nación

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