Juntos desde Eldorado: la historia del cocinero y el mozo, los misioneros cuyo sueño de juventud terminó en tragedia

Ambos eldoradenses fueron los protagonistas de la tragedia que copó los medios de prensa en las últimas horas. Una discusión de carácter sencillo terminó en un momento de furia, un cuchillo clavado en el pecho y la muerte como sentencia final.

 

En la cantina «Pinuccio & Figli» los empleados no salían del asombro. Un domingo que parecía normal terminó con un homicidio que todavía les resulta inexplicable. Juan Dionicio Maidana (40) estaba rayando queso mientras sus compañeros limpiaban el salón. José Adolfo Medina (48) estaba en la cocina preparando el “antipasto”. El cruce fue breve, para los testigos sonó inocente, pero terminó en tragedia. Según declararon ayer, Juan le habría pedido a su amigo el cocinero que se apurara con las entradas. “Callate, buchón”, dicen que le respondió, poco antes de regresar de la cocina con una cuchilla de 25 centímetros para apuñalarlo en el pecho. El mozo murió en el acto.

 

Juan Maidana trabajaba en el restaurante italiano de Chile 2199, en el barrio de Balvanera, desde 1996. Era mozo y había viajado desde Misiones para hacer su vida en Buenos Aires a los 19 años. A Medina lo conocía desde Eldorado, su ciudad natal, y hasta convivieron en una habitación, a metros del restaurante familiar, por aquellos años. Nadie recuerda que haya habido entre ellos algún problema que justificara la reacción desmedida de Medina, que terminó internado en estado de shock después de matar a su amigo.

 

“Pinuccio & Figli” los fines de semana abre al mediodía y vuelve a atender para la cena, a las 20.30. Usualmente Juan se quedaba en la zona con sus compañeros durante esas horas libres, entre el servicio del almuerzo y el de la cena. No regresaba a la casa que compartía con su pareja en Berazategui.

 

Como tantas otras veces, el domingo por la tarde Juan, José y sus compañeros tendrían que haber ido a jugar al fútbol. No fueron porque les “faltaba uno” para el equipo y se quedaron jugando a las cartas. “Capaz si hubiéramos ido, no pasaba todo esto”, se lamentó Alberto, un compañero de la víctima.

 

“Nunca antes había habido problemas entre ellos. Esto habrá sido un rato antes de las 20, antes de abrir, no había clientes. Yo estaba enfrente pero vine corriendo cuando escuché los gritos que pedían ayuda”, le dijo Alberto a C5N. Y detalló: «José lloraba y no sé lo que me decía. Estaba totalmente arrepentido. Para nosotros no tiene explicación lo que pasó porque eran dos buenos muchachos. No sé qué le pasó, no podemos entender. Se ve que estará arrepentido, pero ya es tarde. Se ponía nervioso únicamente por el tema de la diabetes que tiene, que está bastante avanzada, pero nunca nada grave. Se enojaba y al rato se le pasaba».

 

– «Apurate con el antipasto», dijo Juan.

 

– «Callate, buchón», respondió José.

 

– «Andá, sucio», remató Juan.

 

Ese fue el último diálogo que escucharon los testigos antes de la tragedia. Nadie supuso lo que pasaría después, por eso nadie pudo detener al asesino.

 

José terminó de pronunciar esas palabras y fue a la cocina. Regresó con su cuchilla en la mano y apuñaló a su amigo. Después quedó en shock, llorando, parado en una esquina del local, hasta que llegó la Policía.

 

“Era una cuchilla tipo chuletera de aproximadamente 25 centímetros de largo por tres de ancho, penetrándolo en la zona izquierda del pecho”, detallaron fuentes policiales a Clarín.

 

Joel y Alberto, los dos compañeros que estaban en el lugar, fueron los primeros en auxiliar a Juan, que quedó tendido en el suelo. Llamaron a la ambulancia y corrieron a buscar un patrullero que custodia la casa de la vicepresidenta Gabriela Michetti, que vive a metros de allí y es habitué del lugar.

 

Los médicos del SAME intentaron reanimar a Juan, pero nada pudieron hacer para resucitarlo. Ya estaba muerto cuando llegó la ambulancia.

 

Medina quedó detenido en el restaurante y fue derivado al hospital donde lo atendieron por un pico de presión y por su diabetes. La causa por homicidio quedó a cargo del juez Roberto Ponce, del Juzgado Criminal y Correccional N°23.

 

Clarín

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