Murió Jorge Battle, ex presidente de Uruguay que opinaba que todos los argentinos eran corruptos

Jorge Battle fue abogado, político del Partido Colorado y un actor importante en la política uruguaya desde la década de 1960 hasta inicios del siglo XXI. Fue Presidente de la República entre 2000 y 2005. Se encontraba internado y su estado es crítico a causa de un «hematoma dentro del cráneo que comprime el cerebro». Por estas horas, está en el quirófano pero se desconoce cuánto durará la intervención.

En 2002, el entonces jefe de Estado de Uruguay protagonizó un escándalo diplomático al declarar ante una cámara de la agencia Bloomberg, que «los argentinos son una manga de ladrones, del primero hasta el último». Días después se disculpó con su par, Eduardo Duhalde.

De 88 años, el ex presidente se encontraba en Tacuarembó, en un asado con correligionarios del partido Propuesta Batllista (Proba) cuando se puso de pie, comenzó a sentir mareos y cayó. Allí sufrió la hematoma.

El diario el País de Uruguay, en su obituario, recuerda que su vida desde siempre estuvo signada por la política. Nació el 25 de octubre de 1927, hijo de Matilde Ibáñez y de Luis Batlle Berres, quien fuera presidente de la República entre 1947 y 1951, presidente del Consejo Nacional de Gobierno (1955) y consejero nacional (1956-1959).

Era sobrino nieto de José Batlle y Ordóñez, presidente en dos oportunidades (1903-1907 y 1911-1915), quien a su vez era hijo de Lorenzo Batlle, presidente de la República entre 1868 y 1872.

Tras el golpe de Estado de Gabriel Terra en 1933, Batlle Berres fue expulsado a Argentina, donde vivió con su familia en Mar del Plata y Buenos Aires, y luego marcharon a Brasil. De vuelta en Montevideo en 1937, Jorge Batlle retomó sus estudios en el Colegio Alemán y los continuó en el Elbio Fernández.

Siguió de cerca la Presidencia de su padre y también trabajó como periodista en radio Ariel y en el diario Acción, fundado por Batlle Berres en 1948. Fue convencional del Partido Colorado por Tacuarembó e integró el Comité Ejecutivo del partido.

En 1956 completó los cursos en la Facultad de Derecho, aunque no llegó a ejercer la profesión de abogado, y en 1957 se casó con Noemí Lamuraglia, de nacionalidad argentina, cuya familia se había exiliado en Uruguay durante el gobierno de Juan D. Perón. Tendrían dos hijos: Beatriz (1962) y Raúl Lorenzo (1965).

En 1958, cuando el Partido Nacional regresó al gobierno tras casi un siglo en el llano, Jorge Batlle fue electo diputado por la Lista 15 para el período 1959-1963 y fue reelecto en 1962 para el período 1963-1967.

Desde el inicio de su actuación parlamentaria abogó por las ideas económicas liberales, contrarias al pensamiento estatista que impusieron su tío abuelo y su padre, dos grandes caudillos colorados de las primeras seis décadas del siglo XX.

Tras la muerte de su padre, en 1964, pasó a liderar la Lista 15 y ocupó la dirección de sus medios –radio Ariel y diario Acción, del que Julio Sanguinetti asumió como subdirector–. Tras ganar en 1965 las elecciones internas de la Lista 15 con su sector Unidad y Reforma, fue candidato a la Presidencia de la República en las elecciones de 1966, en medio de una grave crisis económica.

Fue derrotado por la fórmula colorada Óscar Gestido-Jorge Pacheco Areco, quienes gozaron del decisivo apoyo de algunos líderes que habían creado sus propios sectores tras ser derrotados por Jorge Batlle en la interna de la Lista 15 (entre ellos Amílcar Vasconcellos y Manuel Flores Mora). Sin embargo, en el mismo acto fue aprobada la Constitución que él impulsó, que eliminaba el Poder Ejecutivo colegiado (Consejo Nacional de Gobierno) y restauraba el presidencialismo.

Las propuestas del batllismo, otrora estatista y populista, se fueron asimilando a las ideas de Jorge Batlle, marcadamente liberal, enemigo de los monopolios y proclive al comercio exterior y la inversión extranjera.

Su sector integró el gabinete de los presidentes Gestido y Pacheco.
En 1968 fue acusado de haberse beneficiado por su acceso a información calificada sobre una inminente devaluación del peso. La supuesta “infidencia”, ampliamente difundida, nunca fue comprobada.

