La comunidad de Azara se prepara para celebrar la Navidad

Es tiempo de Navidad y en Azara, una comunidad con algo menos de 120 pesebres de historia, la celebración se potencia porque es una se recuperan las tradiciones de su inmigración Polaca y Ucrania en busca de la tan ansiada paz.

Todo tiene su inicio en la noche de Belén, un nuevo y universal principio de la historia humana.

Vivimos una semana de inmensa sensibilidad, intentemos conseguir unos minutos para nosotros y nuestras familias, un tiempo en la vorágine, donde en silencio podemos imaginar a la Virgen María junto a San José, en camino a Belén. Un fatigoso andar con alegría, emoción y ansiosos como futuros padres en encontrar un lugar, un establo, un pesebre o cueva donde pueda nacer su niño.

En la extrema pobreza de la gruta, contemplamos a «un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre», (Lc 2,12).

Un niño acostado en la pobreza de un pesebre, una señal de Dios que a través de los siglos ha sido una señal de esperanza para toda la familia humana, de paz para cuantos sufren a causa de todo tipo de conflictos, de liberación para los pobres y los oprimidos, de misericordia para quien se encuentra encerrado en el círculo vicioso del pecado, de amor y de consuelo para quien se siente solo y abandonado.

Señal pequeña y frágil, humilde y silenciosa, pero llena de la fuerza de Dios, que por amor se hizo hombre.

Donde la sencillez del Niño de Belén nos enseña a descubrir el sentido auténtico de nuestra existencia. Nos enseña a «llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa» (Tt 2,12).

El establo de Belén es el primer lugar de la solidaridad con el hombre, de un hombre para con otro y de todos para con todos, sobre todo con aquellos para quienes «no hay sitio en el mesón» (cf. Lc 2, 7), a quienes no se les reconocen los propios derechos. Jesús nació en un establo, como cuenta el evangelio de san Lucas, «porque no había sitio para ellos en la posada » (Lc 2, 7).

Podemos armar una canasta navideña “sin costo y a medida”, un 2 x 1 en gestos, abrazos y caricias a nuestros mayores quienes son los maestros y tutores de tradiciones y culturas que perdurarán en el tiempo fomentando la paz a través de niños y jóvenes.

Donde nace la paz, no hay lugar para el odio ni para la guerra”, Francisco.

Nuestros niños, tienen su lugar, curiosos e impacientes, ayudando  tal como lo indicaba Juan Pablo II, pueden ser como los pastores de Belén, mensajeros y testigos de la belleza y bondad de Jesús, tanto en sus familias, amigos y en el colegio.navidad

Un aporte contra la analfabetización, sinónimo de marginalidad social y generador de diversas índoles de afectación a la dignidad humana a través de violencias, trata de personas, narcotráfico y demás. Una gran pobreza de la humanidad que afecta en particular a mujeres y niñas, columnas vertebrales de las familias.

Ya en 1979, versaba la Jornada Mundial de analfabetismo:” Con la alfabetización de los padres, se prepara el porvenir de los niños”.

María, Madre y discípula de su Hijo Jesús, acompaña el camino de todo cristiano, desde la pila bautismal hasta la hora de la muerte.

Recemos por un navideño cese de hostilidades en Ucrania, país de hermanos cuya capital fue propuesta como ciudad de la paz por el papa Francisco. Por un devastado país como Siria. Por dejar lejos en el tiempo situaciones de opresión a la Iglesia Greco Católica Ucrania y a sacerdotes Polacos que a pesar de ello llegaron a nuestra provincia.

Recemos por un fin de la guerra y del terrorismo; fin al odio y al rencor.

Que la Virgen santa nos alcance la gracia de vivir la Navidad como testimonio de nuestras tradiciones; y que la sinceridad y austeridad, no sean propias de los dos extremos de la vida.

Feliz Navidad!!!

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Colaboración Gabriel Alsó, Nelson Lanche Dlutowski y Cristian Dlutowski.

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