Perdió un brazo en el vuelco de los estudiantes misioneros en Brasil y hoy trabaja en la creación de una prótesis robótica

Matías Noguera (20) fue uno de los sobrevivientes de la llamada Tragedia de Caibaté, el vuelco del micro de un contingente de estudiantes misioneros que iba hacia las playas de Camboriú en viaje de egresados. En ese accidente ocurrido en la localidad del estado de Río Grande do Sul perdieron la vida una de las coordinadoras del grupo y dos estudiantes obereñas. Matías pudo contar la historia, pero el hecho cambió su vida para siempre. Perdió el brazo izquierdo.
«Apenas miré el brazo, me di cuenta de que iba a perderlo. Ya no era un brazo, no había huesos, músculos, solo piel», recordó el muchacho, quien había egresado del Politécnico San Arnoldo Janssen y con unos amigos optó por la costa atlántica brasileña en lugar de San Carlos de Bariloche.
El despiste y vuelco sucedió el viernes 16 de diciembre por la madrugada en la carretera BR-285, entre las poblaciones de Caibaté y San Miguel de las Misiones, a 145 kilómetros del puente que une San Borja con Santo Tomé, Corrientes.
Matías le contó a Misiones Online TV que al momento del accidente dormía. «Cada vez que viajo me mareo. Entonces, ese día, como siempre, tomé una pastilla. Cuando desperté ya había ocurrido todo», evocó.
Sobre la decisión de una paramédica y de un bombero de amputarle el brazo para salvarle la vida, dijo: «Ellos me dijeron que mirara para otro lado. Después hicieron un torniquete con la remera. No hablé con el bombero, mi padre sí lo hizo. Su decisión fue salvarme la vida».
Matías estuvo un día en el sector de terapia intensiva del hospital de Santo Angelo. Después lo trajeron a Posadas. «Siempre estuve lúcido. Hablaba con los médicos y enfermeras, hacía chistes. Eso me ayudó a salir adelante».
Cuando volvió a casa, el joven se convenció de que el grave percance no podía apartarlo de sus planes. Empezó la carrera de Ingeniería en Oberá. Sin embargo, añadió un nuevo proyecto: la creación de un brazo robótico para ayudar a personas que sufrieron amputaciones. «No lo haré pensando en mí, sino en los demás. Este tipo de cosas te da otra perspectiva de la vida», apuntó el universitario.
Matías quedó con una marca de por vida tras el vuelco en Caibaté. A diferencia de las estudiantes Rocío Martínez y Luana Centurión y de la coordinadora Agustina Szczerbaty, el pudo seguir con su vida.

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