Por ese asunto el 11 de noviembre de 1970 se batió a duelo con sable con Manuel Flores Mora; ambos sufrieron heridas de escasa entidad.

Candidato presidencial en las elecciones de 1971, fue derrotado por Juan María Bordaberry, a quien respaldaba el entonces presidente colorado Jorge Pacheco Areco. La Lista 15, que entonces era blanco de todo tipo de ataques por parte de la extrema izquierda y de la extrema derecha, integró el gabinete de Bordaberry.

El 25 de octubre de 1972 Jorge Batlle denunció públicamente que en una repartición militar se realizaban averiguaciones ilegales sobre presuntas corruptelas políticas y que pretendían desprestigiarlo. Fue procesado por la justicia militar por el delito de “ataque a la fuerza moral del Ejército” y permaneció dos meses en prisión.

La Lista 15 retiró a sus tres ministros del gabinete de Bordaberry, entre los que se hallaba Julio Sanguinetti (en Educación y Cultura).

Al día siguiente del golpe de Estado del 27 de junio de 1973 los militares impidieron la distribución de Acción, que debió cerrar, en tanto radio Ariel fue vendida para pagar las deudas del periódico. Jorge Batlle fue proscripto formalmente por la dictadura en 1976 mediante el Acto Institucional Nº 4 que, con la firma del presidente Aparicio Méndez, prohibió la actividad política a miles de ciudadanos que habían sido candidatos en las elecciones nacionales de 1966 y 1971.

Aficionado a las carreras de caballos, en ese tiempo fue herido de un disparo en una pierna en un oscuro incidente en el hipódromo de Maroñas, lo que fue aprovechado por el régimen para desacreditarlo.

No cesó jamás de realizar actividades políticas. Integró la dirección clandestina de su partido, hizo campaña contra la reforma constitucional impulsada por el régimen en 1980, apoyó al sector de Sanguinetti en las elecciones internas de los partidos de 1982 y fue desproscripto el 13 de noviembre de 1983, en pleno proceso de apertura democrática.

Respaldó el acuerdo del Club Naval de agosto de 1984 y en las elecciones nacionales de noviembre de ese año apoyó la fórmula Sanguinetti-Enrique Tarigo, que resultó triunfadora, en tanto él fue electo senador.

En 1988 resistió la intención de Sanguinetti de que Tarigo fuera el candidato presidencial del oficialismo (“siento como si me hubieran arrancado un brazo”, afirmó en alusión a su antiguo socio político) y forzó la realización de elecciones internas en el Partido Colorado.
Al año siguiente se casó con Mercedes Menafra y en las internas de mayo derrotó a Enrique Tarigo con el 56,3% de los votos. Hizo una campaña electoral provocadora y perdió la presidencia por amplio margen ante el blanco Luis A. Lacalle.

De nuevo candidato casi forzado en 1994, obtuvo una magra votación, aunque contribuyó al triunfo de Julio Sanguinetti, quien asumió por segunda vez la Presidencia de la República para el período 1995-2000.

Fue senador hasta 1998 y respaldó la reforma constitucional de 1996, que introdujo la candidatura única por partido, el sistema de balotaje y las elecciones municipales separadas de las nacionales.

En 1999 desafió de nuevo al delfín de Sanguinetti, esta vez Luis Hierro López, y lo derrotó en las internas de abril. El Partido Colorado se encolumnó rápidamente tras la fórmula Batlle-Hierro y en octubre obtuvo el segundo lugar (32,8% de los sufragios) tras el frenteamplista Tabaré Vázquez (40,1%). En el balotaje disputado el 28 de noviembre la fórmula colorada Batlle-Hierro, con el respaldo del Partido Nacional, se impuso a la frenteamplista Vázquez-Rodolfo Nin Novoa con el 54,13% de los sufragios contra el 45,87%.

Jorge Batlle había alcanzado por fin la Presidencia de la República en el quinto intento y tras más de medio siglo de acción política.
Pero, de alguna manera, sus tribulaciones –y las de un país– recién se iniciaban.

Una de sus primeras acciones fue crear una Comisión para la Paz que hasta 2003 investigó decididamente sobre la suerte de 26 desaparecidos durante el régimen dictatorial. Intentó profundizar la apertura de la economía uruguaya, reformar el Estado y combatir los monopolios estatales, aunque encontró una cerrada oposición de la izquierda y, en ocasiones, del sector de Sanguinetti.

