Estaban en la incubadora.
Cooper y Lucas Keen nacieron sólo con minutos de diferencia en Clackmannan, Escocia, y llegaron a la vida de sus padres para llenarlos de amor y felicidad. Pero, sólo unas horas más tarde de su nacimiento, Cooper comenzó a tener convulsiones y sus niveles de oxígeno bajaron preocupantemente. Su madre, Karrie de 36 años de edad, pasó un enorme susto cuando su pequeño fue trasladado de urgencia a la unidad neonatal.
Pero, las malas noticias no terminarían ahí. Sólo algunos días más tarde Lucas tuvo que ser trasladado también. No estaba succionando bien y había bajado demasiado de peso. Apenas habían llegado a la vida de Karrie y sus dos hijos estaban internados, Cooper en el hospital de niños Yorkhill en Glasgow y a 40 kilómetos de distancia, Lucas en un hospital de Larbert. Durane 5 días Karrie tuvo que hacer magia para viajar entre Larbert y Glasgow para acompañar a sus dos pequeños.
Cuando por fin Lucas se recuperó, Karrie lo llevó inmediatamente a visitar a su gemelo Cooper. Ahí, lo comenzaron a poner en una cuna, cerca de la incubadora o incluso dentro de la incubadora junto a su hermano. Los dos pequeños se tomaban de las manos constantemente y la familia comenzó a pensar que eso ayudaba a la recuperación de Cooper.
Las convulsiones habían sido provocadas por múltiples hemorragias cerebrales, pero, no se lograba dar con el diagnóstico exacto. Cinco semanas más tarde, Cooper simplemente fue dado de alta.
Pasaron los meses y Cooper por fin fue diagnosticado: sufría de parálisis cerebral e hidrocefalia (acumulación de fluidos en el cerebro).
Cuando empeoró y estuvo al borde de entrar a un coma. Cooper fue intervenido con una operación en la que drenaron parte del líquido de su cerebro. Desde entonces, el pequeño ha estado mucho mejor y la familia a decidido jamás bajar lo brazos ni dejarse derrotar por la enfermedad.
Cooper y Lucas son hoy, extremadamente unidos. Aunque Lucas es un típico niño travieso entiende que su hermano lo necesita y cuando está junto a él, es todo un protector. Cooper, por su parte, ya es consiente de su enfermedad, sabe que es distinto a los otros niños de la guardería a la que los dos gemelos asisten. Cooper no puede caminar, pero es muy travieso e inquieto; le encanta observar a los demás pequeños saltar y jugar, a veces con una mirada algo triste, pues le encantaría poder ser él el que estuviese haciendo todo eso…pero su madre dice que aún no pierden las esperanzas y que esperan algún día lograr que Cooper se mueva por si mismo.
