Se conocieron detalles del caso del niño mutilado: sus padres revelaron irregularidades al enterrar a su hijo

Consternados tras la profanación del cuerpo de su pequeño hijo, Eusebio y Daisi contaron como murió el pequeño y las anormalidades que observaron durante el entierro.

A mediados de marzo, la noticia de un niño de un año y medio que murió «atragantado» por una bombucha invadió los medios de la costa atlántica. Tan sólo ías después, el pequeño de dos años volvió a ser noticia, tras la aparición de su cuerpo mutilado y sin sus órganos, en una zona de pastilzales cerca de Miramar.

Lo truculenta de la historia agranda el dolor de sus padres Eusebio Fernández (38) y Daisi (34) quienes debieron enterrar al pequeño Matías, en medio de la culpa por el accidente doméstico que sufrió su hijo.

El ahogamiento de Matías sucedió en la zona de El Boquerón, donde vivía esta familia de nacionalidad boliviana. En un principio, al ver que el menor hacía arcadas los trasladaron de urgencia al Hospital Materno Infantil, donde falleció, citaron los medios locales en ese entonces.

Matías falleció en el Hospital Materno Infantil de Mar del Plata.

Los médicos encontraron que en su tráquea se encontraba una bombucha. En un primer momento, el caso quedó en manos del fiscal de Delitos Culposos Pablo Cistoldi, quien en un principio caratuló el caso como “averiguación causales de muerte” pero finalmente al comprobar que no existía delito, la causa fue archivada.

Eusebio y Daisi contaron que el día del funeral de su hijo tuvieron que ayudar a hacer más profundo el pozo en el cementerio porque el cajón no entraba. «Un sobrino mío que fue al entierro agarró una pala para cavar más porque el cajón sobresalía de la tierra», detalló a Télam el padre, quien dijo estar destrozado.

Los padres contaron que tuvieron que cavar el pozo para enterrar a su hijo.

«Le pedimos a la gente del lugar que cavara más, porque el pozo era corto y poco profundo. Nos dijeron que caváramos nosotros, pero no pensamos nada extraño, la verdad. No imaginamos nada raro», contó Daisi.

 

Matías fue enterrado el 13 de marzo en el cementerio de la localidad de Comandante Nicanor Otamendi, a 38 kilómetros de Miramar. Pero tras realizarse una exhumación el miércoles en el cementerio se demostró que el féretro del niño había sido violentado, que su tapa estaba partida y que dentro del cajón sólo había algunas prendas de ropa que sus padres habían puesto junto al cuerpo.

 

La fiscal de Miramar, Ana María Caro, fue quien ordenó la exhumación mientras intentaba determinar la identidad del cuerpo del niño hallado mutilado, sin órganos ni dientes, el 21 de marzo a la vera de la ruta interbalnearia 11, entre Miramar y Mar del Sud.

 

El cotejo de muestras de ADN, con los registros genéticos de autopsias realizadas a niños fallecidos, «de manera dudosa» recientemente en la zona, lograron identificar a Matías.

 

Exhumación

Tras el cotejo de ADN se pudo identificar a Matías.

El martes por la noche a Daisi y Eusebio, recibieron la noticia de boca del fiscal. La pareja se encontraba en la quinta donde ambos viven en el barrio El Boquerón, cerca de Batán. Allí trabajan desde hace más de diez años como recolectores frutihortícola.

 

«No podíamos creer lo que decía la fiscal. Es algo ilógico, quién va a hacer algo así, si mi hijo era un ángel. Nosotros lo velamos y le dimos cristiana sepultura», dijo la madre.

 

El velatorio del niño se realizó «a cajón abierto» durante el sábado y domingo posteriores a la muerte. Participaron en él cerca de cien integrantes de la comunidad boliviana del lugar, y familiares que llegaron desde Tarija, de donde ellos son oriundos, según relató la madre.

 

Ocho días después la familia había realizado una misa en memoria de su hijo y habían visitado su tumba, la número 29 del sector IV del cementerio.

 

«Dejamos unas plantas que regamos, y unas flores con forma de corazón que todavía estaban cuando fuimos a la exhumación. Ahora sé que mi hijito ya no estaba ahí», se lamentó la mujer, dado que la investigación indica que el cuerpo habría sido sustraído la misma noche del funeral.

 

En la visita que realizaron al cementerio la familia no vió «nada raro, y sólo faltaban las coronas que se dejaron en el entierro, pero dijeron que las quitan por cuestión de limpieza».

 

EL DOLOR QUE SE REPITE

 

«Ahora viene lo más duro, que es volver a enterrarlo. Y además ahora sé que mi hijo está todo lastimado. Cualquiera puede imaginar cómo nos sentimos: destrozados», relató la mujer.

 

Si bien se saben los causales de muerte del pequeño, se realizarán nuevas pericias sobre el cadáver en el marco de la investigación que se abre por el robo del cuerpo y la profanación de la tumba. Debido a ello, no se sabe cuando podrán entregar el cuerpo de Matías a su familia para un nuevo funeral.

 

 

Aún no saben cuando le entregarán el cuerpo de su hijo.

Caro seguirá al frente de la investigación. Ayer jueves, decidió dejar en libertad a Juan Carlos Della Santina, dueño de la funeraria que se ocupó del entierro. Quién si sigue detenido es el encargado del cementerio de Otamendi, Carlos López, por «contradicciones en su declaración».

 

Los padres pidieron «que esto se aclare, sea quien sea el que lo hizo».

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