Mi experiencia en La Muralla China, una de las 7 Maravillas del Mundo

Por Karla Johan (*)

 

Beijing (Pekín),  es una ciudad que cautiva. Mi experiencia  al conocerla fue como un viaje de iniciación. Como decían en la antigua cultura incaica, había que hacer un viaje largo y sin compañía, para poder crear confianza y encontrarse con uno mismo.

Recuerdo que después de 27 horas de vuelo, desde el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires, y habiendo hecho una escala en París, llegaba al aeropuerto internacional de Pekín.  El calor agobiante y el idioma, se transformaron en el escenario ideal para sentir que había dejado muy atrás a mi país.

Será su gente, el agua del lugar, los olores de la atmósfera y hasta el idioma que no lo podes comprender, que te transportan a una experiencia diferente. El motivo de este viaje era la entrega de un  premio a mi último libro de vinos, y también la excusa para conocer China.

Ya en el hotel, acomodada y ambientada, a las 20 horas unas quince personas nos disponíamos a cenar. Pero esta no iba a ser una velada tradicional, nos ubicaron alrededor de una mesa redonda con un círculo en el centro de la misma, el cual tenía un movimiento automático constante, en el mismo sentido de las agujas del reloj.

 

Sobre este círculo comenzaron a desfilar diferentes platos comunales, como si fuesen obras de arte, mezclando colores y texturas (cada comensal se servía en su plato desde este plato comunal).  La gastronomía china está íntimamente relacionada, no solo con la sociedad,  sino también con la filosofía y la medicina. Ellos distinguen entre el cai (verduras cocinadas) y el fan (los cereales).  Los alimentos yin (femeninos) son alimentos tiernos y ricos en agua como las frutas y las verduras, y tienen un efecto refrescante. Los alimentos yang (masculinos) incluyen los platos fritos, especiados y a base de carnes. La primicia es la búsqueda del equilibrio entre los cinco sabores básicos (dulce, salado, ácido, amargo y picante).

 

La tradición china dice que el anfitrión varón,  debe hacer los honores de servir el plato principal a cada comensal, y no queda bien visto que una mujer, o que un invitado lo haga por su cuenta. Así que me limité esa noche a observar, y a disfrutar.

Comenzamos el festín gastronómico con una sopa de pescado y algas, con especias “Polvo Cinco Especias o Polvo Cinco Sabores”, curry preparado con anís estrellado, semillas de hinojo, clavo de olor, canela y pimienta szechuan (son bayas secas del espinoso árbol de fresno, sus granos se deben tostar en un wok y luego molerlos en un mortero). También llevaba la receta un poquito de aceite de ajonjolí o sésamo, esto daba a la mezcla, un sabor muy particular. Luego vinieron las verduras crujientes, como la “Pak Choi” (col china o repollo chino), las frituras (mariscos, pollo, y cerdo), todo acompañado de arroz y panes al vapor.

 

Pero la estrella de la cena fue el “Pato laqueado a la Pekinesa, o Pato Pekinés”, es uno de los platos más conocidos internacionalmente de la cocina china y también uno de los más populares en los restaurantes chinos de los países occidentales. Es originario de Pekín, y la historia de este plato se remonta a la Dinastía Yuan (1206 – 1368). Ya a comienzos del siglo XV era uno de los platos preferidos de la familia imperial Ming.

 

Luego, siguieron los postres, en especial frutas de estación y confituras chinas.

En este viaje me quedé cinco días en Beijing, conociendo personas de diferentes lugares del mundo, convocados por el evento más importante para los libros gastronómicos “Gourmand Awards”.

Luego de la entrega de premios, donde mi primer libro de vinos “Beber y Comer en Argentina” se había alzado con el premio mayor “Best in the World” en la categoría Mejor Libro que mezcla gastronomía con vinos, decidí conocer la ciudad.

