«Adiós, gigante de acero»: la emotiva despedida de la primera tripulación del ARA San Juan a «los 44»

Son los 34 tripulantes de la primera dotación del hoy desaparecido submarino, cuando entró en servicio en 1985. Mirá el poema de despedida y las fotos históricas.

Si un marino es indivisible de su navío, un submarinista lo es aún más de su submarino. La pasión hierve la sangre de esos hombres y el buque pasa a ser una extensión de sus brazos, mente, piernas. Tanto, que el submarino cobra entidad humana. No sólo para ellos, sino para los hijos, la madre, la esposa, la familia. Todo gira alrededor de esa nave estrecha y misteriosa que los sumerge en el fondo del mar.

Los 34 hombres premiados por la Armada Argentina para integrar la primera dotación del ARA San Juan están de luto. El luto es por tiempo indefinido. Y ese luto se extiende a toda la familia de submarinistas y la familia naval. Hoy esa congoja se mece en la zozobra que siente toda la sociedad Argentina. Hoy ellos, los 34, junto a sus esposas y familias, están todos unidos. Y ahora quieren homenajear a sus héroes.

El TR- 1700 (TR por el tipo de submarino: Thyssen Reinstal y 1700 por sus toneladas) S-42 (S por submarino) se fue a pique. Está insondable, asentado en algún lugar del fondo del océano. Un poema, que escribió la esposa de Daniel Cepeda, el suboficial sonarista de la primera dotación que trajo al ARA San Juan en su bautismo interoceánico desde Alemania hasta Mar del Plata en una travesía de inmersión que duró 28 días, cuenta cómo se siente esa pérdida. Y habla del «olor a submarino».

“Olor a submarino. Es un cóctel impregnante con aroma a aceite hidráulico, comida, encierro y gasoil, que traen impregnado todos los tripulantes en su ropa, en su piel, en sus zapatos”, cuenta Gabriela Cepeda. “Las mujeres hacemos que nuestros maridos se desvistan en el lavadero y dejen toda su ropa ahí para que el submarino no contamine nuestras casas con su olor”, relata Gabriela. Ella está casada con Daniel Cepeda, y sabe muy bien de lo que habla. Tiene 49 años, es maestra y fue quien escribió el sentido poema “Adiós gigante de acero” como homenaje de los 34 y sus mujeres, a los 44 héroes del ARA San Juan y sus familias.

“Después de escuchar el parte oficial número 50, en el que el capitán de Navío Enrique Balbi informaba que cesaba el protocolo de rescate de personas debido a la imposibilidad de sobrevida, me surgió la necesidad de dejar testimonio de esta tragedia y de éste submarino”, relata a Clarín Gabriela y continúa. “Como esposa de un submarinista, quise plasmar mis propias vivencias para homenajear a los 44 héroes del ARA San Juan”.

En las paredes de la casa de Daniel y Gabriela Cepeda en Mar del Plata, cuelga el escudo o heráldica y varias fotos del ARA San Juan. El primer comandante de ese buque, el capitán de Navío (RE), Carlos Alberto Zavalla, pensó para la heráldica de su buque en los indios Huarpe que habitaron la provincia de San Juan. “Ellos abominaban de la mentira y tenían una moral superior. Quise darle ese impronta al submarino. No solo para mi dotación, sino para las muchas otras que vendrían después”, cuenta Zavalla. En un campo del escudo, se plasma la cabeza del indio sanjuanino, el azul representa la profundidad en la que navega el submarino; el pez de espada en sable de silencio, representa el arrojo y la decisión con la que debe comportarse la tripulación, dentro y fuera del buque”, concluye Zavalla.

-¿Por qué le gustan tanto los submarinos?, pregunta Clarín al cabo sonarista Daniel Cepeda. “El submarino te detecta y te encuentra. Si naciste para ser submarinista, va a llegar un día en que pises uno, y vas a sentir que estás exactamente donde querés estar”, explica Daniel Cepeda y hace un silencio.

“Todos amábamos a ese submarino. Cuando estábamos construyéndolo en Alemania, escribí a escondidas del comandante Zavalla, con marcador indeleble, mi nombre en un costado del sonar: “Suboficial Daniel Cepeda, primer sonarista ARA San Juan”, cuenta. Es que esos primeros 34 hombres fueron seleccionados y premiados por la Armada. En la primera dotación de un buque van “los esmerados”, los primeros promedios, los que sobresalen por su sacrificio y por su esfuerzo.

