Desaparición en el Paraná: 11 años después, el destino que tuvo el joven palista Fabián Romero sigue siendo un enigma

El dolor para la familia Romero lleva mucho tiempo. Es una herida que no se cierra. Una ausencia que no se llena ni se llenará con nada. Fabián (18 años, en la foto superior a la izquierda), uno de sus integrantes, está desaparecido desde hace 11 años.
Fabián salió a navegar en piragua cuando su amigo Luciano Barbieri el 4 de enero de 2007 desde el club Ombú Chico de Corrientes, cerca del límite con Misiones. Fueron vistos por última vez alrededor de las 17.30 de ese día. Como entrada la noche no habían regresado, sus familiares avisaron a la Prefectura. Desde ese momento empezó el operativo de búsqueda, por agua, tierra y aire, que incluyó además de los hombres de Prefectura a la Gendarmería, al Ejército, a las Policías de Misiones y de Corrientes y a la Armada paraguaya.
Los restos de Barbieri fueron encontrados el martes 13 de febrero por la tarde en la costa de Ituzaingó, Corrientes, en inmediaciones de la represa hidroeléctrica de Yacyretá.
Romero nunca apareció. Mil versiones se tejieron sobre el hecho. Desde el naufragio accidental hasta la intervención de presuntos contrabandistas que terminaron con la vida de los amigos.
La Prefectura Naval Argentina dio por finalizada la búsqueda el 15 de mayo de 2007. En los rastrillajes participaron desde buzos tácticos del grupo Albatros y uniformados de la Armada paraguaya, además de particulares que se sumaron por ser allegados de los Romero y los Barbieri.
Hubo días complicados durante el operativo, con vientos que levantaban olas de hasta 10 metros y pusieron en riesgo a los rescatistas.
En los días posteriores a la desaparición, aparecieron la piragua y las ojotas y el chaleco salvavidas de Luciano. No hubo noticias hasta más de un mes después, cuando dieron con los restos de Barbieri. Estaba en un sector de pinares que había sido inundado por una creciente del río. Recién dieron con él, cuando el Paraná hizo un retroceso.
Fabián nunca apareció, es una herida que sigue abierta para los Romero.