El 7 de diciembre de 2003 el 62% de la población votó en un referéndum a favor de derogar una ley que permitía a la petrolera estatal Ancap asociarse con operadores privados.

Aceptó la instalación en Fray Bentos de una planta de celulosa de la finlandesa Botnia, crucial para sostener el desarrollo de la forestación, lo que implicó un grave deterioro de las relaciones con Argentina.

La detección de focos de aftosa en 2001 dejó a Uruguay fuera de los mercados de carnes más refinados.En abril de 2002 rompió relaciones con Cuba luego de un intercambio de declaraciones con Fidel Castro.

El talón de Aquiles fue la economía. Uruguay había entrado en recesión a fines de 1998, la que se profundizó a partir de enero de 1999, cuando Brasil devaluó su moneda, el real, y afectó profundamente el comercio regional y hundió al Mercosur, hacia el que se dirigía el 50% de las ventas uruguayas.

El ajuste que debió iniciar en 2000 por el lado del gasto, terminó haciéndose de mala manera, por el lado de los ingresos, mediante sucesivos y desesperados aumentos de impuestos en 2002. Ese año el déficit fiscal se había vuelto un torrente.

En 2001 Argentina cayó en una gravísima crisis económica con derivaciones políticas, y en 2002, tras los problemas del Banco Galicia, los argentinos comenzaron a retirar sus depósitos en la banca uruguaya, que representaban al menos la tercera parte del total. La corrida, agravada por la comprobación de fraudes en los bancos Comercial y Montevideo, derivó en un feriado bancario el 30 de julio de 2002, la intervención de varias instituciones y la retención (“corralito”) de depósitos, cuya devolución se reprogramó.

Pese a la reticencia del Fondo Monetario Internacional a asistir al Estado uruguayo, cuyas cuentas estaban deshechas, Batlle logró evitar la quiebra del sistema bancario gracias a un crédito directo y de corto plazo del Tesoro de Estados Unidos por US$ 1.500 millones, beneficiándose de su relación privilegiada con el presidente George W. Bush.

Si bien muchas acciones de su gobierno pueden ser vistas en perspectivas bajo luces favorables, su carácter y su locuacidad provocaron graves problemas y críticas; como cuando aseguró en agosto de 2002 ante el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O’Neill: «We’re fantastic»; o calificó a los argentinos de «una manga de ladrones del primero al último», para luego concurrir a la Casa Rosada a pedir disculpas públicamente, entre lágrimas, ante el presidente argentino Eduardo Duhalde. (Una amplia gama de hechos y anécdotas de ese tiempo fueron recogidas en el libro Con los días contados, del periodista Claudio Paolillo.)

La producción y el salario real se hundieron, muchas empresas se arruinaron, la desocupación trepó al 20% y la emigración experimentó un gran salto. La moneda uruguaya se devaluó abruptamente el 20 de junio.

A pedido de los líderes del Partido Nacional, entre julio y agosto de 2002 renunciaron el presidente del Banco Central, César Rodríguez Batlle, y luego el ministro de Economía, Alberto Bensión, quienes fueron sustituidos por Julio de Brun y Alejandro Atchugarry.
Atchugarry fue un ministro político que tejió con paciencia delicados puentes con la oposición, que –al apreciar sus grandes posibilidades de heredar el gobierno y la debacle política argentina– se cuidó de empujar el sistema económico e institucional hacia el precipicio.

La situación bancaria comenzó a regularizarse y en 2003 se concretó el canje voluntario de deuda pública con los acreedores, cambiando el perfil de los vencimientos, con lo que el gobierno logró evitar el default.

La economía comenzó a recuperarse vigorosamente a principios de 2003, en un proceso sostenido que continuaba en 2013 gracias a una firme demanda externa de materias primas.

La crisis de 2002 fue un tiempo signado por el miedo, la angustia y la incertidumbre. El presidente, proclive a las ideas repentinas y a la improvisación, pareció un capitán a veces brillante y otras veces profundamente destructivo, lo que le significó una aguda caída de su popularidad (en 2004, al final de su mandato, sólo 1% de los uruguayos aprobaba su gestión).

En los comicios nacionales de 2004, en los que el Frente Amplio triunfó por primera vez y el Partido Colorado cosechó el peor registro de su historia (10,34%), Jorge Batlle obtuvo una banca en el Senado, que sin embargo cedió a Isaac Alfie. El presidente electo, Tabaré Vázquez, le ofreció el cargo de embajador ante Estados Unidos pero lo rechazó.

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