Salesianos recuerdan a Don Bosco

Se cumple una nueva conmemoración del viaje de Don Bosco de aquel 31 de Enero de 1888. En sus 72 años, y luego de haber practicado con creces su “Da mihi animas, caetera tolle”, (dadme las almas, quédense con lo demás), viajó a la eternidad al encuentro del “Padre celestial”.

Juan Bosco, ya entrada su orfandad desde sus 2 años, a los nueve tuvo un sueño que le marcó el resto de su vida. Al encontrarse en un campo, junto a un grupo de niños que jugaban y se divertían, y otros que se insultaban y peleaban. El intenta calmarlos en base a gritos y golpes, pero de repente aparece Jesús y le dice: “No con golpes, sino con amor y paciencia los harás tuyos y serán tus amigos, y podrás enseñarles a huir del pecado y a obrar la virtud”. Asombrado, Juan le responde que es muy ignorante e incapaz de educarlos, pero Jesús le insiste e indica a María la virgen como su maestra; quien le coloca su mano sobre la cabeza y le dice: “Cuando sea la hora, lo entenderás todo”.

En medio de las terribles penurias de la época, su madre “Mama Margarita”, viuda pobre con tres hijos, elevaba cotidianamente sus ojos a Dios con esperanza y agradecimiento. Modo de hacer confiado y emprendedor ante cualquier dificultad que fué pilar fundamental en los diez años que lo acompañó en Valdocco.

A pesar que no eran tiempos fáciles para las congregaciones religiosas en la Italia de esas épocas, Don Bosco insistía: “En las cosas que son de ventaja para la juventud en peligro o sirven para ganar almas a Dios, yo corro hacia adelante hasta la temeridad”.

Su adolescencia transcurrió en diversas casas de familias italianas, situación que forjó parte de algún árbol genealógico en esta provincia.

Hemos de tener presente que en 1841 Turín estaba sufriendo los efectos de la primera revolución industrial. Provocaba olas de migración a la ciudad de jóvenes de una zona rural pauperizada por las guerras y las malas cosechas. Jóvenes solos, sin familia, ni instrucción y durmiendo en la calle, con trabajos mal remunerados que generaban situaciones de verdadera explotación infantil y juvenil. La mayoría abandonaba la práctica religiosa, y muchos de ellos, obligados por la necesidad y a menudo por el hambre se veían empujados a delinquir. Con esos jóvenes, y los salidos de prisión, el carismático Don Bosco fundó el oratorio como una gran familia juvenil.

El oratorio, es un lugar de acción y oración, donde los jóvenes se forman aprendiendo a pensar, trabajar y orar juntos en un ambiente de cálido esparcimiento; con una cláusula a cumplir: “es preciso que ellos se den cuenta que son amados”.

Con posterioridad, dió inicio a la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, (hoy Salesianos de Don Bosco, por su inspirador y patrono) y a la gran familia salesiana.

La Familia Salesiana, es una familia espiritual, no una simple afinidad o simpatía, posee una comunión interior carismática y espiritual en defensa de la dignidad humana, la familia y promueve la justicia y la paz. Familia que hoy supera los treinta grupos o ramas en cada uno de los más de 140 países.

Con tantos proyectos, Don Bosco iniciaba sus tareas cotidianas a las cuatro y media, pues él sabía que nadie suele llegar al éxito trabajando solo ocho horas diarias.

En 1875 llegaron al país (primero del continente Americano), diez misioneros que se transformaron en “huelleros”, quienes gracias a los consejos de Don Bosco pudieron sembrar su “sistema preventivo” en ocho países de Sudamérica en sólo trece años apoyados por la razón, religión y el cariño. Un espíritu salesiano que se caracteriza por una visión optimista y humanista de la tarea educativa; y por un modo de alegre de educar el sentido de la responsabilidad.

En los primeros años de la inmigración Ucrania y Polaca de 1897, el sacerdote Salesiano Polaco Cynalewski, acompañó y defendió los intereses de los mismos frente a las denostaciones que sufrían.

La historia de Ucrania y Polonia nos han provisto de vocaciones sacerdotales salesianas en demasía.

El Príncipe polaco Augusto Czartoryski, criado en el exilio de su familia en París, leyó a San Estanislao Kostka y fué educado en su adolescencia por Jose Kalinowski quien habiendo estado diez años en Siberia, ingresó en la orden religiosa Carmelita y canonizado por Juan Pablo II. Augusto conoció a Don Bosco a los 25 años, despertando su vocación Salesiana, y fue el mismo papa León XIII quien intercedió para su ingreso en la salesianidad. En el día de su vestición en la Basílica María Auxiliadora, Don Bosco le susurro:” ánimo mi príncipe, llegará un día en que ud será sacerdote y por voluntad de Dios hará mucho bien a su patria”, a los dos meses falleció. Augusto por su enfermedad, partió a acompañarlo luego de diez años.

