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Caso Kachuk, el juicio: Guido “necesitaba una respuesta quirúrgica rápida”, aseguró otro forense

El médico Carlos Sebastián Wolheim, integrante del Cuerpo Médico Forense, hizo un peritaje sobre la historia clínica de Guido Martín Kachuk (17), el adolescente baleado durante un intento de asalto en Posadas el 22 de febrero de 2011 y que murió mientras lo operaban en el hospital Ramón Madariaga. Esta mañana, en la sexta audiencia por el homicidio dijo que en su estudio encontraron incongruencias en los horarios registrados en cuanto a la atención que recibió el joven en el centro de salud.
Pero no fue lo único que dijo. Deslizó que hubo demora en llevar al muchacho a cirugía, porque, repitió varias veces, mientras mayor sea la premura en la atención más chances de sobrevida hay para el paciente.
El debate, en esta audiencia, giró exclusivamente en la actuación que le cupo a uno de los juzgados, el médico Manuel Ignacio Ibarra, acusado de haber atenido de manera negligente a Kachuk.
En primer lugar, Wolheim dijo que una herida como la que presentaba la víctima debió haber sido identificada durante la revisión del paciente. Indicó que en la historia clínica se habla de abdomen tenso, y que eso es un indicador que era clave para el diagnóstico.
Sobre el estado de excitación (estado combativo) que presentaba Kachuk (gritaba, pateaba, movía los brazos), dijo que no era impedimento para la revisión, puesto que “enfermeros avezados pueden controlar tal situación”.
Estimó que ante un cuadro de abdomen tenso (o agudo con el correr de los minutos), él hubiera apelado a la ecografía o a una punción abdominal, aunque, muy prudente, admitió que probablemente en el caso de Guido no hubiera arrojado ningún resultado anómalo, porque la hemorragia estaba en un sector que no se podía detectar con esos métodos.
Sin embargo, dijo que una vez que el joven empezó a empeorar hemodinámicamente, y con el cuadro de abdomen agudo, ya se estaba ante un cuadro quirúrgico y que él hubiera optado por llevar al joven directamente al quirófano y no a practicarle una tomografía, como lo hizo Ibarra.
“La lesión que presentaba era gravísima. Perdía el volumen de volemia, la cantidad de sangre que circula en el cuerpo. Había que cerrar esa canilla, se necesitaba un acto quirúrgico. Era una conducta quirúrgica desde el vamos”, estimó Wolheim.
Consideró que hubiera sido clave que se consultara antes a un cirujano, algo que tampoco se hizo. “La inmediatez genera chances”, reiteró.
El forense afirmó que había “incongruencias” en los tiempos consignados por los profesionales en la historia clínica, pero eso no es mi campo de acción, sino el de una investigación judicial.
“La respuesta que necesitaba era quirúrgica”, ratificó Wolheim. Y en este sentido indicó que el médico Ibarra ya tenía en su poder antes de la tomografía los resultados de los análisis practicados al chico que indicaban que su nivel de hematocritos era del 13%, un nivel muy bajo “casi incompatible con la vida”, apuntó el testigo.
Wolheim fue uno de los ocho profesionales médicos citados para este viernes. Junto al testimonio de sus colegas Rogelio Canteros y Juan Galuppo (quien analizó la autopsia practicada por Manuel Acosta) fueron los más extensos y detallados.
El juicio, en el que además de Ibarra, son sometidos a proceso a Ricardo Ríos y Maximiliano Acevedo (los presuntos asaltantes que balearon a Guido) seguirá la semana que viene.

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