«Maté a mi hijo», admitió la mujer que está presa por haberlo asfixiado

Verónica González (38) fue imputada por el crimen de Bautista, de 4 años. Con una almohada cometió el homicidio. La hallaron ensangrentada, en el dúplex que compartía con el nene. Sucedió en Mendoza.

Los policías que el martes 18 llegaron a la casa que compartía Verónica González (38) con su pequeño hijo Bautista (4) nunca imaginaron el horror que los aguardaba. Es que después del llamado al 911 efectuado por el psiquiatra de Verónica, un patrullero de la Comisaría 32 se acercó al dúplex ubicado en Los Franceses 1659.

En la puerta de ingreso estaba la mujer, que al ver a los policías ingresó rápidamente a la casa. Sangre en los pisos y en las paredes, olor a gas y una cuerda rota formaban parte del primer escenario al que se enfrentaron los uniformados.

Una de las mujeres policías se fue al cuarto de Verónica y la encontró sentada sobre la cama. Allí, con su mano izquierda daba pequeños golpecitos sobre el colchón y estaba muda hasta que abrió la boca y dijo: «Maté a mi hijo».

Los policías abrieron los ojos y uno de ellos le preguntó: «¿Qué es lo que hiciste?», y empezaron a buscar el cuerpo, que se encontraba sobre la cama tapado con una frazada.

Al destaparlo, Bautista estaba con signos de rigidez cadavérica y un poquito de moco en la nariz. En ese instante Verónica, según confesó a los policías, dijo «me enojé con el chico porque había arrojado una mamadera con leche» y agregó que «lo empecé a retar hasta que agarré una almohada, me puse a jugar con él y se lo coloqué sobre el rostro; después ya no me acuerdo qué sucedió».

Estupefactos, los policías no pudieron creer lo que había pasado. Una de las uniformadas perdió el control y tuvo que ser retirada del lugar. Verónica prosiguió con el relato a los policías y manifestó que «esto iba a pasar algún día, yo tenía muchas deudas, el padre nunca se hizo cargo y nuestra situación era desesperante».

La mujer después del horrendo hecho intentó suicidarse.

Se realizó cortes con una maquinita de afeitar en los brazos, en las manos, el cuello y en el pecho a la altura del corazón. Luego habría tomado una cuerda para colgarse, pero la misma se cortó y quedó tirada sobre la cocina.

La bañadera con agua y sangre que estaba junto a la cama la usó para lavarse. Es que no tuvo el valor de matarse y pasó la noche junto con su hijo. Aparentemente habría dormido sobre el cuerpo del chico porque, según una versión, dijo que «lo sentía frío y quería darle calor».

Ante este horroroso cuadro, uno de los comisarios se comunicó con la jueza Paula Arana y luego solicitó una ambulancia para trasladar a la madre al hospital. Enseguida se resguardó la escena del crimen y la Policía Científica realizó su tarea.

En este marco, se hizo cargo de la investigación, por orden de la jueza, la Unidad Investigativa que secuestró algunas prendas de vestir, ropa de cama, toallas, el celular de Verónica y la cuerda que habría utilizado para quitarse la vida.

Grave imputación
La mujer fue imputada por el asesinato de su hijo e indagada el miércoles pasado, un día después del horrendo crimen.

Por consejo de su abogado defensor y ejerciendo su derecho constitucional se abstuvo de declarar, pero una fuente confiable señaló a UNO San Rafael que le pidió a la jueza que «tengan cuidado con el celular porque allí tengo las únicas fotos de mi hijo».

Fue trasladada de inmediato a la cárcel pero luego de ser registrada, el director del penal, Ricardo Gatica, decidió enviarla al área de Salud Mental del Schestakow.

«Allí permanecerá hasta que los médicos decidan lo contrario», informó la jueza Paula Arana en diálogo con UNO San Rafael.

Lo cierto es que la magistrada la imputó por «homicidio agravado por el vínculo», una acusación que puede tener una condena de hasta cadena perpetua, que equivale a 35 años de prisión, y recién ahí González puede solicitar la libertad condicional.

Faltó al tratamiento
Hace unos dos meses Verónica, a la que le diagnosticaron «depresión», inició un tratamiento psiquiátrico que cumplía irregularmente.

Es que no iba a las sesiones pactadas y, aparentemente por problemas económicos, no tomaba la medicación recetada.

A pesar de este cuadro, González «fue consciente de haber asesinado a su hijo», señaló una alta fuente judicial y por ahora «no mostró arrepentimiento».

La frase es elocuente según el relato que le hizo a los policías: «Yo sabía que esto iba a pasar algún día». Lo cierto es que Bautista murió asesinado cerca de las 2 de la madrugada de ese trágico martes.
Cuáles son las causas de su depresión todavía es uno de los grandes interrogantes que tiene la jueza. En este terreno se puede decir que González estaba en una batalla judicial con su ex pareja que nunca reconoció a Bautista.

En toda esta tragedia no hay que olvidar que esta mamá tiene otra hija de 17 años que vive con su padre biológico, que estuvo presente el día que se sucedieron los hechos en la vivienda de la calle Los Franceses.

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