Copa Sudamericana: Independiente goleó en Paraguay y ya se siente en semifinales

Con tantos de Leandro Fernández (2), Meza y Albertengo aplastó 4-1 a Nacional por la ida de los cuartos de final.

Deliran en esa Gradería Sur donde está el cartel electrónico del mítico Defensores del Chaco. Cantan y saltan sobre los mismos escalones que 24 horas antes ocuparon los fanáticos del archirrival de Avellaneda. Ataviados de rojo festejan con desenfreno esos 1.000 fanátícos que le dedican el contundente triunfo al vecino del barrio y ratifican que se sienten el Rey de Copas. Es que Independiente dio un paso gigante para conseguir su boleto a las semifinales de esta Sudamericana. Aplastó en el resultado y en el juego a un limitado y entusiasta rival como Nacional de Paraguay, que en su torneo doméstico pelea por no descender.

Había sido un desarrollo tedioso, con abundancia de imprecisiones la primera porción de la etapa inicial hasta que apareció esa muy buena maniobra del pibe Barco que terminó con una exquisita habilitación para que Meza estampara el 1-0 parcial. Pero poco le duró esa ventaja a Independiente. Porque en una pelota parada y ya sin el venezolano Amorebieta en la cancha por el brutal codazo de Luis Caballero, justamente el delantero local con la 23 en la espalda puso el empate con un cabezazo.

El dibujo que diagramó inicialmente Holan con línea de tres, en realidad fue mutando a otros distintos. Le dio alas a Bustos y a Sánchez Miño por las bandas y tanto Meza como Barco intentaron despegar rápidamente para desequilibrar y alimentar al único de punta, Albertengo.

Pero las lesiones de Amorebieta y de Nery Domínguez también tuvieron su influencia, para bien de Independiente. Holan notó en el entretiempo que si el equipo aceleraba podía llevarse puesto a Nacional. Y entonces con la lucidez de Meza, las gambetas de Barco, el poder de fuego de Leandro Fernández y el trabajo parejo del resto lo liquidó rápidamente.

Empezó a acumular situaciones ante una defensa que es fuerte de arriba pero cuando se la supera con triangulaciones, con movilidad, con juego asociado, va perdiendo el rumbo. Independiente gritó 4 veces pero la distancia en el marcador pudo ser más abultada. Se notó claramente la diferencia de categoría individual sobre todo en los segundos 45 minutos.

Mejoraron los circuitos de juego de Independiente. Albertengo dejó de ser la referencia de área y se volcó por la derecha, por ese sector mandó el centro venenoso que Fernández cabeceó al 2 a 1. Resultó imparable. Barco hizo lo propio, recostándose a la izquierda. Al pibe maravilla de Independiente le hizo el penal Jonatan Santana. Fernández, después del rebote en el arquero Santiago Rojas, marcó el 3 a 1. Y gracias al buen pie de Meza, un gran titiritero porque movía los hilos del equipo, más el resto de los volantes que se sumaban al ataque, Independiente se hizo imposible de contener para Nacional.

Los paraguayos se hicieron un manojo de nervios, dejaron demasiados espacios y cada contragolpe rojo generaba peligro de gol. El propio entrenador de Nacional, Roberto Torres, lo admitió en la conferencia de prensa:“El segundo gol, nos mató”. Y fue así. Nunca pudo recuperarse el equipo paraguayo en el que jugó Arsenio Erico, también ícono rojo.

Los jugadores se brindaron, concentrados, ajenos a todo ese clima enrarecido que se vivió en la semana, con la apretada de Bebote Alvarez, jefe de la barra, a Holan. Como si no hubiera pasado nada afuera de la cancha, dejaron todo. Y mostraron que el equipo es un serio candidato a ganar la Sudamericana, esperando la definición de Libertad y Racing. Porque parece difícil que se le escape el tren a la semifinal después de haber convertido cuatro goles de visitante. El sueño sudamericano está vivo. La meta del Rey de Copas es repetir, como hace 7 años, cuando ganó el trofeo de la mano de Mohamed.

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