Gustavo Pérez es suboficial principal (RE), especialista en comunicaciones. El fue quien izó por primera vez la bandera del ARA San Juan en la popa del submarino en el astillero alemán. Fue el 18 de noviembre de 1985, en el puerto de Emdem, en norte de Alemania, frente al Mar del Norte. “A la primera izada de bandera de un buque se la llama: Afirmación del Pabellón. Es una celebración importante para un buque porque porta por primera vez su nacionalidad”, explica Pérez y agrega: “Los marinos estamos hechos de códigos y antiguas tradiciones que vienen desde el padre de la Armada, el almirante Guillermo Brown”.

Pérez cuenta a Clarin que en la Armada existe una sana competencia por ver cuál de las dos dotaciones de submarinos mellizos es mejor. “Los tripulantes del ARA San Juan compiten con la dotación del ARA Santra Cruz. Los primeros son “Sanjuaninos” y los del submarino ARA Santa Cruz serán de por vida “Santacruceños” –Instruye Pérez– “Es un sano River-Bocasin saber cuál es cuál. Santafesinos versus santacruceños. En la Armada, todas las dotaciones de submarinos gemelos han competido entre sí para ver qué buque con su dotación es mejor que cual”.

Raúl Frías también es suboficial cabo primero (RE) de la Armada y parte de la tripulación original. “Somos una familia en inmersión, y allí abajo, todos dependemos de todos. Competimos. Pero esa competencia es sana y leal. Cada buque deja una marca indeleble en sus hombres.

El poema

Yo te despido San Juan como se despide a los grandes, con humildad y en silencio. Yo te despido San Juan, con ese gesto triste que dejabas en los que llevabas a bordo y en los que dejabas en la dársena.

Yo te despido San Juan con la sonrisa de las anécdotas de todos los que surcaron el mar en tu regazo, los que te conocieron desde antes de tocar el mar tuvieron la fortuna de recorrerte por lugares recónditos de tu estructura que para otros ni siquiera fueron pensados.

Casi como en secreto, detrás de ciertos equipos, algunos con pintura indeleble escribieron sus nombres y fechas de cuando te estaban armando allá, en Alemania, por los 80’s.

Para que aparecieran algún día cuando pasaras a desguace.

¡Vaya treta que te jugó el destino!

Yo te despido San Juan con la rivalidad que siempre tuviste con tu gemelo idéntico, el Santa Cruz.

Pero te digo algo…Para mí fuiste único.

Yo te despido San Juan con mis hijos sentados en la silla del sonar que su padre tanto quiso y mirando con la fascinación que sólo puede tener la mirada de un niño a través del periscopio.

Yo te despido San Juan con las risas de los festejos de cumpleaños, navidades, años nuevos, despedidas de solteros, nacimientos. Yo te despido San Juan con la ropa con “olor a submarino” que Dany traía casi a diario y que era imposible de tapar.

Te despido porque sé que diste lo mejor que pudiste, y todos los que pasaron por vos pusieron el alma, y éstos 44 pusieron su vida.

Siempre serás recordado como el glorioso San Juan, el que forma parte de cientos de anécdotas de esos submarinistas, que no dejan ni dejarán de hablar de vos.

Yo te despido San Juan con un Gracias, por todo lo que nos diste, Gracias, por ser parte de mi historia.

Adiós gigante de acero.

¡Viva la Patria!

La historia
– El 21 de diciembre de 1985, el flamante submarino de la Armada Argentina recientemente bautizado como ARA San Juan, zarpó del puerto de Emdem, en el norte de Alemania. Su gran bautismo interoceánico fue una navegación de 28 días en inmersión hasta arribar a la Base Naval Mar del Plata, el 18 de enero de 1986.

– Su gemelo, el ARA Santa Cruz, había partido unos meses antes del mismo astillero alemán. Eran submarinos mellizos, prototipos hechos en Alemania para la Armada Argentina, y los primeros submarinos interoceánicos que tenía el país.

– La primera dotación de un buque es siempre seleccionada por la Armada en base al mérito. Así, los mejores promedios de ese año viajaron Alemania para traer el nuevo submarino.

– Ese fue el premio concedido por la Armada para los 34 esmerados marinos: ser la primera dotación de un flamante submarino, el ARA San Juan. (Clarín)

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