Celebraron la fiesta patronal de San Pedro y San Pablo en Apóstoles

Se llevó a cabo una memorable fiesta patronal de San Pedro y San Pablo en Apóstoles. Dos “grandes” quienes con diferentes orígenes conformaron los pilares de la Iglesia. El primero, hombre frágil e impetuoso que se convirtió en la roca sobre la cual Cristo fundó la unidad de la Iglesia y Pablo el gran predicador.

Sucesores de Pedro tales como Juan XXIII y Juan Pablo II fueron recordados por Francisco: el primero como el “cura de pueblo”, un sacerdote que quiere y sabe cuidar a sus fieles, un Vicario de Cristo que no pensó en las circunstancias, y se dejó guiar por el Señor iniciando el Concilio Vaticano II; y Juan Pablo II como “el gran misionero de la Iglesia” que a lo largo de sus 27 años de papado llevó el Evangelio por todas partes. Pablo VI, quien concluyó dicho Concilio, marcó un punto de inflexión en la historia de la iglesia. Allí participaron activamente Mons. Albino Luciani (Papa Juan Pablo I), el Arzobispo de Cracovia Karol Wojtyla (Papa Juan Pablo II) y el P. Joseph Ratzinger (Papa Benedicto XVI); cada uno ha conformado eslabones de una eterna cadena al servicio de una global comunidad.

Un Concilio que en sus conclusiones resaltó el aporte de las mujeres en una “humanidad en profunda mutación”, las cuales conforman la columna vertebral del primer lugar de humanización y solidaridad verdadera: la familia.

 

“Las familias son la Iglesia doméstica en donde Jesús crece en el amor de los cónyuges, en el amor de los hijos, por eso el enemigo ataca tanto a la familia; el demonio no la quiere e intenta destruirla”,(Francisco).

 

“No paséis de la esclavitud del régimen comunista a la del consumismo, otra forma de materialismo que sin rechazar a Dios con palabras, lo niega con hechos, excluyéndolo de la vida”. (Juan Pablo II, Ucrania, 2001).

Los estilos cambian, pero la esencia de los sermones parroquiales, exhortaciones, cartas, homilías, motu propio o encíclicas, implantarán los dogmas, prácticas eucarísticas y de oración que traspasarán los tiempos.

Han transcurrido casi cuatro años de la JMJ Rio 2013, allí Francisco al dirigirse a los argentinos presentes, los instó a “hacer lío” junto a religiosos que no sean “príncipes”: “Quiero que la Iglesia salga a la calle. Las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir; si no salen se convierten en una ONG….. Que me perdonen los Obispos y los curas, si algunos después le arman lío a ustedes”… (Catedral San Sebastián, 25/7/2013). Invernales venticas que fueron anticipos de huracanados vientos de cambio.

El papa Francisco presidió este miércoles el Consistorio Ordinario Público en el que creó a cinco nuevos cardenales, en su homilía subrayo que Jesús no los llamó para que se conviertan en “príncipes” de la Iglesia, sino que los llama para servir como Él y con Él.

En décadas, serán apreciados los efectos del papado de Francisco: gracias a la refrendación del Vaticano II, los cambios logrados en el cuidado del ser humano y el planeta, la diversidad de orígenes de los nuevos cardenales y su ecumenismo en busca de una armonía y paz de los pueblos. Los sucesivos vicarios de Cristo podrán así lidiar con las consecuencias de la actual globalización de la indiferencia, las migraciones forzadas y las múltiples afectaciones a la dignidad humana.

Él suele rememorar un día de primavera a sus 17 años, cuando sintió por primera vez que Dios lo llamaba después de haber entrado en la iglesia de San José de Flores para confesarse. En el encuentro con voluntarios de la pasada JMJ de Cracovia, nos aseguró que Pedro estará presente en la próxima JMJ de Panamá 2019 y nos dejo “tarea para el hogar” acerca del cuidado de nuestros mayores y la actuación individual de cada uno.

Cerrando cada novena de adoración del Santísimo Sacramento, Apóstoles demuestra en cada edición de esta fiesta parroquial  que se puede convivir en armonía y paz tomando como eje al pueblo y sus colonias, cuidando el medio ambiente y sin distinción de credos, orígenes o clases sociales. En sólo dos meses, se cumplirán 120 años de la comunidad.

Nuestras vidas estarán aseguradas si no racionalizamos nuestra fe y mantenemos un horizonte sin fronteras sirviendo a los demás; pues “hay más dicha en dar que en recibir” (Hch. 20,35).

Así palparemos las palabras de Francisco “quien evangeliza, es evangelizado y quien transmite la alegría de la fe, recibe más alegría; ya que el evangelio no es para algunos sino para todos”.

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