En Suecia aplicarán en 2017 una ley de reducción de impuestos para combatir la obsolescencia programada

La “obsolescencia programada” no es otra cosa que programar el ciclo de vida de productos para que duren un tiempo determinado y su reparación sea tan difícil o cara que pierde sentido. En la actualidad, esta “caducidad” temprana es parte ya del actual sistema económico global.

Es el caso del “boom” de la electrónica y en particular de la telefonía móvil: los terminales tienen de vida 20 meses y, al cabo de ese tiempo, los tiramos y compramos otro.

 

No podemos consumir como si los recursos naturales fueran infinitos, pero lo hacemos. Por eso, el Gobierno sueco propuso una ley para reducir y desgravar los impuestos en las reparaciones de todo tipo de productos para combatir la obsolescencia programada. Entre ellos bicicletas, electrodomésticos, incluso ropa y calzado, que pasarían de computar un 25% de IVA al 12%.

 

La medida, que llegó al Parlamento sueco el año pasado y que estará vigente en 2017, incluye también la posibilidad de recuperar en la declaración de IRPF parte de la mano de obra pagada en las reparaciones de algunos productos tales como los electrodomésticos. «Se trata de fomentar el consumo colaborativo, responsable, que además evita el exceso de emisiones de gases de efecto invernadero», explican desde el gobierno sueco.

 

Además de impulsar al sector de reparaciones y ayudar a parar el consumismo exacerbado de las últimas décadas, esta medida ayudará a reducir el impacto medioambiental de la fabricación de bienes, contaminar menos y rebajar el crecimiento imparable de los vertidos de basura industrial. El reto sueco se entiende mejor si tenemos en cuenta que lo protagoniza un biólogo, Per Bolund, actualmente adjunto al Ministro de Hacienda de Suecia.

 

Escenario global

En 1970 un grupo de investigadores lanzó la primera alerta sobre lo que podría ser un pacto entre los fabricantes para que todo tipo de artículos tuvieran una vida útil acotada. La lógica era que esto estimularía el consumo y la actividad económica y las fábricas mantendrían una cadencia de trabajo constante.

La sustitución de aparatos sin miramientos deriva en un abuso indiscriminado de las materias primas con las que se elaboran esos productos. Materias primas que son vitales para el día a día, que no se regeneran el ritmo que las consumimos y que ni se reciclan ni se eliminan fácilmente.

 

De acuerdo con los datos de la fundación para la innovación sostenible FENISS, el volumen de basura electrónica alcanzará la escalofriante cifra de 65,4 millones de toneladas anuales a escala mundial este año. Además, elementos como el plástico, el polietileno, el vidrio, etcétera, vertidos a la naturaleza tardan en degradarse alrededor de unos 1.000 años y algunos como el plomo o el mercurio provocan además graves problemas para la salud. En FENISS estiman que más del 80% de los residuos electrónicos que nadie quiere llegan a países del mal llamado Tercer Mundo, donde acaban abandonados.

 

Se estima que los incentivos de Suecia a la reparación de cualquier artículo frente a su sustitución por uno nuevo no tendrá un impacto demasiado negativo en las finanzas del país, ya que con ello el Estado dejará de ingresar apenas unos 48 millones de euros. Pero se espera que este gesto contribuya a crear hábitos de consumo más racionales entre los ciudadanos, mentalizarnos de que los recursos naturales son limitados y colaborar en una causa razonable.

 

Suecia, gran gestor de residuos

Suecia siempre se ha vanagloriado de ser uno de los países que más recicla del mundo, de hecho, un acto tan cotidiano como es tirar la basura cuesta dinero, mientras que reciclar es totalmente gratis. Pues bien, Suecia quiere llevar su ecologismo y cuidado del planeta más allá, y está dispuesta a plantarse de cara al exagerado consumismo que existe en la sociedad actual. Quiere acabar con el usar y tirar.

Suecia ya mantiene el 99% de su basura doméstica fuera de los vertederos a través del reciclaje o la incineración. El programa de conversión de residuos en energía del país convierte más de la mitad de la basura de Suecia en electricidad.

De hecho, la práctica es tan eficiente que el país ha podido importar residuos de países como el Reino Unido, Noruega o Italia. Desde los años 90, las emisiones anuales de Suecia han disminuido más del 20%.

La constante concienciación de sus ciudadanos les ha llevado a ser capaces de reciclar cerca del 99% de sus desechos, pero no contentos con esto, el actual Gobierno -una coalición entre el Partido Socialdemócrata y el Partido Verde- ha propuesto bajar los impuestos de los servicios de reparación de objetos como frigoríficos, bicicletas o lavadoras para evitar la generación constante de residuos y tal vez así, de paso, impulsar la economía del país.

El impuesto para este tipo de reparaciones estaba situado en el 25%, y bajará hasta el 12%. Así, zapatos, pantalones, bicicletas y un largo etcétera de productos tendrá a buen seguro una segunda oportunidad.

Además de la reducción del IVA, los suecos podrán desgravarse sobre el IRPF la mitad de la mano de obra pagada para reparar electrodomésticos como neveras, hornos, lavaplatos y lavadoras, lo que, según destaca The Guardian, podría reducir el coste de las reparaciones hasta en un 87%.

Según señalo Per Bolund, ministro de Mercados Financieros y de Defensa del Consumidor y uno de los seis integrantes del Partido Verde en el gabinete, a la cadena BBC, la «medida podría bajar sustancialmente el costo y de esa manera convertir la reparación de bienes en una práctica racionalmente económica».

Bolund fue uno de los principales promotores de los nuevos incentivos. Calcula que la reducción al IVA bajará los costos de una reparación de 400 coronas suecas hasta unas 50, suficiente como para estimular la industria de la reparación en Suecia.

 

Por Patricia Escobar 

 

 

 

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