Un 2018 lleno de esperanzas

«Mañana domingo a las 24, habrán pasado 365 días más, un año, o quizás para muchos algo así como algunos minutos que se fueron volando. Sin embargo, cómo hagamos nuestro balance puede determinar en gran parte nuestra capacidad de agradecer lo bueno que vivimos, y los momentos difíciles en los que aprendimos y nos transformamos», reflexiona en su última columna del año 2017 la Lic. Sol Jouliá (*)
Con esa intención, propuse en mi última columna, que los lectores compartieran sus experiencias acerca de qué momento del 2017 los transformó. En mi página de Facebook reforcé la propuesta con un video, en esa plataforma 2554 personas vieron el video y unas 104 interactuaron con la publicación comentando. Algunos hablaron de separaciones que no esperaban, de engaños que los hicieron volver a cuidarse, de pérdidas laborales que los impulsaron a realizar nuevos emprendimientos, de enfermedades que los desafiaron, de encuentros espirituales, de nacimientos y fallecimientos, de accidentes y recuperación, de resultados. Sin embargo, en casi la mayoría de los casos, señalaron que no solían comentar públicamente las experiencias difíciles a sus amigos, ni mucho menos tomarlas como saldo positivo de crecimiento personal.
Comparto con ustedes una historia ejemplar: 
Marcos había organizado un sorteo para los seguidores de su serigrafía vía Facebook, y cuando llegó el día de la entrega de premios usó como siempre los motores de búsqueda aleatorios para elegir al ganador. Una vez que tuvo el primer nombre, buscó contactarse con la persona que había ganado el sorteo pero pasaron más de 24 horas, y como la persona no contestaba tuvo que repetir el proceso y encontrar aleatoriamente un segundo ganador. Esta vez cuando se contactó la persona rápidamente respondió y quedaron en encontrarse para hacer la entrega del premio ese mismo día.
Marcos había tenido una semana de locos, llena de contratiempos, y hasta había pensado dos o tres veces en si debía continuar o no con su negocio. Se hizo la hora en que habían acordado encontrarse, y cuando sonó el timbre de su local se encontró con una señora de unos cuarenta años, de mirada profunda, que entró muy tranquila, se acomodó en la silla y lo primero que dijo fue “sabía que iba a ganar yo, muchas gracias!!!”. Marcos que era de pocas palabras, no supo qué contestar, sólo la miró, asintió, y buscó el premio para entregárselo. Cuando ella lo sostuvo entre sus manos le contó que estaba feliz, que el premio para ella era super significativo porque se lo entregaba alguien a quién admiraba, que siempre seguía sus publicaciones, sus trabajos porque encontraba frases positivas, que la alentaban a seguir. Marcos, se sorprendió, una vez más sólo asintió. Entonces ella continuó, “hace 8 meses me diagnosticaron cáncer, pero desde el momento en que el doctor me dio la noticia mi única respuesta fue -a la enfermedad le gano yo-, -me voy a curar, sé que lo voy a lograr-. Borré a todos los contactos que me decían “pobrecita, ya se te va a pasar”, y tuve que hacer cambios drásticos en mi vida para salir adelante. Pero me siento mejor, estoy viva, y todos los días me siento agradecida a la vida y a esta oportunidad de transformación”.
Cuenta Marcos que cuando la señora volvió a cruzar la puerta para irse, sintió una tremenda conmoción, y que desde aquel brevísimo y causal encuentro del destino él también cambió. Duplicó sus esfuerzos, y se dio cuenta que tenía todo – inclusive salud – para alcanzar lo que soñaba.

Esta historia nos deja una gran enseñanza, y como diría Alejandro Jodorowski recordemos la fuerza de la bondad, la inteligencia de la dulzura, la nobleza de la paciencia y la riqueza de compartir. Gracias a todos los que escribieron y se sumaron a esta propuesta. ¡Feliz 2018!

(*)

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