Biodiversidad y agroecología en la reserva “Las Gringas”, volver a vivir la naturaleza a minutos de Posadas

 

Un emprendimiento familiar ansiado, que se nutre del sueño de “envejecer juntos” y de “cuidar la preciosa tierra colorada”, impulsa un matrimonio de profesionales que hace tres años tomaron la decisión de iniciar un camino de regreso hacia la práctica de la toma de conciencia ambiental, la producción agroecológica y el ecoturismo, adquiriendo una propiedad de unas 25 hectáreas con sitios de alto valor ambiental para conservar y desarrollar un espacio de naturaleza y bienestar para todos quienes quieran escaparse de los ruidos y la vorágine urbana, visitando la Reserva Privada de Biodiversidad “Las Gringas”, localizada en Corpus, a 4 km del ejido urbano del municipio, a solo mil metros del Río Paraná y a pocos kilómetros de Posadas.

 

La reserva es propiedad de Rosana Lugrin y Roberto Moroz. Ambos tienen sus actividades profesionales en Posadas, ella es funcionaria en un organismo nacional y él se desempeña en la actividad privada en varios servicios, tanto de comercialización, construcción y distribución mayorista de alimentos. Rosana es de Villa Elisa, Entre Ríos, y Roberto es posadeño. Hoy, además, el amor los unió en un proyecto ambicioso y de largo plazo, son empresarios –socios del nuevo restó De la Tierra en la Costanera-, productores primarios agroecológicos y conservacionistas.

 

Las Gringas, un sueño cumplido

 

La superficie de la reserva natural ronda las 25 hectáreas, separadas por cursos de aguas, arroyos y lagunas, una tupida selva misionera, pastizales, selva en galería, además de los sectores asignados para el área de cultivos agrícolas.

Cuentan con el arroyo Apepú y Santo Pipó -cuya confluencia se produce dentro de la chacra-, y dos cursos de agua más pequeños a los que bautizaron “Sofía” y “Rosana”, ya que carecían de nombre. “También contamos con una pequeña laguna formada por las aguadas. Entre otros microclimas que se puede encontrar, se presenta la selva paranaense propiamente dicha, pastizales misioneros, selva en galería sobre los arroyos y los sectores cultivados”, precisó Moroz en la entrevista con ArgentinaForestal.com.

 

“La importancia de su conservación reside en varios aspectos, el primero es la espesura de sus matas, ya que antes que nosotros adquiriéramos la chacra estuvo deshabitada por 25 años. Esto ha generado una cantidad muy significativa de especies vegetales, por lo tanto, la proximidad a la ciudad y la biodiversidad existente en tan poco espacio es realmente fascinante”, describió el propietario.

“Con el tiempo, también se fueron acercando los pájaros, a partir de la presencia de cultivos y árboles frutales que fuimos reponiendo dentro de la misma selva, por ejemplo, con pitangas, guavirobas, moras, nísperos, etcétera. También al principio nos tomamos el trabajo de llevarles frutas y verduras que conseguíamos como deshechos, por medio del apoyo de personas a las que le contamos de nuestro proyecto y desinteresadamente nos brindaron sus donaciones”, indicó Moroz.
En la reserva no realizan ningún tipo de aprovechamiento forestal por medio de planes de manejo. “No está en nuestros planes ningún tipo de explotación de bosques nativos”, afirmó. “El área natural está destinada a la conservación, al avistaje de aves, el reconocimiento de especies nativas, paseos y otras actividades relacionadas con la recuperación y preservación de sitio”, remarcó Moroz.

 

En la reserva reforestaron con nativas, plantando más de 400 árboles de diversas especies a lo largo de los últimos tres años,  desde que adquirieron la propiedad. “El objetivo es ir aumentando el valor del monte en cuanto a la diversidad de especies tanto nativas como foráneas. Los fines de semana fuimos plantando desde lapachos, cedros, inciensos, yacuticaba, guayabas, graviolas, ora pronobis, carambolas, cinco especies de mamones y papayas, cuatro especies de bananos, chivatos, jacaranda ceibos, sauces, angico, paltas, mangos, cocoteros, entre otras”, detalló el profesional.

 

La iniciativa no cuenta con ningún apoyo oficial. El matrimonio realiza diversas acciones a través de las redes sociales sumando adeptos que colaboran con las distintas propuestas desde Las Gringas. “Solicitamos, por ejemplo, a aquellos conocidos que tuvieran árboles o plantas que debían retirar o podar, que no los tiraran sino que nos las acercaran a nosotros para llevarlas a la reserva. Fue así que para nuestra sorpresa muchas veces nos vimos desbordados por la cantidad de plantas que nos empezaron a acercar para replantar”, relató con entusiasmo Moroz.

 

“Esto nos demuestra que hay muchas personas que, si se les brinda un canal para poder ayudar o realizar acciones para preservar el medio ambiente, lo hacen sin dudar”, reflexionó el productor.

 

Producción agroecológica

Un sector de 3 hectáreas de la chacra, el matrimonio lo destina a un vivero y producción agroecológica. “Realizamos producción agrícola tanto en nuestra chacra como en otras que se adhirieron a nuestra propuesta de cultivos más amigables con el medio ambiente y sanos”, explica Moroz.

