Servir es para grandes

 

Qué impacto podríamos generar si pasamos de “atender” a “servir” a quienes nos eligen.

 

Quizás sin darnos cuenta, muchos de nosotros subestimamos el rol crucial que cumplen quienes están en la recepción de empresas, instituciones, comercios, centros de salud. Diferenciamos  con el nombre “Atención al Público” de “Servicio al cliente”, como si únicamente quienes nos eligen o compran por segunda vez merecieran que brindemos soluciones con una buena atención.

 

En estos días fui a hacer un trámite a un Banco en el que no tengo una cuenta, tuve que esperar alrededor de dos horas, y ver pasar a personas que llegaron mucho después que yo y que tienen un turno diferenciado por tener cuenta en ese Banco. Mientras esperaba me pregunté cuál es la intención de hacer tales diferencias, por demás injustas. En mi caso, no sólo no volvería a ese Banco si no fuera absolutamente necesario, sino que además jamás se me ocurriría abrir una cuenta, ¿porqué habría de hacerlo cuando el servicio me excluye en vez de incluirme y generar con su buena atención un posible cliente?

 

Todos los momentos de contacto con el público deberían ser importantes y prioritarios para las empresas, instituciones, o profesionales que ofrecen algún tipo de servicio y buscan crecer. Ya sea que las personas compren por primera vez o simplemente consulten, si hemos elegido ofrecer productos o servicios deberíamos estar a la altura de lo que prometemos, ofreciendo la mejor atención para lograr que finalmente nos elijan.

 

Por otra parte, como consumidores misioneros, muchas veces sentimos que quienes nos atienden están convencidos que “nos hacen un favor al respondernos”, cuando en realidad, somos nosotros quienes hacemos el favor al elegirlos en un mercado global y competitivo. Hoy las posibilidades de comprar o hacer trámites desde la comodidad del hogar, sin ruidos, sin molestias, y sin esperas interminables están a la distancia de un solo clic. Es más, podemos hacerlo desde el celular, no necesitamos tener una computadora como antes, lo hacemos estemos donde estemos.

 

Tener una actitud de servicio, estar disponibles y receptivos a quienes nos visitan requiere mucho más que una simple atención de unos minutos.  Los primeros 60 segundos de un encuentro cara a cara, por ejemplo, son cruciales para establecer el tono, la confianza, y la seguridad necesarias que generan empatía. Lo que hacemos con nuestros gestos, miradas, o el tono de voz repercute aún más significativamente que cualquier palabra pronunciada. “Mirar” a los ojos cuando saludamos, recibir al otro con ganas y predisposición de ayudar, sonreír genuinamente cuando alguien se acerca al mostrador o nos consulta, son respuestas claves para mejorar el servicio que brindamos.

 

Tomar conciencia entonces de la importancia de SERVIR con excelencia a quienes llegan a nuestra puerta, en vez de únicamente atenderlos, hará una gran diferencia y probablemente será la clave para que más adelante las personas vuelvan a elegirnos y recomendarnos. Como dije al principio, “Servir es para grandes”.

 

(*) www.soljoulia.com.ar

@soljoulia 

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