La sinuosa historia de la industria en la Argentina

La contradicción es histórica en la Argentina, tanto, que si quisiéramos definirla con una categoría de la actualidad, podríamos decir que la grieta separa a dos modelos productivos que, en realidad, deberían ser complementarios. Lo cierto es que el campo y la industria siempre fueron planteados como modelos casi antagónicos e imposibles de congeniar, en especial desde que la elite liberal de fines del siglo XIX adoptó el modelo agroexportador para nuestra economía. Desde entonces, campo e industria conformaron campos estancos, con tensiones, conflictos e intereses pocas veces integrados.
Hoy, una de esas partes, tiene un libro que recorre su experiencia vital. Se trata de “Historia de la industria en la Argentina”, de Claudio Belini. Quien analiza el modelo productivo industrial imperante en el país desde “la independencia a la crisis de 2001”.
 
Por lo pronto, surgen un par de cuestiones centrales. En primer término, que pese a la visualización de la elite de que el modelo agroexportador era el destinado a desarrollar a la Argentina, la industria en nuestro país siempre estuvo presente. Ello se explica, en parte, por la presencia de los rubros vinculados a la producción primaria, como las aceiteras o las industrias alimenticias. Esto es, si bien con una presencia un tanto periférica, la industria nacional fue parte de la economía Argentina casi desde el mismo momento en que se consolida el Estado Nación.
En segundo lugar, los constantes vaivenes que sufrirá el sector a partir de la década de 1930, momento en el que la industria tiene un despegue a partir de la sustitución de importaciones, hasta la crisis de 2001. Allí hay etapas claramente diferenciadas. Por un lado el primer peronismo, que impulsó el desarrollo industrial desde el Estado mediante un proceso que no estuvo exento de “ásperas controversias”, explicará Belini. Es que “la industrialización como sendero de desarrollo era objeto de disputas e impugnaciones”.
Luego vendrán otras instancias industrializadoras, como la del desarrollismo de Arturo Frondizi y el “auge de la industrialización por sustitución de importaciones”. Proceso que se irrumpe en 1976 con la reversión del modelo y el retorno a una proyecto agroexprtador, ahora vinculado al aparato financiero internacional, en el marco de la dictadura cívico-militar.
Por último, el autor recorre lo que fue la crisis del modelo, que concluye con la debacle social y económica del 2001. Es interesante el planteo, porque las medidas económicas de la década de 1990 se asemejan al actual modelo económico imperante en el país desde la asunción de Mauricio Macri, en diciembre de 2015. En ese sentido, el libro invita a la reflexión sobre el camino productivo que sigue el país y cuál podrían ser sus consecuencias.
Es que, como se suele decir, la historia nos ayuda a comprender el presente, y este libro sobre la historia de la industria argentina, es una herramienta muy efectiva para vislumbrar hacia dónde vamos como sociedad.

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