Lo confundieron con otro preso y le tatuaron toda la cara como venganza

La cárcel mendocina de Almafuerte es un infierno. Al menos para dos jóvenes internos recién ingresados que sufrieron abusos sexuales, golpes y cortes con armas tumberas en todo el cuerpo. La denuncia ingresó al juez de Ejecución Penal Sebastián Sarmiento, quien pidió que intervenga la Inspección de Seguridad para que investigue la responsabilidad del jefe y subjefe del penal.

Un joven vivió un tormento el viernes pasado: fue violado con un palo y golpeado hasta quedar casi inconsciente. El martes, otro de los presos, Gustavo Marín (22) fue golpeado, tajeado y tatuado en el rostro una frase que dice «Soy fiel a la Yaqui», en relación a Yaquelina Vargas (41), líder de una banda narco en Godoy Cruz, que está detenida y condenada por varias causas.

El preso tatuado fue condenado a cinco años y medio por un robo agravado y las autoridades del penal, niegan que pueda tener relación con la causa de Yaqui y sus soldaditos, jóvenes adictos que trabajaban como sicarios. «Tampoco vamos a colocar a un preso en un pabellón en el que sabemos que tiene enemigos», se excusa la dirección del penal. Y afirman que hubo un error: «Lo confundieron con otro preso. Querían dejarle un mensaje».

El agresor ya fue detectado y la justicia tiene su nombre. Fue fácil identificarlo por una de las fotos donde aparece un tatuaje con la palabra “Madre” y se trataría de un interno conocido por ser rival de la Yaqui. El preso agredido está internado y recuperándose de las graves heridas en el hospital Central de la ciudad de Mendoza. El otro joven abusado, también fue asistido por personal médico y será trasladado a otro penal.

El juez Sarmiento, que antes dirigió el servicio penitenciario, dijo: «Nos hemos quedado sorprendidos por el nivel de agresión. No podemos naturalizar esto porque puede terminar en algo más grave».

El magistrado contó que el preso recién había sido trasladado desde otro penal y al llegar a Almafuerte, un grupo lo torturó sin que nadie intervenga». Además, planteó que el servicio penitenciario debe prevenir estas situaciones y saber si el interno tiene cuentas pendientes con otros. «La mejor manera es mantenerlo aislado, por un tiempo, hasta asegurarse que podrá convivir con el resto de los presos», explicó el juez, que ahora debe investigar la responsabilidad de los guardiacárceles y jefes, que debían garantizar la seguridad del preso.

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