La guerra de la independencia como nunca antes la leímos

Pólvora, gritos, sangre y temor son componentes básicos de cualquier batalla a lo largo del tiempo. Los ejércitos se enfrentan, los hombres luchan para vencer o morir en el intento. Así de simple. Así de compleja es la historia de la guerra. Tanto, que un solo fenómeno psiquiátrico puede provocar no solo una derrota, sino que fue capaz de ocasionar el mayor desastre de las armas revolucionarias en el marco de la guerra de la Independencia.

Alejandro Rabinovich. Radio Libertad

 

En “Anatomía del pánico”, Alejandro Rabinovich da cuenta de cómo ese fenómeno psíquico se apoderó de las tropas lideradas por Antonio González Balcarce y Juan José Castelli, para desembocar en la derrota de Huaqui, el 20 de junio de 1811, a la vera del lago Titicaca.

Bajo el sello de Sudamericana, el libro se inserta en la extraordinaria renovación historiográfica que viven los estudios militares en la Argentina. La generalizada adopción de la metodología de la historia social para estudiar las guerras, trae resultados como estos que nos propone el doctor en historia y docente de la Universidad Nacional de La Pampa.

Más que de una anatomía del pánico, lo que Rabinovich hace es la anatomía de la batalla de Huaqui y, si se quiere, de las características mismas de la guerra en el contexto revolucionario e independentista. A partir de un pormenorizado estudio de campo y del análisis de las fuentes directas, en especial lo que se conoce como la “Causa del Desaguadero” (el juicio contra Castelli y Balcarce por la derrota), el historiador pudo reconstruir paso a paso la conformación de aquel ejército y su accionar al momento de la batalla.

En este plano, se trata de un libro único que, incluso, supera holgadamente otros trabajos elaborados por historiadores del ámbito militar, siempre centrados en la táctica y la estrategia guerrera. Aquí aparece todo ello, claro está, pero sujeto a los sujetos, valga el juego de palabras. Y Rabinovich logra eso, que las acciones de la batalla tengan protagonistas con nombres y apellidos, con su ubicación en el tiempo y en el espacio y con las consecuencias colectivas de sus acciones individuales. Que eso es, en definitiva, lo que es el pánico: el contagio que se registra de un soldado a otro, de un pelotón al de al lado, de una compañía a la siguiente… de un batallón a todo un ejército.

Por eso, más que de una anatomía del pánico, podríamos definir a esta obra como la disección más profunda, en términos historiográficos, de una batalla de la guerra de la Independencia. Y no de cualquier batalla, sino del combate más importante en términos cuantitativos de toda la guerra. Nunca más los ejércitos de la patria lograron reunir bajo un mismo comando los casi 6000 hombres que tuvieron Balcarce y Castelli en aquella jornada.

Esta disección le permite al autor identificar el pelotón exacto en el que comenzó el pánico y cómo ese fenómeno se expandió por todo el ejército. También le pone nombre y apellido al jefe de ese pelotón, en definitiva, el responsable directo de encender la llama del temor y el pánico entre sus colegas. El relato es cinematográfico y, por lo tanto, no vamos a spoilear su desarrollo. Sí digamos que hay algo azaroso en la escena, como también hay mucho de condiciones previas que favorecieron ese contagio del pánico. En primer término, la propia preparación y distribución de las tropas a la hora del combate. En segundo plano, el enemigo, conducido por un hombre clave de toda la guerra, el Brigadier José Goyeneche.

 “Anatomía del pánico” es un libro de enfoque novedoso para el mercado editorial y ratifica el desembarco de la historia social de la guerra en la vidriera de novedades de las librerías. Para el lector común puede ser un dato intrascendente, pero pone en evidencia cómo lo que tradicionalmente se denominó “la academia” se abre a nuevas formas de comunicación, que permiten difundir los contenidos a un público cada vez más amplio. Y digamos, sin temor a ningún pánico, que Rabinovich ha triunfado en su cometido.

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