“Me clavó el visto”: las relaciones amorosas y el Whatsapp

Un grupo investigadores del CONICET realizaron un estudio sobre lo que genera la espera en las conversaciones  por whatsapp,  donde la inmediatez y la falta de tolerancia juegan un papel central en las relaciones amorosas, ya sea por el afán de controlar al otro o por la necesidad de tener respuestas al instante todo el tiempo.

La espera en las relaciones amorosas Los celulares inteligentes y las redes sociales dispararon, más que nunca, la necesidad de saber «todo el tiempo todo». Y en esa ambición por la instantaneidad, la espera se vuelve insoportable. Queremos tener información ya; entender qué pasa en este instante y lograr una respuesta aquí ahora. Es aquí donde el whatsapp y el famoso “me clavó el visto” juegan un rol central, y permiten que se abra un interrogante,  ¿las nuevas tecnologías pueden potencias o agotar el amor?.

La investigación de los tres científicos del CONICET se tituló: «Me clavó el visto: los jóvenes y las esperas en el amor a partir de las nuevas tecnologías», donde afirman que fue un trabajo más de calidad que de cantidad, entrevistaron a 25 jóvenes heterosexuales de clase media del Área Metropolitana de Buenos Aires.

Uno de los hallazgos de la investigación científica sobre el tema fue llegar a ver cómo las nuevas tecnologías motivan escenas de violencia pero también de erotismo. “En este punto, se nos ocurrió complejizar esto de que la violencia no es amor, porque dentro del amor siempre puede estar la violencia en distintas escalas. Desde controlar el celular del otro, movimientos del otro, pensar al otro como una propiedad y todo lo que eso provoca. Y cómo eso se reactualiza con estas nuevas herramientas”, comentó Martín Boy.

A esta problemática se suman los mecanismos de control y aviso que desde hace unos años puso en práctica WhatsApp. Mientras que la última vez atraviesa a la privacidad, la confirmación de lectura del mensaje juega con los ritmos de conversación y con la libertad de no estar disponible para el otro, dicen los investigadores. Si todos piensan que “clavar un visto” es ignorar, y que conectarse a la madrugada es indicador de haber salido a la noche, entonces es probable que su uso sea en parte estratégico. En este juego, hay ciertos límites que no se pueden cruzar. Ya que la promesa de fidelidad se puede romper si el otro ve que su pareja puso un “Me gusta” a otra persona potencialmente “peligrosa” para el vínculo. O porque nos permiten tener información sobre los movimientos del otro: cuándo fue la última vez que tuvo el teléfono a mano, a qué distancia se encuentra de mí.

Por otra parte, las redes sociales también ofician de informantes: agregan información pública a la imagen que el sujeto amoroso tiene del sujeto amado. O permiten que los amantes sientan que están cercanos, aunque en lo físico estén distantes.

Y es aquí donde surge un nuevo dilema, ¿donde empieza es el límite personal y en qué punto se corta la barrera de la pareja?. En esta lucha de intimidad, el otro debe conocer todas las contraseñas de las redes sociales. “Esto se toma como una prueba de amor. El amor romántico tiene muchos elementos violentos, de control y celos. Pero también, a partir de estas prácticas violentas, los jóvenes reactualizan su amor porque si finalmente brindan su contraseña, dan a su pareja una señal de confianza”, indica Palumbo.

 

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