Un italiano, Don Pascual Gentilini, nació en 1864, y al entrar en edad y no poseer herederos, decidió donar a la Congregación Salesiana diversas propiedades en el país, y una parcela de varios miles de hectáreas en la localidad de San José con destino a una Escuela Agrícola. Así fue como en el año 1927, se funda la Escuela Pastoril Salesiana (actual Escuela Agrotécnica Gentilini) con el padre Gherra como primer director. Llegando en 1931 el hermano Próspero Schiafino quien al desenvolverse en varias actividades además de fundar la panadería, generó una muy profunda relación con los alumnos.

La iglesia de San Estanislao Kostka en Debniki, Polonia en manos de los salesianos, fue sede de trascendentes hechos para la humanidad. Apellidos como Swierc, Kowalski, Antonowicz, Tyranowski, Wojtyla y otros sacerdotes y animadores salesianos han sido protagonistas de arrestos y muertes en Auschwitz y generadores de un papa Juan Pablo II. Épocas del beato Markiewicz.

La colectividad Ucrania en su Catedral de Buenos Aires nos regaló una imagen de Don Bosco gracias a Monseñor Andrés Sapelak, su primer obispo Salesiano.

“Dar consejo al que lo necesita, y enseñar al que no sabe”, dijo Francisco al rememorar lo logrado por los Salesianos.

Ser ex alumno, pertenecer a uno de los grupos de la Familia Salesiana, no es rememorar gratos recuerdos, asistir a cenas, reuniones o misas. Es un compromiso cristiano de humilde acción hacia la sociedad comunicando esperanza, confianza y colocándose debajo de todos. Es ser motor y generador de tendencias ajenas a ideologías globalizantes, así como trabajar “codo a codo” con las ex alumnas por las necesidades de los demás al percibir que desde la periferia se ven mejor las cosas; demostrando así que se puede vivir “sin dejar que el mal tenga la última palabra”. Es ser co-responsables de la historia utilizando los escasos dones o talentos recibidos.

“Hemos de llegar a Ser… el cambio que queremos ver” nos decía hace un tiempo  M. Gandhi.

Ex alumnas, parte de esas valientes mujeres que en tiempos duros aportan esperanza a pesar de ser a menudo tildadas de ignorantes y víctimas de violencia; pero que están llenas de valor fundado en su fe y son capaces de orientar al hombre siendo descriptas por Francisco como:”más valientes que los hombres”. Ayer fue Paraguay, hoy es Ucrania y Siria. Países donde la pastoral salesiana está viva y presente cada día.

“A los laicos ex alumnos de Don Bosco, no se les está  permitida la superficialidad y la mediocridad; en la profundidad se encuentra la verdad, la libertad, la vida y las cosas bien hechas”, Delegado Mundial de ex alumnos, Padre Pastor Ramírez.

La Evangelii Gaudium, 222-223, nos habla de lo propio de un buen dirigente: “optar siempre por generar procesos más que por ocupar espacios”.

Ya Juan Pablo II nos decía: “El “espíritu del mundo” ofrece muchos espejismos, muchas parodias de la felicidad. La mayor fuente de infelicidad es el espejismo de encontrar la vida prescindiendo de Dios, y de alcanzar la libertad excluyendo las verdades morales y la responsabilidad personal”.

En los ex alumnos hay proyectos y atención frente a la robótica, inteligencia artificial, vehículos autónomos, impresión 3D, computación cuántica, nanotecnología, biotecnología, almacenamiento de energía, que comprenden la 4ta. revolución industrial, y al cambio climático imperante.

Tenemos ideales, sueños, alegría y en “mangas de camisa”, ganas de ir a más a pesar de los “tumbos del camino” y transformar muros en puentes. Un amor de alto octanaje destilado del dolor, se convierte es el combustible de nuestros actos y nos ayuda a anular la anestesia de la cultura de bienestar. Amor muchísimo más poderoso que cualquier desarrollo tecnológico.

“Con los tumbos del camino se entran a torcer las cargas, pero es ley que en huella larga deberán acomodarse, y aquel que quiera olvidarse las ha de pasar amargas”, (“Don Ata” Yupanqui).

El futuro de la humanidad se plasmará sin duda con “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, tal fue el deseo de Don Bosco.

Colaboración Gabriel Alsó, Patricia Montenegro; Martin Pirota; Diego Genes; Federico Bar.

Fuente: Carta de la identidad carismática de la familia salesiana de Don Bosco, Pascual Chávez, 2012 –  Padre Cayetano Bruno SDB.

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