Coaching: ¿moda o disciplina emergente?

El coaching está en boca de todos y en estos últimos años, la disciplina, que ha crecido de manera sostenida, tiene cada vez más adeptos en distintos ámbitos de la sociedad, desde presidentes, hasta ama de casas, todos están experimentando en carne propia lo poderoso de esta nueva manera de aprender, de ver la vida.

 

El coaching tiene su origen en el campo de los deportes con la figura del entrenador (coach), quién trabaja con equipos o individuos para lograr un desempeño extra-ordinario. El coaching personal y luego el organizacional, como disciplina genérica, se extiende más allá del campo de los deportes, y surge como una nueva experiencia de aprendizaje.

 

Para entendernos mejor hacemos algunas aclaraciones que tienen ver con la terminología, a saber: coach (profesional competente), coachee (persona asistida en su proceso de aprendizaje) y coaching (la practica misma, la conversación entre coach y coachee)

 

El objetivo del coaching es asistir a individuos, equipos y organizaciones para superar significativamente sus niveles presentes de desempeño y enfocar sus conversaciones y acciones hacia nuevos umbrales de posibilidades. Es básicamente una práctica orientada al aprendizaje, en donde los coaches adquieren competencias para actuar como facilitadores de ese proceso

 

El coach trabaja con el individuo o equipo, fundamentalmente en el dominio del lenguaje, con competencias tanto conversacionales como de escucha, en sesiones acotadas en un período de tiempo establecido previamente entre las partes. El coach abordará también en mayor o menor medida, aspectos emocionales y corporales para que se alineen a los objetivos del coacheé.

 

Básicamente se trabaja en dos modalidades, por un lado los procesos de coaching propiamente dichos y por otro como capacitadores, teóricos experienciales en distintas organizaciones, fortaleciendo las comunicaciones y el trabajo en equipo.

 

Los individuos y organizaciones trabajan bajo ciertos paradigmas que limitan las acciones a lo que dichos paradigmas establecen como posible o no posible. Es en el dominio de las interpretaciones de las personas, donde está el poder de la organización, pues lo que para alguien puede ser posible para otro puede no serlo, o lo que alguien ve como un problema, otro lo ve como una oportunidad, dependiendo del tipo de observador que sea. Partimos de entender que las personas no tenemos la capacidad de ver las cosas como son, sino que son como las vemos. En cómo vemos, y por consiguiente cómo interpretamos lo que sucede, es donde reside en gran medida el umbral de lo posible.

 

El coach asiste en la brecha entre lo que se declara querer y lo que efectivamente se logra, ya que no hacemos lo que queremos sino lo que podemos, por lo cual es necesario para poder más, incrementar el poder personal y organizacional.

 

Lejos de ser una moda, el coaching ontológico está presente en nuestro país desde hace más de 30 años y cada día la sociedad, las instituciones y las organizaciones, no solo van logrando dimensionar lo rentable que es incluir esta disciplina en esos espacios sino que también ven el potencial transformador para ellos y para los que los rodean.

 

Una de las mayores fuentes de poder organizacional reside en la red de relaciones tejidas en el equipo de trabajo. Postulamos que nadie llega más lejos de lo que sus relaciones le permiten. Cuando las distinciones comunicacionales productivas son aplicadas, producen un impacto sin precedentes en la organización. Un equipo sin coordinación, resta, mientras que la coordinación efectiva basada en un modelo de comunicación productiva, multiplica en el resultado.

 

El coaching, en pocas palabras, está diseñado para ser un proceso de aprendizaje y de superación.

Nestor Lucero – Coach Ontológico Profesional

0351 – 3059418

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas