Recuerdan que familia de misioneros escuchó voces de fantasmas en una casa de Ituzaingó

Hay muchas creencias en torno a la existencia de fantasmas, espectros o entidades espirituales desconocidas, por parte de personas que mucho no conocen al respecto. Pero la realidad es que, aunque muchos lo nieguen o no crean, estos entes existen y muchas veces conviven con nosotros sin que nos demos cuenta, o por lo contrario, se manifiestan mediante ruidos o voces para demostrarnos algo, o quieren comunicarnos alguna cosa. Corrientes es una provincia de larga historia sobre este tipo de manifestaciones, ya sea por lo antigua y centenaria que es o por la idiosincrasia y tradición de sus habitantes.

El caso sucedió en la localidad de Ituzaingó, en el barrio 231 Viviendas hace unos cinco años y el hecho fue relatado por su propio dueño, quien afirma que en su vivienda venían experimentando hace bastante tiempo extrañas manifestaciones del tipo paranormal, presencias desconocidas, espíritus burlones, ruidos, voces, etcétera. La familia ya estaba acostumbrada a estos extraños hechos y los tomaron como algo natural, no tenía miedo y no sentía temor ante la presencia de estas entidades espirituales que habitualmente deambulaban por la casa.

Pero el hecho principal se desencadenó cuando parientes misioneros del matrimonio, que vive allí en Ituzaingó, decidieron ir a pasar unos días de vacaciones en las playas de la costa del río Paraná en la localidad correntina, justamente famosa por sus lindas costas. Corridas, risas y ruidos de chicos que jugaban y el llanto de un bebé, se sintieron perfectamente; se los sentía pero no se los veía, lo cual provocó angustia a la familia visitante, que finalmente decidió abandonar la casa, ante lo inesperado de la situación.

 

Extraños sucesos

La familia que estaba de visita un día quedó sola en la casa, ya que sus parientes debieron salir a realizar algunos trámites que no podían esperar. En determinado momento escucharon el fuerte llanto de un bebé, fueron a ver las habitaciones y no había nada, todo estaba en orden y en silencio. Al rato sintieron como susurros y cuchicheos, seguidos de ruidos de corridas de niños que gritaban y reían. Fueron a ver nuevamente y no encontraron nada. La situación se puso tensa y decidieron quedarse quietos en un dormitorio y apenas regresaron los dueños, les contaron lo que había ocurrido.

El dueño de casa, sin agitarse y con un relato pausado, les contó a los visitantes que ellos habitualmente experimentan lo mismo, pero que ya no le hacen caso y lo consideran como una cosa normal, ya se habituaron, no les hacen daño y no molestan. “No quise contarles nada para no asustarlos -señaló-, pero ya es común para nosotros escuchar ruidos, risas y corridas, deben ser los niños que juegan por toda la casa”. Los visitantes respondieron que eso era imposible, porque desde que llegaron no habían visto niños en toda la casa.

El hombre les explicó que “son niños que viven en esta casa, entidades espirituales, que no los vemos físicamente, pero los sentimos jugar y reír”. Comentó, a manera de anécdota que “un día iba hacia el dormitorio y ellos me seguían, venían corriendo y riéndose, miré hacia atrás y no había nadie, las risas siguieron y también los pasos, pasaron corriendo al lado mío y vi cómo la cortina del psillo se movía y se levantaba, como si la azotara una ráfaga de viento. Habían pasado a mi lado ignorándome por completo, lógico, ellos están en su casa y son los dueños”.

Los visitantes, asombrados por la historia que les relató su pariente y no pudiendo adaptarse a las circunstancias, decidieron preparar sus valijas y regresar a su casa en Misiones, dando por terminadas sus asombrosas e inesperadas vacaciones. Sin embargo, la experiencia que pasaron aún la deben recordar…

No es la única historia sobrenatural que vivió esta familia en su casa de Ituzaingó, que ya es para ellos normal, a tal punto están tan acostumbrados, que conviven con toda naturalidad con los cuatro pequeños entes cuyo origen es un auténtico misterio, ya que nunca hubo inquilinos anteriores en esa vivienda. Ellos lograron determinar que son cuatro los niños que habitan y se mueven en esa casa, por los ruidos y las voces, no sobrepasarían los doce años de edad.

Se habló con sacerdotes y miembros de la Iglesia, bendiciéndose también la casa y las distintas habitaciones. Se les recomendó que eleven oraciones por las almas de esos niños, para que vayan a descansar al lugar que les corresponde. Después de estos hechos que trascendieron a la prensa, no se supo más qué sucedió con la casa.

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas