Nutrición: ¿Por qué se produce el efecto “rebote”?

Tras el deseo de adelgazar, muchas veces pensamos en varias alternativas y sobre todo aquellas que nos den resultados inmediatos, por ejemplo, las típicas dietas restrictivas, que prometen bajar de 5 a 10 kilos en una semana.

Es lógico que nos tienten debido a que son muchos kilos en poco tiempo y teniendo en cuenta que siempre nos apuramos a adelgazar cuando llega un evento especial o el verano, esto “sería lo ideal”. Si bien, en muchos casos, se logra reducir estos kilos, el problema radica en poder mantenerlo en el tiempo y no sufrir el famoso y temido “efecto rebote”.

A pesar de que este efecto es muy conocido, muchas personas se someten en dietas muy restrictivas (600-800 calorías por día) que en realidad pueden ser efectivas, pero sólo a corto plazo. Con el tiempo predisponen a un mayor aumento de peso posterior al descenso en comparación con el adelgazamiento que se hubiera logrado con una dieta hipocalórica convencional, con aporte adecuado de nutrientes.

Las razones son varias:

Los mecanismos hormonales por los que el cuerpo sube y pierde peso a diario, la falta de calorías provoca un desorden en el organismo y éste fisiológicamente se defiende. Como requiere una cantidad de energía mínima para su funcionamiento óptimo, cuando esta cantidad no se ingiere con los alimentos el cuerpo registra la situación con una alerta y activa un “estado ahorrador” que:

 Reduce el gasto metabólico; gasta menos calorías por cada gramo de alimento ingerido.

 Aumenta la sensación de hambre para recordarnos que nos faltan alimentos.

 Predispone a una sobrealimentación que en algún momento ocurrirá. En más o menos días, es común no soportar la necesidad física de comer y se lo hace en exceso debido a la deficiencia calórica arrastrada.

Por lo tanto, el efecto rebote se hace inevitable porque el cuerpo continúa el sistema de “bajo consumo” y sigue almacenando más y gastando menos a pesar de comer muy poco.

Lo ideal es llevar una dieta hipocalórica pero adecuada a cada persona, a sus características biológicas y físicas, como así también socioculturales. Pues de nada sirve copiar una dieta modelo si la misma no se adapta al lugar en el cual vivimos, a nuestro trabajo, situación económica, actividad física y gustos alimentarios, por la simple razón de que no será sostenible en el tiempo.

Las dietas restrictivas no sólo fracasan en el fin de adelgazamiento, sino que, además, impactan negativamente en el estado de ánimo porque, al no cumplir nuestras expectativas, finalmente conducen a la frustración, abandono y un mayor aumento de peso. La mejor manera de lograr un verdadero cambio físico es a través de la modificación de los hábitos alimentarios y el estilo de vida en general, y éste es un proceso que lleva tiempo, dedicación y esfuerzo.

Lic. Romina Krauss

M.P.n°147

 

 

 

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