Imputan por sedición al jefe de la policía de Cataluña

El “major de los Mossos” deberá declarar por un delito sancionado con hasta 15 años de cárcel; lo acusan de no intervenir ante actos de asedio a guardias civiles.

 

La respuesta de la Justicia al desafío separatista de Cataluña empieza a sentirse con fuerza: la Audiencia Nacional citó hoy al major Josep Lluís Trapero, jefe de los Mossos d’Esquadra, como imputado por el delito de sedición, que se castiga con entre 10 y 15 años de prisión.

 

 

Al máximo responsable de la policía autonómica catalana se lo investiga por su aparente pasividad durante un operativo judicial del 20 de septiembre en el que un numeroso grupo de manifestantes independentista asedió durante 12 horas a los guardias civiles y delegados judiciales que ejecutaban un allanamiento en la sede de la Consejería de Economía de la Generalitat, en el centro de Barcelona.

 

Aquel día habían sido detenidos 10 funcionarios del gobierno catalán acusados de organizar el referéndum declarado ilegal -y que finalmente se celebró este domingo-. Los activistas de Asamblea Nacional (ANC) y Òmnium Cultural (OC) habían liderado aquella protesta violenta, en la que fueron destrozadas dos patrullas de la Guardia Civil.

 

 

Jordi Sànchez, líder de la ANC, y Jordi Cuixart, de OC, fueron imputados en la misma causa que Trapero. En el caso de ellos el delito de sedición prevé penas de 8 a 10 años (por no ser cargos públicos).

 

Esta causa es la primera de alta gravedad a la que se expone Trapero por su actuación en la crisis del referéndum. Tiene querellas interpuestas por cómo gestionó la orden judicial para cerrar los colegios electorales e impedir la votación. Ante la inacción de los Mossos fue que se dispuso que las fuerzas estatales desalojaran las escuelas por la fuerza cuando ya estaban llenos de gente.

 

Trapero adquirió una enorme visibilidad mundial en agosto cuando le tocó ponerse al frente de la investigación del atentado jihadista en La Rambla de Barcelona.

 

El conflicto independentista recrudeció apenas después. Los Mossos quedaron atrapados entre su obligación de colaborar con la instrucción judicial y su lealtad política al gobierno catalán, lanzado a la desobediencia.

 

Los simpatizantes de la independencia convirtieron al jefe policial en un ícono de resistencia. En las manifestaciones de las últimas semanas puede verse a gente con camisetas estampadas con la cara de Trapero. Llevan impresa una frase bilingüe con la que se ganó el cariño de muchísimos separatistas: «Bueno, pues molt bé, pues adiós». Se la dijo en una conferencia de prensa a un periodista extranjero que se quejaba porque la información sobre los atentados se diera en catalán y amenazaba con irse de la sala.

 

El delito de sedición castiga a quienes participaran de «un alzamiento público y tumultuario para impedir, por la fuerza o fuera de las vías legales, la aplicación de las leyes o el cumplimiento de sus acuerdos, o de las resoluciones administrativas o judiciales».

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