Closs criticó la decisión del Gobierno de convocar a sesiones extraordinarias

El diputado nacional y ex gobernador de Misiones, Maurice Fabián Closs analizó la situación por la que atraviesa el Gobierno de Mauricio Macri, de las promesas de campaña y un escenario donde se pone debate  la gobernabilidad.

Extraordinarias sin sentido

Maurice Closs

Cuando Mauricio Macri asumió la Presidencia, todos sabíamos que tendría en el Congreso enormes desafíos que sortear. Lejos estaba de tener mayoría propia y la generación de consensos se le hacía imperiosa. El período de sesiones ordinarias transitó con normalidad, marcado por tres características salientes:

 

-Acuerdo parlamentario, que facilitó muchas leyes, con el Frente Renovador y con el Bloque Justicialista.

 

-Gran cantidad de modificaciones en las leyes al momento de la votación en particular.

 

-Senado funcionando como Cámara revisora y claramente como la última palabra en el trámite de la política parlamentaria argentina.

 

 

Sergio Massa daba gobernabilidad. Votaba, la mayoría de las veces, en el tratamiento en general de las leyes, junto con Cambiemos. Ahora, cuando venía la votación en particular, a señas cual partido de truco, coincidía con justicialistas y otros más y le hacían saber a Cambiemos que las cosas solamente saldrían si aceptaban los cambios propuestos por los dadores de gobernabilidad. Ahí aparecía la debilidad de Cambiemos y la oportunidad de aparecer en escena del Frente para la Victoria (FPV).

 

En líneas generales, las cosas iban saliendo bien y el Gobierno, dentro de esta lógica del recinto debatiendo cada coma, fue sacando leyes importantes como la de holdouts y la más importante, la de presupuesto.

 

En esta lógica ¿las leyes que se sacaban eran buenas? Pregunta difícil de responder, puesto que si a las leyes las consideramos como un sistema, tantos cambios muchas veces terminaban por modificar el proyecto inicial elevado por el Poder Ejecutivo.

 

El Senado aguardaba que los proyectos llegaran a su esfera para pontificarlos o no. Con los temas de holdouts y del presupuesto todo funcionó de maravillas y las leyes tuvieron su sanción tal cual salió de Diputados.

 

Ahora, quiero poner dos ejemplos donde la relación entre ambas Cámaras entró en crisis. Con la reforma política se vio la ratificación de este relato. La ley que mandó el Ejecutivo era tan distinta de la que bajó al recinto y esta, a su vez, bien distinta de la que se votó luego en particular. La ley que se trató en general era imposible de votar, y por eso nos abstuvimos como bloque misionero. La votación en particular sufrió la alteración que pedían los dadores de gobernabilidad.

 

Ahora, era clavado que esa ley no iba a pasar el Senado, donde las provincias tienen igual representación y los grandes acuerdos de la gran liga de Ciudad y provincia de Buenos Aires se limitan a sólo seis senadores. Resultado: la reforma electoral se cayó y no sirvieron para mucho los debates en la Cámara de Diputados.

 

También en los últimos días ocurrió otro dato que tuvo poco análisis, me refiero a la ley de comisiones de tarjetas de crédito. Para resumir, el Senado manda una media sanción de un par de artículos y Diputados completa la media sanción agregándole más de diez artículos. Idas y vueltas para que salga esta media sanción de Diputados que hasta el más inexperto se daba cuenta de que se había hecho un show para que nada cambiara. Esta vez, también el Senado tomó nota de la situación.

 

Lo inentendible de todo esto es por qué el Gobierno llamó a extraordinarias para tratar ganancias.

 

¿Cómo no tomaron nota de los eventos que marcaban contradicciones como la ley electoral? ¿Cómo no aprendieron que se iba a triturar el proyecto original tal cual ocurrió con todas las leyes durante todo el año? ¿Cómo justo en esa ley de interés de los trabajadores iban a asumir por primera vez en el año el papel de tercos no negociadores? ¿Por qué habilitaron extraordinarias cuando ya tenían el presupuesto aprobado?

 

También vale un párrafo el trato hacia las personas. Y con esto sólo alcanza con un ejemplo. ¿De qué valió el romance durante todo el año escolar con Sergio Massa si lo van a agraviar justo en la fiesta del acto de colación?

 

En esa línea de tantos cuestionamientos, nosotros, desde una visión provincial, intentamos ser coherentes y dar gobernabilidad al Presidente, ayudar a nuestro gobernador. Holdouts y presupuesto tuvieron nuestro acompañamiento en esa línea. No fuimos de la partida en otras como reforma electoral en general y la farsa de tarjetas de crédito. Las extraordinarias para ganancias no tenían razón de ser. Que alguien me explique con qué lógica se vota esta ley luego de haber votado presupuesto. Es insólito. Es desautorizar la ley que nosotros mismos votamos.

 

Sólo Argentina puede, después de votar el presupuesto nacional, habilitar desde el Poder Ejecutivo sesiones extraordinarias para tratar una ley para la cual no tiene votos suficientes.

 

Sólo Argentina puede, desde la oposición en sesiones extraordinarias, provocar un enorme cambio en la política fiscal del país, con el presupuesto recién aprobado.

 

Por el bien de nuestras provincias, no podemos ni hacernos cargo de los errores políticos del Gobierno, ni de los excesos de una parte de la oposición. Menos con presupuestos provinciales y nacional aprobados.

 

Más allá de cómo termine este tema de ganancias, muchas cosas quedaron al descubierto. La primera es que el Presidente faltó a la verdad en campaña cuando prometió que quitaría el impuesto a los trabajadores. La segunda, muchos de quienes gobernaron hasta hace un año cambiaron el discurso en este tema. Cambio que nos podría haber hecho ganar las elecciones de 2015 si hubieran pensado en ese momento como piensan hoy.

 

Y la tercera es que quienes dieron gobernabilidad este año todavía se comportan lejos de la mesura que se requiere para un día gobernar.

 

El autor es diputado nacional, ex gobernador de Misiones.

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