En la Argentina se desperdicia un kilo de comida per cápita

Un informe relacionado al despilfarro de comida en la Argentina fue publicado por el portal medocino MDZ días atrás. “Al cabo de un año, se derrochan unos 16 millones de toneladas de alimentos que podrían alcanzar la hoy utópica meta del Hambre Cero. En el mundo, 1 de cada 9 personas no cuenta con la alimentación básica”, precisaron en el artículo periodístico.

 

Según la fuente, un estudio realizado por el Instituto de Ingeniería Sanitaria de la Universidad de Buenos Aires (UBA), certificó que por día se tiran en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires entre 200 y 250 toneladas de alimentos, que representan unas 550.000 raciones de comida. En tanto que en el Área Metropolitana de Buenos Aires esa cifra asciende a 670 toneladas, lo que podría traducirse en nada menos que 1.675.000 platos de comida.

 

Para el mendocino Abel Albino, fundador de Conin y auténtico emblema de la lucha contra la desnutrición, «ver cómo se tira la leche (en referencia a una protesta en la que se vaciaron camiones enteros de ese lácteo), genera violencia psicológica. Es un capítulo más del desencuentro que padecemos los argentinos», señaló el profesional.

 

En esa misma línea, Juan Ziegler, en su libro Destrucción masiva. Geopolítica del hambre, apuntó: «Cada cinco segundos un chico de menos de 10 años se muere de hambre, en un planeta rebosante de riquezas. Ello no es una fatalidad. Un chico que se muere de hambre es un chico asesinado». La gran mayoría de personas que padecen hambre en el mundo vive en países en desarrollo, donde el 12.9% de la población presenta algún grado de desnutrición.

 

Otra voz autorizada en esta suerte de alerta planetaria es la del papa Francisco, quien condenó con énfasis la «cultura del desperdicio» y denunció que «los alimentos que se tiran a la basura son los que se roban de la mesa del pobre, del que tiene hambre. Tenemos que promover la cultura de la solidaridad».

 

Una bienvenida luz al fondo del túnel la da un dato de la ONU que asegura que el hambre, que afectaba al 24% de la población mundial en 1990, se redujo al 15% en 2012, y debería llegar al 12% a finales de este año. Esto, claro está, no será posible sin el férreo compromiso político de los gobiernos y la acción solidaria de organizaciones sin fines de lucro que trabajan a diario para ganarle la pulseada al flagelo del hambre.

 

Proyectos como los de Banco de Alimentos, No + Hambre Argentina o Plato lleno, cuyos voluntarios rescatan la comida excedente en fiestas y eventos de todo tipo para cedérsela a personas en situación vulnerable que asisten a comedores, hogares y refugios, son una muestra contundente de que con inteligencia y sensibilidad siempre se puede dar una mano y ayudar al que más lo necesita. Una acción que todavía no todos los gobiernos quieren o pueden imitar a mayor escala, indican en el informe de MDZ.

 

 

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