 

“Cultivamos muchas especies o variedades de plantas en pequeña escala, no realizamos monocultivo, utilizamos fertilizantes naturales como la cama de pollo , estiércol de ganado, humus del monte tratado previamente, y fertilizantes orgánicos ( marca Worms)”, dijo.

 

Roberto Moroz

 

Por otra parte, compartió algunos de sus conocimientos y experiencias como productor: “Para el cuidado de enfermedades o ataques de bacterias y hongos, es fundamental el orden y la limpieza, como así también cuidados muy sencillos pero importantes, por ejemplo, si se poda una planta enferma hay que desinfectar las tijeras antes de ir a otra planta. No llevar plantas de un vivero a otro, no ingresar plantas de otros lugares sin previa desinfección. Realizar la alternancia y el cultivo conjunto de varias especies, desinfecciones solares, etcétera”, recomendó.

 

En cuanto a los cultivos que realizan, rotan de acuerdo a la estación, para un mejor cuidado y recuperación del suelo, ya que se degradan si el cultivo es siempre el mismo. “En verano a cielo descubierto estamos cultivando varias variedades de zapallos y calabazas, choclo, batatas, cebollita de verdeo y perejil. En frutales maracuyá, mamón, papaya, ananá, banana y cítricos. Dentro de los viveros, morrones, berengenas, pepinos albahaca, cherrys y tomates. Con estos dos últimos hemos sufrido la presencia de muchas enfermedades por lo que hemos decidido no plantarlos por un par de años para ver si mejoran las condiciones de sanidad, y así volver a intentarlo”, comentó Moroz.

 

Paralelamente, realizan un trabajo cooperativo con las chacras de la zona, donde colonos vecinos cultivan para Las Gringas, por ejemplo, hojas verdes que demandan mucho más tiempo y cuidado diarios que el matrimonio no puede realizar al no estar todos los días en la reserva.

 

“La producción que realizamos es a pequeña escala, se trata de un emprendimiento familiar, esto nos permite abastecer al servicio de delivery que tenemos para comercializar los productos y a nuestro restaurante, como a un par de locales más en la ciudad de Posadas”, precisó Moroz.

 

Los contactos para entrega a domicilio lo realizan a través de las redes sociales o del “boca a boca”, incrementando cada vez más sus “amigos clientes”, como les gusta llamarlos. En el facebook promocionan sus productos agroecológicos, sin agroquímicos ni conservantes, que disponen por temporada.

 

Una bolsa surtida de verduras tiene un costo de $190 con entrega a domicilio, sin cargo. La bolsa consta de 11 módulos, cada uno está representado por un mazo generoso o medio Kilogramo de producto (sea batata, mandioca, pepino, cebolla, perejil, chauchas, lechuga, etcétera). En el caso de las berenjenas están a $ 35 el kilo, cabezas de zapallos a $ 25. “No estamos cambiando el precio todo el tiempo, siempre de principio a fin de temporada mantenemos un mismo precio. No subimos el precio si son los primeros de la temporada y después bajamos el precio cuando hay mucha oferta en el mercado, ya que entendemos que es más justo y organizado para todos estabilizar precios y no ir variando constantemente semana a semana como pasa generalmente con las frutas y verduras”, aclaró el productor.

De la chacra al restó

 

En enero se inauguró en la Costanera de Posadas, en la zona del cuarto tramo, una nueva opción de gastronomía natural y sana, el restaurante “De la Tierra- Green Food”, emprendimiento del chef Saul Lencina en sociedad con el matrimonio Lugrin – Moroz, quienes le proveen para el menú las delicias naturales que producen en la Reserva de Biodiversidad Las Gringas. “La apertura del local superó todas nuestras expectativas, y esto nos lleva a redoblar nuestros esfuerzos en seguir mejorando”, dijo el comerciante.

 

“La iniciativa de abrir el restaurante surgió de la idea de aprovechar oportunidades en conjunto, como el poder ubicar nuestra producción. Antes comenzamos a realizar especiales de pickles, encurtidos, dulces, pero hacía ya unos meses que venía insistiéndole con la idea de contar con un lugar a un gran amigo nuestro de la vida, quien fue el que nos generó el espacio para concretar nuestro sueño y ponerlo en marcha con trabajo y más trabajo, en conjunto con Saúl”, relató Roberto Moroz en la entrevista.

Las Gringas proveen de la mayoría de la materia prima que se consumen en el restó o se encargan de hacer el nexo con los proveedores que se necesiten para tener una carta variada y totalmente diferente a lo que se ofrece en la gastronomía local. “Hay pocos platos, pero muy bien cuidados y elaborados”, señaló Moroz.

 

Por otra parte, las condiciones de trabajo serían excepcionales en cuanto a tecnología de elaboración e higiene. “En el lugar encuentran una atención muy especial, para que nuestros amigos comensales se sientan mimados y como en casa”, convocó finalmente el versátil empresario.

 

Por Patricia Escobar 

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