Casi Silva Dico: Ochoa, considerado un «peso pesado» del mundo delictivo puntano, ahora está con prisión preventiva

Fernando Ochoa (62) es el único imputado por la agresión que sufrió el pasado 30 de noviembre el juez Laboral Uno de Posadas, Manuel Silva Dico. Ayer, el juez de Instrucción Seis, Ricardo Balor, le dictó la prisión preventiva, porque considera que liberado puede fugarse o entorpecer la investigación.
El sospechoso, oriundo de San Luis, está alojado en la Unidad Penal VIII de Cerro Azul. En las próximas horas, su abogado defensor, Ramón Grinhauz, apelará la resolución.
“Está mal, venido abajo, es hipertenso y tiene problemas cardíacos”, confió su abogado Ramón Grinhauz en un contacto telefónico con el portal digital puntano SanLuis24. “Está alojado en una unidad carcelaria nueva, a unos 60 kilómetros de Posadas, pero estamos evaluando pedir la prisión domiciliaria”, agregó.
El mismo medio detalló la vida de vértigo que llevó siempre Ochoa: «A fines de diciembre, poco antes de las fiestas de Fin de Año, una comisión de policías de Misiones lo detuvo en su casa del barrio UPCN, en Juana Koslay. Su nombre se había borrado de las noticias policiales hacía mucho tiempo: su última vinculación con el delito había sido en 2009, cuando apareció mencionado en una investigación por el asesinato del paraguayo Hugo Ismael Chaparro Centurión en una casa de El Chorrillo.
Mucho antes su nombre quedó pegado a un caso que se dilató durante años en la Justicia local: la muerte de su hija Nabila por una presunta mala praxis médica.
Ambos casos, el del intento de secuestro al juez Silva Dico y aquel crimen impune en San Luis tienen al narcotráfico como punto en común.
La acusación que mandó a Ochoa a la unidad carcelaria de Cerro Azul ocurrió el 30 de noviembre en Posadas. Ese día dos delincuentes abordaron al juez laboral Manuel Silva Dico con la intención de secuestrarlo. Uno de ellos lo encañonó. ‘Quietito, doctor’, le ordenó. Pero la situación se complicó porque el juez se defendió y tuvieron que golpearlo para reducirlo. En medio de las trompadas el juez escuchó el sonido del percutor de un revólver, pero el proyectil no salió.
Los secuestradores escaparon en un auto que los esperaba, por lo que la lógica deducción de los policías misioneros es que participaron al menos tres hombres.
Ochoa fue reconocido por Silva Dico y otros dos testigos como uno de los secuestradores. Fue indagado por intento de robo y homicidio en grado de tentativa. De sus cómplices no hay rastros.
Los investigadores misioneros vinculan a Ochoa a una red de narcotraficantes y creen que el ataque al juez fue, en realidad, una venganza: el año pasado el magistrado ordenó un embargo millonario contra quien sería uno de los líderes de la banda que tiene ramificaciones en Paraguay.
Ochoa habría sido, dentro de esa hipótesis, el brazo ejecutor de la venganza contra el magistrado.
En la investigación que hizo la división Homicidios de la policía puntana por el asesinato del paraguayo y que plasmó en un completo informe entregado a la jueza penal Mirtha Esley a mediados de 2010, Ochoa aparece en el organigrama de una banda de narcotraficantes que respondía al militar boliviano José Pizarroso Claure.
Pizarroso Claure alquiló la casa de El Chorrillo con una identidad falsa y dijo que Chaparro era su sobrino. Cuando el muchacho fue encontrado muerto por un disparo en la cabeza tras una larga noche de golpes y dedos cortados con una tenaza, su supuesto tío desapareció de San Luis.
Pocos días después fue apresado por policías de Narcocriminalidad de Mendoza, en una “cocina” de cocaína en Las Heras y con 18 kilos de cocaína de máxima pureza lista para vender.
Un informante que conoce bien esa causa señaló que la muerte de Chaparro fue la puerta de entrada para anular una aceitada organización criminal que ingresaba cocaína y marihuana a San Luis. Pero por razones que nadie se anima a pronunciar, esa puerta nunca se abrió.
Y Ochoa, según la misma fuente, era uno de los principales engranajes de esa estructura».
Fuentes judiciales confirmaron a Misiones Online que el puntano pasó 23 años de su vida tras las rejas por esos delitos. Lo consideran un peso pesado.

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