El Ministerio de Salud de Canada investiga por qué jóvenes profesionales tomaron la peor determinación

Desde siempre hemos sabido que estudiar medicina no es sencillo. Después de todo, estudiarán largos años y tendrán interminables internados con horarios extremos sólo para convertirse en quienes nos curarán en el futuro (bueno, y probablemente ganar un buen salario).

Sin embargo, en Canadá las presiones de la escuela de medicina y del área de la salud han llegado a niveles insospechados, generando una ola de suicidios que muchos aseguran es prácticamente una epidemia. La trágica decisión de estos jóvenes doctores estaría motivada por las altas expectativas que los centros de atención y sus mentores tienen de ellos, así como también por la falta de retroalimentación positiva.

El último caso en estremecer al país fue el de Chloe Abbott, una talentosa y joven doctora de 29 años que, según lo que reporta el Daily Mail, se unió a la triste lista de otros cuatro doctores junior en quitarse la vida en los últimos seis meses.

Todo sucedió en el mes de enero, pero su familia se ha decidido ahora a contar su historia en un esfuerzo por desenmascarar lo que ellos llaman el “vergonzoso secreto” de la industria. La hermana pequeña de la doctora Abbott, Mikaela, relata que, justo el día antes de que su hermana muriera, ella le rogó que dejara su trabajo:

“Por lo que pude ver las expectativas eran brutales…. alguien que tenía tanto que ofrecer terminaba sintiéndose como que no era suficientemente buena, como que nunca sería suficientemente buena y que nada de lo que hacía sería suficiente. Es una gran pérdida, era brillante e inteligente”.

Mikaela también relata que su hermana, además de trabajar a tiempo completo como podóloga, estudiaba 40 horas cada semana.

Su muerte provocó que el Ministerio de Salud del país decidiera involucrarse en el asunto e iniciar una profunda investigación. Fue así que se dieron cuenta de que entre 2007 y 2016 20 doctores jóvenes se habían quitado la vida debido a la increíble presión que sentían al ejercer su profesión. Adicionalmente, se dieron cuenta que esto iba más allá de los doctores y que, de hecho, los paramédicos y las enfermeras también se enfrentaban al potencial riesgo de acabar con sus vidas.

La madre de Chloe quedó devastada con la muerte de su hija y asegura que desearía que nadie practicase la medicina: “Quisiera que nadie estudiara medicina… a ella le costó su vida”.
Un doctor de primer año, que quiso mantenerse en el anonimato, le confirmó al Daily Mail que realmente la presión era mucha y que muchas veces los doctores de mayor rango no se preocupaban lo suficiente de los doctores más nuevos para ayudarlos en su preparación, y así evitar que sucumbieran ante la presión:

“Acabo de terminar mi primera semana como doctor en el turno de la noche. Tuve suerte y había hecho turnos de noche antes, además, tuve un doctor senior genial conmigo. De lo contrario, muchos de los de primer año se hubieran ahogado en la experiencia”.

Desde siempre hemos sabido que estudiar medicina no es sencillo. Después de todo, estudiarán largos años y tendrán interminables internados con horarios extremos sólo para convertirse en quienes nos curarán en el futuro (bueno, y probablemente ganar un buen salario).
Sin embargo, en Canadá las presiones de la escuela de medicina y del área de la salud han llegado a niveles insospechados, generando una ola de suicidios que muchos aseguran es prácticamente una epidemia. La trágica decisión de estos jóvenes doctores estaría motivada por las altas expectativas que los centros de atención y sus mentores tienen de ellos, así como también por la falta de retroalimentación positiva.

El último caso en estremecer al país fue el de Chloe Abbott, una talentosa y joven doctora de 29 años que, según lo que reporta el Daily Mail, se unió a la triste lista de otros cuatro doctores junior en quitarse la vida en los últimos seis meses.

Todo sucedió en el mes de enero, pero su familia se ha decidido ahora a contar su historia en un esfuerzo por desenmascarar lo que ellos llaman el “vergonzoso secreto” de la industria. La hermana pequeña de la doctora Abbott, Mikaela, relata que, justo el día antes de que su hermana muriera, ella le rogó que dejara su trabajo:

“Por lo que pude ver las expectativas eran brutales…. alguien que tenía tanto que ofrecer terminaba sintiéndose como que no era suficientemente buena, como que nunca sería suficientemente buena y que nada de lo que hacía sería suficiente. Es una gran pérdida, era brillante e inteligente”.

Mikaela también relata que su hermana, además de trabajar a tiempo completo como podóloga, estudiaba 40 horas cada semana.

Su muerte provocó que el Ministerio de Salud del país decidiera involucrarse en el asunto e iniciar una profunda investigación. Fue así que se dieron cuenta de que entre 2007 y 2016 20 doctores jóvenes se habían quitado la vida debido a la increíble presión que sentían al ejercer su profesión. Adicionalmente, se dieron cuenta que esto iba más allá de los doctores y que, de hecho, los paramédicos y las enfermeras también se enfrentaban al potencial riesgo de acabar con sus vidas.

La madre de Chloe quedó devastada con la muerte de su hija y asegura que desearía que nadie practicase la medicina: “Quisiera que nadie estudiara medicina… a ella le costó su vida”.
Un doctor de primer año, que quiso mantenerse en el anonimato, le confirmó al Daily Mail que realmente la presión era mucha y que muchas veces los doctores de mayor rango no se preocupaban lo suficiente de los doctores más nuevos para ayudarlos en su preparación, y así evitar que sucumbieran ante la presión:

“Acabo de terminar mi primera semana como doctor en el turno de la noche. Tuve suerte y había hecho turnos de noche antes, además, tuve un doctor senior genial conmigo. De lo contrario, muchos de los de primer año se hubieran ahogado en la experiencia”. (ContextoTucumán)

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas