Congreso acorrala a Trump: investiga si presionó a exdirector del FBI por conexión rusa

El presidente de EE.UU., Donald Trump, entró este miércoles en modo defensivo contra sus «críticos» y los medios de comunicación, mientras el Senado aumentaba su presión sobre la Casa Blanca para obtener respuestas sobre las polémicas relacionadas con el exdirector del FBI, James Comey, y su investigación sobre Rusia.

Los jefes del Comité Judicial del Senado pidieron a la Casa Blanca y el Buró Federal de Investigaciones (FBI) que les entreguen las grabaciones y memorandos sobre cualquier intercambio o conversación entre Trump y Comey.

«Necesitamos todos esos memorandos», dijo el presidente del Comité Judicial del Senado, el republicano Chuck Grassley, sumándose a una solicitud similar que ya había hecho este martes al FBI el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes.

En el mismo sentido, los senadores que lideran el Comité de Inteligencia del Senado invitaron este miércoles a Comey a testificar a puerta abierta y a puerta cerrada sobre la investigación que dirigía para determinar la influencia de Rusia en los comicios del año pasado.

Trump no se refirió en toda la jornada a la controversia sobre el despido de Comey, ni la información de que él había pedido al exdirector del FBI que no investigara a uno de sus exasesores, ni a la polémica relacionada con su propia decisión de compartir con Rusia información confidencial sobre el Estado Islámico (EI).

El mandatario intentó, en cambio, poner el foco sobre los medios de comunicación, con los que está en pie de guerra desde la campaña electoral del año pasado.

«Miren cómo me han tratado últimamente, especialmente los medios de comunicación. Ningún político en la historia ha sido tratado peor o más injustamente», dijo Trump en un discurso ante los cadetes de la Academia de la Guardia Costera de Estados Unidos, en New London (Connecticut).

Trump insistió en que ha «conseguido hacer una tremenda cantidad de cosas en el periodo muy corto» que lleva como presidente.

«Y el pueblo entiende lo que estoy haciendo, y eso es lo más importante. No me eligieron para servir a los medios de comunicación de Washington o a los intereses especiales, me eligieron para servir a los hombres y mujeres olvidados, y eso es lo que estoy haciendo», sentenció.

El mandatario arremetía así contra los medios de comunicación que en la última semana han destapado una serie de escándalos, incluido que Trump pidió en febrero a Comey, entonces director del FBI, que pusiera fin a una investigación sobre los nexos con Rusia del exasesor de seguridad nacional del mandatario, Michael Flynn.

El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, se limitó hoy a indicar que el artículo del diario The New York Times que hacía referencia a la conversación entre Trump y Comey «no es una descripción precisa de cómo ocurrieron las cosas» en esa reunión, y dijo que no haría «más comentarios» sobre el tema.

Otra información que ha revolucionado Washington esta semana es la de que Trump compartió información confidencial con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, sobre un plan del EI para usar ordenadores portátiles con el fin de atentar contra aviones en vuelo.

El presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó que si la Casa Blanca lo autoriza, está dispuesto a entregar al Congreso estadounidense la transcripción del encuentro que Trump y Lavrov mantuvieron la semana pasada en el Despacho Oval.

Preguntado al respecto durante una breve conferencia de prensa, Spicer no quiso responder a esa oferta de Putin, y se limitó a indicar que no estaba «al tanto» de que los rusos hubieran grabado o tomado notas de la reunión en la Casa Blanca.

Mientras, los líderes republicanos en el Congreso se dividían entre la defensa a Trump y la petición de explicaciones por las últimas controversias.

«Es obvio que hay gente ahí fuera que quiere dañar al presidente Trump», aseguró el presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU., el republicano Paul Ryan, en una comparecencia en el Capitolio.

En el extremo contrario a Ryan se situó el congresista republicano Justin Amash, quien dijo estar a favor de abrir un proceso de destitución o «impeachment» a Trump si se demuestra que presionó a Comey para que abandonara la investigación de Flynn, dado que eso podría tratarse de obstrucción a la justicia.

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