Empleo en negro, impuestos y educación

Ya con un INDEC funcionando bien y sin esconder lo feo debajo de la alfombra, hace unos días se conocieron los indicadores socioeconómicos del mercado de trabajo para el segundo trimestre del año. Más allá de los vaivenes del resultado más mirado, la tasa de desocupación, que resulta lógico aumentará transitoriamente tras un proceso de sinceramiento de variables económicas largamente distorsionadas, hay factores que permanecen invariables desde hace ya un tiempo. Estos son el nivel de empleo en negro y un desempleo juvenil del doble que el promedio, y aún más alto para las mujeres menores de 29 años.

Sobre el nivel de empleo no registrado, desde 2011 que se encuentra casi fijo en un tercio de la población ocupada, lo que nos ubica en el doble de países vecinos como Uruguay. Lamentablemente, sobre este promedio el NOA siempre está en el lugar más alto, con una media del 39% para las provincias que lo componen; y Salta y Tucumán en el podio. Esta vez la primera se ubica con el registro más alto del país con un obsceno 44,8% y la segunda la sigue con un 42,3%.

 

trabajo en negro

 

Para explicar este fenómeno no se puede mirar sólo una razón, hay muchas. Una causa que influye es la altísima carga fiscal general que padece la Argentina, y en particular los elevados impuestos y cargas al trabajo, cuyo niveles se encuentran en los más altos de Latinoamérica. Pero a mí entender actúa sobre este fenómeno un ingrediente adicional que no suele tenerse en cuenta y que es parte del círculo vicioso en el que estamos insertos, ya que sobre esta carga fiscal general influye la necesidad de ir aumentándola para financiar un exceso de empleo público creciente, lo que a su vez provoca tener que gastar más en personal a costa de la inversión pública. Ambos factores desincentivan aún más la tenue creación de empresas, cuyo número está estancado desde 2011 y muy lejos de los estándares internacionales, al quitarles competitividad y productividad, dificultando la creación de empleo privado de calidad y fomentado la aparición del empleo en negro. Existe de esta forma una correlación entre falta de empresas, exceso de empleo público y elevado nivel de empleo en negro; y esta correlación es más clara y fuerte en el Norte argentino.

Pero además, también entre los motivos no tan mencionados, está la cuestión de la educación y del pésimo estado que exhibe en la Argentina, cuestión que no sólo permite entender la mayor presencia del trabajo en negro sino también que el desempleo juvenil sea mucho mayor que el promedio. Aquí confluyen por lo menos dos factores. Por un lado la bajísima eficiencia del sistema educativo, y por otro sus obsoletos contenidos. Respecto de la eficiencia, hoy el índice de graduación del secundario es de sólo el 45%. Es decir que terminan en el tiempo estipulado menos de la mitad de los alumnos que empiezan. Es sabido que para cualquier empleo formal el secundario completo se constituye en un requisito mínimo, por lo que el sistema educativo es hoy una máquina de fabricar empleo en negro y desempleo. Si a ello le sumamos que los contenidos que se imparten no se corresponden con lo que las empresas necesitan el panorama empeora porque además caemos en la paradoja de jóvenes que no consiguen empleo y empresas que no encuentran mano de obra mínimamente calificada.

En este sentido el sistema educativo no provee las habilidades y valores que las empresas necesitan para sus potenciales empleados como aprender a pensar y resolver problemas, el sentido de la puntualidad, del trabajo en equipo, entro otras tantas. Tampoco el contenido enciclopédico imperante da lugar a que se aprendan oficios, sino que está más diseñando a que el paso siguiente siempre tenga que ser la universidad como única posibilidad de progreso social. Ni hablar de la rigidez de la legislación laboral que complica la aplicación de programas de pasantías o entrenamiento que les permiten a los jóvenes superar la valla de la experiencia, muchas veces excluyente para comenzar con su vida laboral.

De nuevo, estos motivos no son los únicos que explican los fenómenos del empleo en negro y la altísima desocupación juvenil, pero es urgente abarcarlos integralmente, sobre todo en el Norte del país, porque el daño que provocan muchas veces es irreversible.

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