Antes de asumir, Trump tendrá que ir a la justicia por un litigio con un chef español

 

 

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, tendrá que declarar en los tribunales los primeros días de enero -apenas dos semanas antes de su investidura- por la disputa legal que mantiene con el chef español José Andrés, quien se negó a abrir su restaurante en un hotel del magnate en Washington como protesta por los ataques a los inmigrantes mexicanos.

Según se informó hoy, un juez denegó el pedido de la defensa del futuro mandatario de cancelar su testimonio.

Pero también le fue negada la petición de limitar la duración de su declaración, que podría durar hasta siete horas y tendrá lugar en Nueva York, informó el diario español El País.

En agosto de 2015, Trump le interpuso una demanda a Andrés, en la que le reclama diez millones de dólares en concepto de indemnización tras la ruptura del contrato.

En respuesta, el cocinero le presentó con un reclamo de ocho millones de dólares por «los gastos incurridos en el desarrollo del restaurante» que Andrés iba a dirigir, así como «los beneficios perdidos y los intereses».

La decisión judicial de seguir el proceso, en manos de la jueza Jennifer A. Di Toro, llega apenas un día después que Andrés tuiteara una suerte de tregua.

«¿Podemos cerrar nuestras demandas y donar el dinero a una ONG de veteranos para celebrarlo? ¿Por qué seguir litigando? Ganemos ambos», escribió el chef en Twitter con copia al futuro presidente.

No hubo respuesta del magnate, aunque sí estuvo tuiteando desde temprano, como es su habitual accionar, contra la prensa y los demócratas.

Andrés es una celebridad gastronómica en Estados Unidos y es muy cercano al Partido Demócrata, de hecho fue muy activo durante la campaña de Hillary Clinton.

Su principal enfrentamiento con Trump es ideológico. Debido a los constantes insultos del millonario contra los latinos, el chef rechazó tener un restaurante en un flamante edificio en Washington.

Considerado el gran embajador de la cocina española, Andrés tiene dos estrellas Michelin -la calificación más alta en la gastronomía mundial- concedidas a su restaurante Minibar, un espacio de alta cocina en Washington con lugar para 12 comensales, donde el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y su esposa, Michelle, celebraron el día de San Valentín.

En 1993, abrió su primer restaurante en la capital de Estados Unidos, Jaleo, un «templo» del tapeo que se convirtió en el epicentro de un imperio gastronómico formado por más de 15 establecimientos en el país.

En septiembre pasado, Obama le concedió la prestigiosa Medalla Nacional de Humanidades por «el cultivo de los paladares» de los estadounidenses y por ayudar a «dar forma» a la cultura estadounidense.

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