Ciudad Maravillosa

Beijing es maravillosa, y misteriosa a la vez, pero hay que visitarla en grupo o con un buen guía local, que seguro sabrá mejor que nadie como lidiar tanto con la cantidad de habitantes como con el idioma.  Esto no es un tema menor, ya que muy poca gente habla inglés en la ciudad.

Un paseo obligado es el de la “Ciudad Prohibida”, está ubicada en el corazón de la Beijing, desde hace medio milenio. Esta impresionante ciudad ha albergado a veinticuatro emperadores, y su construcción data de la fecha 1406 hasta 1420 (se emplearon un millón de obreros para construirla). La muralla que protege la ciudad está formada por 12 millones de ladrillos, y es la última muralla que se conserva intacta en la capital.

Vale la pena tomarse medio día y un poquito más para visitar esta ciudad, ya que dispone de 800 edificios con 9000 estancias, patios, pabellones y jardines.

Se ingresa por la puerta norte, desde la plaza de Tiananmén (la plaza pública más grande del mundo).Una vez dentro del predio, es indispensable ver todos los salones, y en especial el Jardín Imperial con 7000 metros cuadrados con pabellones, pasarelas y vegetación.  Para la pausa del almuerzo, el lugar dispone de restaurantes, donde recomiendo probar los deliciosos dumplings (masas rellenos que se cuecen en una sopa o agua). Luego sugiero subir a la colina del parque Jǐngshān,  desde donde tendrán unas vistas maravillosas de la ciudad.

Otro paseo que no pueden dejar de hacer, es el “Parque del Templo del Cielo” (parque con salones y altares de la arquitectura Ming. Cada año los hijos del cielo acudían a este lugar a pedir la aprobación divina y buenas cosechas). El contraste es sorprendente al ver estos templos en la actualidad, en el medio de una ciudad que creció vertiginosamente con rascacielos y autopistas alrededor.

Un detalle interesante es cruzarte con parejas de novios realizando sesiones fotográficas en las escalinatas de los templos. Este parque es un oasis en Beijing, donde podes escaparte y disfrutar de los sonidos, colores y formas de sus edificaciones, entre las sombras de viejos cipreses que allí crecen.

El parque tiene cuatro entradas, desde todos los puntos cardinales, pero según los emperadores, hay que ingresar por la puerta  sur. Imperdible!

Saliendo de este paseo, y para volver al siglo XXI por un rato, se puede tomar el metro de Beijing, es una experiencia que hay que vivirla.  Luego visitar el famoso “Silk Market or Silk Street Market”, es un shopping en el distrito de Chaoyang, Beijing. Un mercado de cinco pisos, donde se puede encontrar desde un souvenir, como el pergamino con tu nombre en chino,  pintado a mano, hasta una sastrería para llevarte tu propio “Qipao” (vestido o camisa de seda) hecho a medida en dos días.

La Gran Muralla China

Antes de abandonar Beijing, y seguir mi viaje por otras ciudades de China, debía visitar “La Gran Muralla China” una de las nuevas “Siete Maravillas hechas por el hombre”. Este es el monumento más emblemático de China, y es un imponente símbolo de la antigua grandeza del país. Bādálǐng es el tramo de la muralla más cercano a la ciudad de Beijing (unos 70km).

Este tramo data de la dinastía Ming (1368-1644), fue restaurada entre la década de 1950 y 1980, y es uno de los mejores lugares para recorrer a pie por su conservación y sus vistas. El tramo hay que hacerlo a pie en lo posible, por supuesto que cuesta un poco el trayecto, teniendo en cuenta que estábamos en junio, y el calor con humedad se hacía sentir.

Pero una vez arriba, y al darme vuelta, todo el cansancio se esfumó. Estar en esta maravilla del mundo es realmente un privilegio, no tardaron las fotos y las meditaciones en silencio, pensando que allá lejos en el tiempo, esta cultura milenaria ya pisaba fuerte y con decisión para imponer su imperio “cultural y gastronómico”.

 

 

 

(*) Sommelier / www.karlajohan.com.ar

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